martes, 23 de diciembre de 2014

Ropopopón, ropopopón… (Un asesino en las calles 79).




79 – Ropopopón, ropopopón…

Ropopopón, ropopopón… El camino que lleva a Belén, baja hasta el valle que la nieve cubrió, los pastorcillos quieren ver a su rey, le traen regalos en su viejo zurrón, ropopopón, ropopopón… El Comisario Carballo entró en trance cantando el Tamborilero en la gala de nochebuena del Divas Club, hacer de Raphael en fechas tan entrañables le ensanchaba el alma y le emocionaba profundamente, Raphael era su infancia, aquel tiempo perdido, aquel tiempo feliz que como un cofre cerrado había quedado olvidado durante su juventud y que ahora resurgía en su madurez con fuerza, haciéndole recordar todo aquello, reviviéndolo en su imaginación, recordando lugares, personas, sentimientos, canciones, de aquella época, y en un lugar de honor estaban las de Raphael, tan cercanas a su sensibilidad, y en especial el Tamborilero, que le recordaba las navidades de su infancia, cuando aún sentía una ilusión tan pura en su corazón, sobre el escenario del Divas Carballo hizo una interpretación tan sentida, tan íntima, tan susurrante, que el auditorio no pudo evitar soltar alguna lágrima de emoción mientras embelesado contemplaba a aquel falso Raphael tan del gusto del Divas Club, donde todo era falso, fingido, inventado, fantástico, como siempre pasa con lo artístico, ese refugio de la realidad tan seguro, igual que la navidad, lugares donde refugiarnos de la intemperie de la vida y de sus inclemencias, gracias al Comisario Carballo las navidades del Divas habían sido unas navidades con Raphael, con el admirado mito, con el icono de la canción española, con el artista por el cual el tiempo no pasa porque es intemporal como lo es siempre el verdadero sentimiento, la verdadera emoción y el verdadero arte, la gran sorpresa para Carballo fue, nada más salir al escenario, encontrarse sentado delante de él al mismísimo Raphael.

(continuará)


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