martes, 10 de diciembre de 2013

El cuadro de la semana. El incendio del Parlamento. William Turner. 1835.



Tranquilos, no se trata del incendio de nuestro Parlamento, se trata del Parlamento inglés que se debió quemar por aquella época y Turner lo reflejó en este cuadro tan sugestivo por su colorido y su luz, tan hermoso.

Turner, y en concreto este cuadro, son considerados los precursores del impresionismo, la paleta de colores es de una belleza sorprendente, inefable, hay ocasiones en que las palabras no sirven para describir la belleza y sólo a través de su contemplación directa se puede asimilar en todas sus dimensiones, y también es cierto que cuando la belleza es tan rotunda difícilmente vamos a ser capaces de asimilarla, simplemente nos deslumbra, nos produce sensaciones, un estado de ánimo placentero, como una sonrisa que se insinúa en el rostro, un hormigueo de placer, una especie de reconocimiento.

Se trata de un óleo sobre lienzo aunque tenga el estilo de sus famosas acuarelas por el tratamiento que hace de la luz y del color tan expresivos.

Turner fue el pintor favorito de John Ruskin, el teórico decimonónico sobre arte que sentó las bases del buen gusto artístico, admirado por Proust, en concreto por su obra, la más famosa de él, Las piedras de Venecia, en la cual compara las proporciones de la arquitectura veneciana con el canon griego de belleza, la proporción áurea y las proporciones monumentales que se dan en las formaciones naturales tales como montañas, desfiladeros, paisajes.

Leer a Ruskin es un placer inigualable, tanto Pintores modernos, su primera obra, como Las 7 lámparas de la arquitectura, son obras igualmente claves en la evolución del gusto estético y la apreciación del arte de todos los tiempos, Ruskin reflexiona sobre la belleza y sus componentes esenciales que cruzan la historia de la humanidad inalterables desde las antiguas civilizaciones hasta nuestros días, poniéndonos ejemplos y explicándonos las razones de por qué motivos deben ser apreciadas como obras de arte imperecederas.

Ruskin como crítico de arte descubrió a Turner, lo puso en valor, un Turner que al principio era denostado por su alejamiento del academicismo oficial y que con el tiempo visto en perspectiva supondría un paso de gigante en la evolución de la pintura al abrir las perspectivas, los colores y la luz, a los pintores que inspirándose en él habrían de llegar después, tales como los impresionistas y los expresionistas.

Turner tiene igualmente su predecesor en Claudio de Lorena y sus deliciosas vistas del mundo antiguo inventadas por él cuya luz es ya todo un logro y una novedad en la evolución de la pintura, pintor que fue muy del gusto de las cortes europeas del S.XVII y que podemos contemplar en palacios españoles tales como Aranjuez, La Granja o El Escorial, entre otros.

el paseante

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