jueves, 11 de diciembre de 2014

La lectura del fin de semana. Fausto. Johann Wolfgang von Goethe. 1806.




DEDICATORIA

De nuevo os acercáis, vagas formas que allá en los días de
mi juventud os mostrasteis ya a mi turbada vista. ¿Intentaré
yo reteneros esta vez? ¿Siento mi corazón inclinado todavía a
aquellas ilusiones? Estáis pugnando por acercaros a mí. En
buena hora: podéis disponer, tal como del seno de los
vapores y de la niebla os alzáis en torno mío. Siéntese mi
pecho estremecido como en mis juveniles años por los
mágicos efluvios que en vuestro desfile os envuelven.
Aportáis con vosotras las imágenes de placenteros días;
álzanse muchas sombras amadas, y semejantes a una añeja
leyenda medio olvidada, resurgen con ellas el primer amor y
la primera amistad; renuévase el dolor, y el lamento vuelve a
seguir el laberíntico y extraviado curso de la vida,
nombrando los seres queridos que, burlados en horas
risueñas por la fortuna, desaparecieron antes que yo.
No oyen ya los siguientes cantos las almas para quienes
yo entoné los primeros; cual polvo se ha esparcido la
multitud cariñosa, y se han ido perdiendo ¡ay! los primeros
ecos. Resuenan mis acentos para una muchedumbre
desconocida, cuyo aplauso mismo llena de inquietud mi
corazón, y aquellos que en otro tiempo se deleitaban en mi
canto, si alientan aún, vagan por el mundo errantes y
dispersos.
Apodérase de mí un anhelo insólito largo tiempo ha, por
esa plácida y augusta región de los espíritus; fluctúa ahora en
vagos sonidos el murmurio de mi canto, parecido a las
modulaciones del arpa eólica. Un estremecimiento invade mi
ser, las lágrimas suceden a las lágrimas; el yerto corazón
siéntese blando y tierno; lo que poseo, lo percibo como en
lontananza, y lo que desapareció truécase para mí en
palpitante realidad.


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