miércoles, 3 de diciembre de 2014

El 69 de Bruttini (Un asesino en las calles 69).




69 – El 69 de Bruttini

EL 69 de Bruttini se refiere al número de la calle Libertad en que está su casa, su buhardillita, justo en la Plaza de Chueca, los vecinos estaban tan hartos de bromitas, pintadas y comentarios graciosos de las visitas, que encima del número del portal pusieron un azulejo alusivo a tan conocida postura erótica del Kamasutra, en el cual un dibujo mostraba a una pareja de hombre y mujer practicándolo, hasta aquí todo normal, bueno, normal por decir algo, Carballo llegó al portal, había quedado con Bruttini a las seis de la tarde en la buhardilla, al llegar pudo ver que el portal estaba abierto, entro y subió los cuatro pisos de escalera, curioso, al llegar fatigado al rellano comprobó que la puerta de la buhardilla estaba igualmente entreabierta, pensó que Brutti había previsto su llegada y así la había dejado, Carballo entró, todo estaba en penumbra, el gatito Cachemir salió de un rincón a recibirle en silencio y se restregó contra sus piernas mientras estiraba el rabo y ronroneaba, Carballo avanzó a través de la semipenumbra de la buhardilla y llegó hasta el biombo de la India que separaba la cama del resto del espacio, el gatito le seguía tímidamente y le miraba asustado, Carballo se asomó apenas, algo se oía detrás, como un chapoteo de agua, apenas se asomó se quedó de piedra, Brutti estaba enroscado con su novia y estaban haciéndose un apasionado kamasutra en una frenética succión mutua, él enterraba su cara en el abierto culo de su novia y ella asía el miembro de Bruttini como si fuera el mástil de un barco y hubiera una gran tempestad, metiéndoselo hasta el fondo de la garganta hacía que el enorme miembro desapareciera como por arte de magia dentro de sus fauces que más parecían de leona que de mujer, por su parte Brutti chapoteaba frenéticamente en la charca del culo abierto de su dama, Carballo reculó en silencio, el gatito le miró como diciéndole con la mirada que aquello no estaba bien y lo mismo pensó Carballo que era un puritano devolviéndole la mirada con una mueca de perplejidad, Carballo se dirigió a la puerta con el gatito detrás, apenas se dio cuenta que el gatito estaba fuera junto a él cuando cerró delicadamente la puerta, horror, la puerta hizo clac y quedó encajada, no podía llamar para que abrieran, y el gatito no podía quedarse allí, se podía escapar, qué podía hacer?, se preguntó Carballo pillado como estaba entre la espada y la pared o entre el gatito y el 69, como se prefiera.

(continuará)


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