lunes, 28 de julio de 2014

Post coitum (Un asesino en las calles 25).





25 – Post coitum

Bruttini después de hacer el amor con su mujer se quedaba siempre profundamente dormido y roncaba sonoramente, su mujer abominaba esa especie de antirromanticismo, ni abrazos cariñosos, ni tiernos besos, ti palabras dulces, la ternura estaba descartada en el comportamiento post coitum de Bruttini, y no sólo en el post coitum, siempre en general, ésta era la principal queja de Maritzia hacia Bruttini y la causa más frecuente de sus discusiones, su falta de ternura, ella después de hacer el amor se sentía utilizada como si fuera una especie de prostituta, apenas él satisfacía su deseo se daba media vuelta en la cama y se ponía a roncar, resultaba triste pensar que la rutina del matrimonio después de tantos años les hubiera llevado a ese punto de no retorno, incomunicación y extrañamiento.
Ella le miraba, desnudo sobre la cama, profundamente dormido, con el pene exhausto colgando después de la potente eyaculación, aún goteando semen, y los testículos ya relajados después del brutal acto sexual…, lo contemplaba y en alguna ocasión había sentido impulsos despechados de castrarle, se preguntaba si castrado sería más tierno, más cariñoso con ella, como un castrati, al fin y al cabo ya tenían tres hijos y no iban a tener más, tal vez, se decía Maritzia, me serviría de más sin sus atributos masculinos, pero eso significaría que ella se quedaría sin poder satisfacer sus impulsos sexuales, y tenía que reconocer que Bruttini se la sabía trabajar muy bien, era una fiera en la cama, tenía algo salvaje que a ella la ponía a 100 y hacía que no pudiera contenerse y se dejara hacer cosas impensables, cosas obscenas, pervertidas, realmente sucias, él sabía llevarla, la dominaba totalmente en la cama, la sometía y hacía que cumpliera sus más oscuros deseos como una esclava apasionada que sólo viviera para el sexo. Eso hacía que Maritzia le indultara y dejara que el pene y los testículos de Bruttini siguieran colgando indolentes después de hacer el amor mientras él roncaba sonoramente, incluso a ella le gustaba totequetearlos en ese estado de laxitud y en ocasiones volvían a recomenzar, él se medio despertaba y la montaba fieramente como si fuera un animal en celo que se apareara con violencia salvaje hasta llegar al clímax.
Maritzia tenía la sensación de que esta segunda vuelta sexual Bruttini la llevaba a cabo dormido, de ahí que resultara aún más sensual y mágica, porque era como un acto subconsciente que surgía desde las profundidades de los sueños, desde el reino misterioso de Morfeo.
 
(continuará)


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