miércoles, 17 de diciembre de 2014

Yo soy aquél que por quererte da la vida… (Un asesino en las calles 74).





74 – Yo soy aquél que por quererte da la vida…

También, pensó Carballo, podría imitar a Camilo Sexto, pero no quería dispersarse demasiado, debía más bien ir poco a poco, primero se centraría en Raphael y en su Yo soy aquél, eso pensó Carballo, además debería comprarse una peluca diferente para la imitación de Camilo Sexto y eso era ya demasiada peluca, en la tienda de postizos le iban a dar un diploma al mejor cliente a este paso, para la imitación de Raphael decidió meterse en el papel totalmente y a excepción del trabajo en la Comisaría iba a todas partes transmutado en Raphael y comportándose como él, tan real era su actuación que con frecuencia por la calle le paraban para pedirle autógrafos, los cuales él firmaba encantado como prueba del éxito de su parodia, al principio le resultaba divertido que le confundieran pero pronto empezó a sentirse incómodo y decidió bajar el ritmo, ir de Carballo sin más de vez en cuando, pero entonces se daba cuenta de una manera abrumadora de su insignificancia y se deprimía aunque cuando iba de Raphael por el contrario tanta popularidad le abrumaba, en una ocasión en plena Gran Vía tuvo una situación embarazosa y es que se encontró de cara con la mismísima Alaska que se arrojó en sus brazos y le dio dos cariñosos besos, ante semejante imprevisto y el apuro de ser pillado quedó como un antipático y le dijo que llevaba mucha prisa saliendo a la carrera, Alaska se quedó con un palmo de narices y Carballo, aún un tanto bolado, se preguntaba mientras corría Gran Vía abajo si Alaska habría descubierto el engaño, pero las cosas se complicaron aún más otro día que se fue a hacer la compra al supermercado de El Corte Inglés de esa guisa, es decir, de Raphael, y al volver la esquina del pasillo de las conservas vio pasar al fondo en la lejanía a la mismísima Natalia Figueroa, la mujer de Raphael en persona, que en cuanto le vio salió disparada hacia él diciéndole en voz alta: pero cariño tú también por aquí, a lo cual Carballo salió a la carrera como si le hubiera pillado su mujer cometiendo una infidelidad. Lo cierto es que sus escarceos raphaelistas estaban dejando en muy mal lugar al verdadero Raphael pero a Carballo le demostraban la genialidad de su parodia, porque era, o eso le parecía a Carballo, más Raphael que el mismo Raphael, el Divas Club se iba a venir abajo en vítores y aplausos con su actuación, incluso se le había ocurrido una idea genial, como todas las de Carballo, y era invitar al mismísimo Raphael a ver su actuación, incluso podría invitar a su mujer también y a la mismísima Alaska, qué fuerte, pensó Carballo, para quién esta actuación se estaba convirtiendo en algo tan emocionante como un orgasmo. No sabía si invitar incluso a los medios, el programa Sálvame, Donde estás corazón, etc…
A todo esto el conserje de su casa estaba convencido de que Raphael se había mudado al edificio, no era sino cuestión de tiempo que la prensa se apostillara delante del portal para conseguir una exclusiva, qué fuerte!, las cosas se le estaban yendo de las manos a Carballo, todo esto era algo impropio de un Comisario de policía de su categoría pero no podía evitarlo, era como estar subido a una montaña rusa, no era capaz de parar.

(continuará)


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