miércoles, 13 de noviembre de 2013

El sábado pasado estuve viendo la televisión por la noche...



Fueron apenas 15 minutos, esto lo digo en descargo mío, fue poco tiempo, pero no por decisión voluntaria, fue por imposibilidad que dejé de verla, sinceramente no podía más, se trataba de un debate sobre el Ministro Wert y su supuesta última metedura de pata, lo de las becas Erasmus, allí estaban los de siempre, el de ABC, el de El Mundo, Sánchez Dragó y otros habituales, unos frente a otros, a favor y en contra de que dimita.

Un espectáculo inútil, puro circo romano, divertimento vacuo, el ministro no hará ni caso a nada, y la audiencia oirá a los tertulianos como el que oye llover, y no por falta de transcendencia del tema sino por lo burdo del análisis, acabé con la cabeza reventada de lugares comunes, pensamientos políticamente correctos, dogmatismos irreconciliables, tópicos, filias y fobias irredentas.

¿Dónde está la seriedad en esos debates? ¿Dónde el análisis? ¿Dónde el rigor? ¿Dónde el respeto? Sinceramente no existen, en esa pugna de egos se trata simplemente de aplastar al otro o de darle jabón para ensalzándole ensalzarse a uno mismo.

Apagué la televisión decepcionado, añorando aquellos debates de La Clave, aquellos tertulianos que sí lo eran, aquellas profundidades y aquella honestidad y riqueza de ideas, principios, valores, y, por supuesto, aquel respeto mutuo.

el paseante

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