lunes, 12 de mayo de 2014

El teatro de la ópera de Vancouver (Un asesino en las calles 5).



El teatro de la ópera de Vancouver

Quien haya estado en Vancouver sabrá bien lo que es aquello, la palabra espectacular se queda corta, es simplemente fascinante, como de cuento de hadas, y encima ir a ver el lago, su lago, el lago de los cisnes, Carballo se moría de la emoción, un poco antes se había comprado un smoking barato en unos grandes almacenes, lo cierto es que le quedaba como un guante, según se acercaba al teatro no podía dejar de mirarse en las lunas de los escaparates, pensó para sí que ni el mismísimo George Clooney luciría mejor, cosas de Carballo que aún no faltándole razón pues era un hombre de una gran elegancia, era también, no obstante, un tanto narcisista, todo hay que decirlo.

La sombra de Behrens le perseguía, no podía quitarse ese triste recuerdo de encima, esperaba que tal vez el ballet lo borrara. Llegó a la sala con el tiempo justo, al enfrentarse antes de entrar con la bella ornamentación del pórtico del teatro sintió una punzada en el corazón, como si una lanza le traspasara el alma, era de nuevo esa sensación de intensa, de conmovedora, de sobrenatural belleza, como una premonición de lo que iba a encontrar dentro, el arte más elevado, Tchaikovski, su Tchaikovski querido, ese genio indiscutible que alargaba su sombra sobre la música de todos los tiempos como el punto de partida de una nueva era, y el lago, su lago, ese lago en el que remansar su alma tan dolida en esos momentos…

Apenas entró en el atrio comenzó a oír cómo la orquesta estaba afinando los instrumentos, dieron el último timbrazo y una voz desde la megafonía pidió que se ocuparan los asientos, la función iba a comenzar, pasó por entre los de su fila disculpándose con una sonrisa, sonrisa que le devolvieron ampliamente sus dos vecinas de butaca, dos jovencitas elegantemente vestidas que a su paso cuchichearon algo entre ellas.

Y empezó a sonar aquello, y Carballo sintió como su espíritu se turbaba, se elevaba a otro plano, se hacía etéreo, inmortal, puro, y recuperaba de nuevo su originaria prístina belleza, increíble, qué música, se dijo para sus adentros y se vio transportado a un más allá del que sólo regresaría al terminar la función, era tanta su necesidad de todo aquello que cuando la función concluyó no se dio ni cuenta, tuvo que ir a decirle un bedel que iban a cerrar la sala que por favor debía salir, estaba como zombie, nunca lo hubiera pensado, aquello era extraño, nunca le había pasado nada parecido, no al menos hasta ese extremo de embelesamiento, y es que había tenido, lo sentía, una revelación durante la función, algo había sucedido dentro de él, un verdad se le había revelado y era algo que ahora debía descubrir, es decir, la revelación ya se encontraba en él, en su mente, pero a nivel subconsciente, ahora tenía que aflorar al consciente, y el momento en que esto sucedería si es que llegaba a suceder era un misterio… Él no podía hacer nada, sólo esperar.

(continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario