martes, 2 de diciembre de 2014

La película de la semana. París-Manhattan. Sophie Lellouche. 2014.




ALGUNOS SE VAN A ESCANDALIZAR, NO ME GUSTÓ Ricardo III y sin embargo me gustó París Manhattan, una peliculita un tanto intranscendente que homenajea a Woody Allen, en principio no era mi primera opción pero ya en la cola de los cines comprobé que mi primera opción, Los relatos salvajes, había cambiado de horario, con lo cual decidí meterme a ver París Manhattan pensando que era una película de Woody Allen, no os lo vais a creer pero la protagonista de la película mantiene conversaciones imaginarias con Woody, igual que yo en el blog, pienso que me han copiado la idea, aunque la verdad nada que ver , mis conversaciones con Woody son geniales y las de la película no pasan de curiosas.
La película habla del poder terapéutico del cine como lenitivo de la vida, de sus inclemencias, contrariedades, desventuras, y de la parcela de felicidad a la que cada uno creemos tener derecho, y de cómo esa parcela de felicidad se llama en realidad amor, precioso romance que va creciendo a la sombra de otro romance, romance que al final es bendecido por el mismo Woody en persona, y en ciertos momentos emociona este ejercicio ligero de ingenio y ternura a la par, muy en la línea del cine de Woody sin alcanzar su nivel, todo hay que decirlo, pero con un halo de su misma atmósfera, se puede ver, y más en estas fechas prenavideñas tan proclives a la lágrima fácil, por cierto, el electricista está estupendo, al final la farmacéutica se lleva toda una prenda y no ese yuppie gilipollas con el que no habría llegado a ninguna parte, como dice el electricista: los dioses se dejan amar pero no aman, pues eso, dejémonos amar tal vez algún día.

El paseante


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