martes, 9 de diciembre de 2014

Menudo chasco! (Un asesino en las calles 72).




72 – Menudo chasco!

El 69 de la Brutta, menudo chasco, Carballo estuvo durante toda la noche esperando el deseado numerito pero nada, a mitad de la velada salió el maestro de ceremonias a anunciar que por motivos ajenos a su voluntad La Brutta no podría actuar esa noche, algo raro estaba pasando en el Divas Club, se dijo Carballo para sí mismo, aquello no era normal, ya era demasiada la ausencia del subcomisario Bruttini del espectáculo, debía de existir algún problema entre Bruttini y el Divas, pero el comisario Carballo no lograba imaginar cuál sería el problema, económico tal vez?, habría subido el caché del chico dado su éxito?, psicológico tal vez?, tendría el chico alguna crisis existencial?, sentimental tal vez?, impediría la apasionada relación que Bruttini mantenía con su novia el que dedicara tiempo a su vertiente de crossdresser?, Carballo no lograba imaginar claramente a qué se debería la pertinaz ausencia de Bruttini sobre las tablas del Divas Club, se trataría de un motivo de tipo moral?, habrían querido obligar a Bruttini a hacer un 69 sobre el escenario y la Brutta no lo habría aceptado por entender que mancillaba su arte algo así?, ni idea, el caso es que las cosas parecían no ir todo lo bien que iban antes entre Brutti y el Divas Club, estaba claro, y a quién se debía esta situación?, quién era el culpable?, ni idea, intentaría sonsacarle a Bruttini indirectamente qué era lo que en realidad pasaba cuando le viera, eso pensó, en cualquier caso a Carballo le producía tristeza no poder contemplar ya las actuaciones de Bruttini sobre el escenario del Divas, que eran, sencillamente geniales en opinión de Carballo.
Apenas anunciaron que Bruttini no actuaría Carballo se volvió a su casa donde le esperaba el gatito Cachemir y su dulzura, bueno, en realidad el gatito era un buen sustitutivo de Bruttini, eso consolaba a Carballo de su infortunio, el gatito era todo ternura y amor, algo que Carballo no había obtenido nunca de nadie por mucho tiempo y que le hizo pensar si el género humano en general no era algo por naturaleza aborrecible y si la verdadera esencia de los mejores sentimientos humanos que se habían ido perdiendo, no había quedado en realidad relegada al mundo animal, pensamientos de Carballo que le llevaban a la melancolía y a la tristeza y a refugiarse en su cada vez más pequeño mundo, un mundo en el que solamente tenía cabida él, bueno, ahora él y el gato, el gatito Cachemir que en cuanto Carballo abría la puerta de su apartamento salía a recibirle y se le enroscaba en las piernas ronroneando de placer y mirándole amorosamente hasta que Carballo lo alzaba y le daba un beso en la frente como si fuera un hijo, el hijo que nunca tuvo, pero había que tener cuidado con encariñarse demasiado, Bruttini volvería a por el gato y entonces Carballo lo iba a pasar mal porque él era muy sentimental y muy apegado, y muy frágil también, cada día más frágil según se iba haciendo mayor, una fragilidad que a veces le hacía pensar si podría romperse de un momento a otro como una copa de cristal y no volver a ser ya nunca más el mismo de antes.

(continuará)

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