lunes, 19 de mayo de 2014

Debate Cañete-Valenciano.





Debate Cañete-Valenciano

No vi el debate, difícil verlo no teniendo televisión, quién quita la tentación quita el peligro, que diría mi abuela, leí a través de Internet las reseñas en la prensa digital al día siguiente, lo de siempre poco más o menos, aderezado por una característica que creo comparten ambos candidatos, su diletantismo, algo por otra parte generalizado entre los políticos incluso de primer nivel.

Balbuceantes, inseguros, echando balones fuera, poco centrados en el tema europeo, son algunas de las cosas que se pueden leer. Por otro lado yo añadiría que son profundamente incompatibles, representan, una vez más, las dos Españas, de una manera bastante marcada, basta verlos para darse cuenta de su profunda incompatibilidad, de su visceral imposibilidad de entendimiento, ni tan siquiera para entrar al objeto de debate, que estuvo según estos mismos comentarios totalmente descentrado.

Las cosas quedaron así, a Cañete podía haberle ganado cualquiera, estaba claro, pero ese cualquiera no era Valenciano, estaba claro también.

Qué triste!

Al final Cañete desempató al día siguiente con una a mi juicio desafortunada argumentación indirectamente machista, hablando de su superioridad intelectual y de su caballerosidad para justificar su debilidad y tratar así de arreglar de alguna manera su falta de argumentos, porque si algo debió faltar es precisamente eso, argumentos válidos, sólidos y bien fundamentados, y faltaron no por falta de sutileza o conocimientos de los debatientes, sino lisa y llanamente porque no los hay, no los puede haber ni por parte de unos ni por parte de otros, porque en comandita nos han llevado al punto en el que estamos.

Creo, para terminar, que la mejor palabra es la que está por decir y que el comentario de Cañete sobre su superioridad intelectual y caballerosidad es totalmente irreal y petulante tanto por el lado intelectual como por el lado caballeroso según se desprende del propio tenor del comentario, tan poco inteligente y caballeroso en sí mismo.

El paseante

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