martes, 17 de septiembre de 2013

Comer, beber, amar...



Amigo, a veces recuerdo mucho la famosa pirámide de Maslow, que si bien ha tenido críticas de los más prestigiosos investigadores, no deja de tener razón en muchos aspectos. Lo atinente a lo que hablamos en la ocasión es que la cuestión sexual la ubica entre las necesidades básicas, pero también en el rubro de las necesidades de la afiliación coloca a la "intimidad sexual", cuando en las fisiológicas está el "sexo" a secas. Pareciera que el sexo puede cobrar importancia en la vida de una persona en la medida que sea la expresión de un cariño, recíproco y completamente resguardado en la intimidad.


Yo creo, según esa pirámide, que es muy difícil subir hasta la punta, sin ir satisfaciendo los distintos grupos de necesidades, pero no es imposible. Mucha gente no tiene familia o no se ha casado y sin embargo tiene éxito; ¡qué se yo ! Ejemplos de normalidad y excepcionalidad deben haber millones. Estimo que tener bajo dominio lo que no se tiene resuelto ya es un paso importantísimo para que deje de ser un obstáculo para seguir con la vida tal cual nos toca. La famosa negación psicológica es la gran razón por la cual muchas personas no han podido vivir en paz. Reconocer lo que te pasa, saber qué te hace bien, qué te hace mal, y actuar en consecuencia es lo sano.
Y si en tu caso, percibes el sexo como algo obstaculizante, está perfecto que pienses y actúes según tu convicción.

Yo te confieso que desde algún sitio sé que lo sexual trae más inconvenientes que satisfacciones. Alguna vez sentí decir, y creo que fue a tu amigo Woody Allen, que cómo era posible que segundos de placer tanto para el hombre como para la mujer, que no es más del tiempo que dura un orgasmo, hayan logrado dominar el mundo, las personas, las empresas, etc. Francamente me gustaría olvidarme de su existencia y vivir sin estar pendiente de esa necesidad. Por el momento no puedo, y sufro mucho ante la abstinencia obligada, y obviamente no se me da por el sexo casual ni por la promiscuidad. Espero que llegue el momento en que pueda disfrutar de todas las necesidades que he logrado satisfacer hasta el momento.

Y lo de la comida es genial !!!!! Vi una película donde se fomentaba que se comiera lo que comen los astronautas: pastillas que lo tengan todo en proteínas, vitaminas, carbonos, y no sé qué cuánto elemento más de importancia nutricional.

Yo tengo fobia al supermercado. Sencillamente no puedo entrar sin hacer un pánico. Debo tomar una pastilla para los nervios cada vez que voy. Además tengo la mala suerte de que siempre esté antes de mí alguien que ocasiona un problema con su tarjeta de crédito, el cambio de un producto, la falta de una unidad, etc. Me deja tranquila saber que muchos tienen esa misma percepción porque mis amigas  me dicen que esas cosas también les pasan a ellas. En cambio, cuando yo entro al supermercado, busco las cosas, las pongo en el carro ordenadamente, luego las coloco de la forma más eficiente para la cajera, pago sin problemas, embolso mis cosas y me las llevo.

No sé cómo le llaman en España al sitio donde haces la compra. Lee bien: primero recorres la casa armando la lista de necesidades, luego recorres el super y pones todo en un carrito, luego pones todo eso en la cinta de la caja, luego pones todo eso de nuevo en las bolsas, luego pones las bolsas nuevamente en el caro, luego lo haces pero  en el coche, luego bajas las cosas a tu casa, luego pones esas mismas cosas en los sitios donde faltaba lo que pusiste en la lista. Debe haber una forma de simplificar todo esto con efectividad, pues las veces que lo hice por internet, los huevos llegaron rotos o los productos podridos o vencidos, y venía el doble trámite de la queja o la movilización hasta el mercado para el cambio del producto. Con todo eso, no te da ganas de cocinar ni de comer. Y ni te digo lo que significa hacer todo eso para cinco o siete bocas diariamente y dos veces por día. Un horror patético, que aunque se trate de tu familia y seres queridos, despierta instintos asesinos.

Imagino una transportación molecular desde la góndola del supermercado al estante de mi alacena.

Besote,

Beatriz de Goytia
 

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