viernes, 24 de febrero de 2012

La lectura del fin de semana. Una habitación propia. Virginia Woolf.


Grupo de Bloomsbury, fundadora junto con su marido de la editorial Hogarth Press que entre otras obras de prestigiosos escritores de la época publicaría la obra de Sigmund Freud.
A room of one's own, el libro escrito en 1929 por Virginia Woolf funda 40 años después el movimiento feminista.
Una habitación propia, un espacio para uno solo, en el cual pensar, escribir, estar tranquilo, sin perturbaciones, sin intromisiones, sin ser moletado.
Y si eso es necesario para cualquiera que pretenda tener una vida propia, con más motivo para las mujeres que viven atrapadas entre servidumbres sociales, obligaciones y dependencias varias.
Socialmente el rol de la mujer implica su falta de independencia, esposa, madre, ama de casa, sufrida trabajadora del hogar, sostén del marido y de los hijos, responsable de toda la intendencia, paño de lágrimas, consejera, suministradora de cariño, ternura, comprensión.
Fundamental el papel de la mujer en la sociedad, capital, pero qué queda de ella, qué queda para ella, para su desarrollo personal individual, vive hipotecada por todas esas servidumbres sociales, la mujer en general no tiene una vida propia, y para intentar tener una vida propia según Virginia Woolf  lo primero que hay que tener es una habitación propia a la cual pueda retirarse la mujer para ser ella misma y poder recogerse en su esencia y llegar a conocerse mejor sin dispersarse entre los demás.
Sin embargo, el argumento es aplicable a cualquiera.
Hoy podríamos decir que necesitamos una habitación propia y un blog propio, imprescindible, si en la época de Virginia Woolf hubiera habido blogs seguramente la escritora hubiera escrito un libro continuación que se hubiera titulado "Un blog propio", o directamente hubiera abierto un blog.
Yo lo tengo y recomiendo tenerlo, el blog es ese espacio sólo de uno, sólo para uno, es como el alma del escritor, y además todos pueden compartirlo, es como una habitación propia universal.
Muchos besos,

el paseante

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