martes, 9 de diciembre de 2014

La película de la semana. Exodus. Ridley Scott. 2014.




Otra segunda opción, de nuevo iba a ver Los relatos salvajes pero me lié con la hora, creí que eran las 7:30 y en realidad eran las 6:30, el resultado es que entré a ver Exodus, al fin y al cabo trata sobre Egipto, me dije a mí mismo y me autoconvencí inmediatamente, pero más que sobre Egipto la película trata sobre efectos especiales, muy logrados pero por eso mismo muy poco verosímiles, la realidad es siempre más imperfecta que los efectos especiales y eso pasa factura a la hora de transportarte al Egipto faraónico, uno se transporta a través de la teatralidad, es a lo que está acostumbrado, en Cleopatra de Mankievicz me transporto a través de los decorados de cartón piedra, la gestualidad de los actores, sus interpretaciones, los diálogos, me transporto a través de un texto sea visual, hablado, sonoro, colorístico, de formas, situaciones, escenas, me transporto a través de mi imaginación que integra, complementa, amalgama todo aquello, lo hace coherente, retiene lo fundamental, su esencia, y recrea en mi imaginación con fuerza el antiguo Egipto, pero esos efectos especiales llevados hasta el límite de la perfección no me transportan sino a un juego de ordenador, me parece que estoy contemplando un video juego de la play, como vulgarmente suele decirse.
La película es el Hollywood de ahora, sólo espectáculo, abundancia abrumadora de medios y escaso, por no decir nulo, ingenio, el resultado se deja ver, sólo bastaba que con el dineral que gastan no se dejara ver, no es para salirse del cine, eso no, además es una película muy apropiada para estas fechas navideñas, pero no pasará a la historia ni dejará huella como toda esa colección de películas clásicas ambientadas en la antigüedad tan sugerentes, tan tentadoras para nuestra imaginación, y es que el cine de hoy en día en su mayor parte, y en especial en estas superproducciones, no confía en absoluto en nuestra imaginación, en nuestra capacidad como espectadores para recrear dentro de nuestra cabeza la película, para construirla nosotros mismos a través de las pistas que nos dé el director, y acabarla, completarla, hacerla realmente grande por nosotros mismos, como antes sucedía, antes, cuando los directores y productores de cine confiaban aún en nuestra inteligencia.
Me encantó la música de Alberto Iglesias, me quedé sentado en la butaca a disfrutarla hasta que se terminaron todos los títulos de crédito mientras los acomodadores barrían los restos de palomitas del suelo.

El paseante


No hay comentarios:

Publicar un comentario