viernes, 4 de julio de 2014

Cortejo real (Un asesino en las calles 18).




18 – Cortejo real

Menudo rollo lo de la coronación, Carballo estaba desesperado, primero Bruttini conectó el televisor a todo volumen desde primera hora, y cuando pasó el cortejo tiró desde la ventana un confeti que había comprado en el todo a 100 de la esquina, el muchacho estaba feliz, apenas pasó el cortejo se tiró a la calle para hacer fotos, era un gran aficionado a la fotografía y siempre cargaba su cámara réflex de última generación.
Carballo estaba deseando que el chico se marchara a su pueblo, esa intromisión en su espacio, en su pequeño apartamento de la Gran Vía, por parte de Bruttini, le parecía inaguantable, apenas cabían los dos, era demasiada intimidad para Carballo, además el chico no hacía más que comer, continuamente tenía apetito, un apetito insaciable, sería, se decía Carballo, su ascendencia Siciliana, el apartamento estaba hecho una leonera, de repente Carballo empezó a sentir pena por la mujer de Bruttini, la que le había caído encima, y es que Carballo era muy compasivo.
La noche anterior al acostarse Carballo le dijo a Bruttini que podía dormir en el sofá no fuera a ser que se le metiera en la cama.
Apenas pasó un rato desde que se acostaron cuando Bruttini apareció en la puerta de la habitación en gayumbos.
-          Comisario, hace mucho calor, no puedo dormir, es que en este apartamento no hay aire acondicionado?
-          No hay.
-          Y el sofá me resulta muy incómodo.
-          Pero Bruttini si cuando llegué estaba en ese mismo sofá profundamente dormido…
-          Ya Comisario pero recuerde que entonces estaba muerto, no era el mismo tipo de sueño, ése era el sueño eterno…
-          Muy gracioso Bruttini pero son las 12 de la noche y mañana tiene que madrugar para irse a su pueblo con su familia.
-          Comisario, por favor, déjeme dormir en la cama con usted o si no seré incapaz de dormir.
-          Bruttini, recuerde que usted dormido piensa que está con su mujer, procure no asaltarme sexualmente.
-          Otra vez con eso Comisario?
-          Vale, venga para acá, acuéstese conmigo, quiere que le cante una nana? Duérmete niño, duérmete ya…
-          Comisario…
-          Qué?
-          Eso me lo cantaba mi padre cuando era bebé, siempre me lo cuenta mi madre, luego le mataron, yo no lo recuerdo, pero mi madre dice que era muy bueno y cariñoso, por eso siempre he pensado que usted es como él, igual de bueno y cariñoso conmigo Comisario.
-          Y de paciente, Bruttini, y de paciente, duérmase ya.
Apenas se tumbó en la cama Bruttini comenzó a roncar, de nuevo Carballo se iba a quedar sin dormir velando el sueño de Bruttini, el chico no se movió en toda la noche, hubiera parecido muerto de no ser por los resoplidos que pegaba, la lámpara del techo de la habitación, un globo de papel comprado en Ikea, temblaba con cada ronquido de Bruttini, y uno de los cristales de la ventana que estaba algo flojo vibraba al unísono, por primera vez sintió Carballo que los ruidos procedentes de la Gran Vía habían desaparecido, sólo se oía la locomotora Bruttini.

(continuará)


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