lunes, 14 de octubre de 2013

Decíamos ayer. Junio 2012 (1). Chopin y mi gato y otras historias.

jueves, 7 de junio de 2012

La lectura del fin de semana. El libro del desasosiego. Fernando Pessoa.

La semana pasada hablábamos del Estambul de Orhan Pamuk, y esta semana hablamos de la Lisboa de Fernando Pessoa.
Pessoa y Lisboa son un binomio inseparable.
En la foto aparece su estatua, sentado en un velador en la terraza de su café favorito A Brasileira.
Pessoa fue el paseante de Lisboa, modesto empleado en una compañía de exportación, aburrido contemplador de la cotidianeidad de su ciudad, poeta, escritor, pensador, filósofo de la vida, ensoñador.
Diario íntimo de pensamientos del escritor durante más de 20 años.
Pessoa nos habla de su día a día y del desasosiego que en él genera la cotidianeidad, y eleva a categoría su vida, universaliza su vida, universaliza su ciudad, universaliza sus pensamientos.
Pessoa se eleva desde su día a día al día a día de cualquiera, por eso te sientes tan identificado con esta obra, su Libro del desasosiego, el más conocido de él, el más popular, el más intensamente lisboeta.
Con anterioridad en el blog ya vimos ensoñaciones de Pessoa sacadas precisamente de esta obra, de su Libro del desasosiego.
Pessoa nos habla de esa bella ciudad atlántica, bañada por el Tejo, como ellos llaman al río Tajo, en su desembocadura, ancha desembocadura, llena de luz, de reflejos, de gaviotas y de belleza.
Europa se asoma en Lisboa al Atlántico.
Lisboa suspendida en sus desniveles sobre las aguas del río, contempladora del mar, nostálgica de travesías, singladuras, expediciones, conquistas, imperios, nostálgica de exotismo, nostálgica de amor.
Perdida, olvidada Lisboa, triste Lisboa.
Y el fado como trasfondo de una Lisboa nostálgica, efímera, trasnochada, el sentimiento profundo, en una súbita punzada de desconsuelo, y de desamor, como el Libro del desasosiego de Pessoa.
Los turistas se sientan junto con la estatua de bronce de Pessoa y no saben quién es, sonríen a la cámara, se hacen una foto y se van.
Deben pensar que la estatua de Pessoa es una atracción turística más, como un reclamo.
Una pena, podían leer el Libro del desasosiego y descubrirse entre sus páginas a sí mismos, pararse a pensar, y entender la vida de otra manera, desde la perspectiva de la nostalgia, de la saudade, de la melancolía, tan atlántica, tan finisterre.
Desde la perspectiva del hombre abandonado a su suerte por los dioses.

el paseante

El barquillero en el metro.

Un barquillero, un oficio del siglo XIX, en el metro del Madrid del siglo XXI.
Modernidad y tradición hermanadas en Madrid.
Madrid nunca deja de sorprenderme.
Foto tomada por el paseante en la estación de metro de Tirso de Molina de la línea 1 en dirección Sol, a las 17:00 horas de miércoles 6 de junio de 2012, con la cámara de su móvil Nokia X2.
el paseante

Desayuno con mi amiga Terre.



Terre, mi gran amiga Terre, ha venido hoy a visitarme y hemos desayunado juntos.
Un lujo de amistad, cariño, cercanía, comprensión, apoyo, ayuda.
Todo eso es Terre, una amiga magnífica.
Una compañera en la aventura de vivir.
Gracias Terre por tu amistad,
el paseante

Venecia en el recuerdo por fin (repetición).


Imprescindible Venecia.

Agua, piedra y luz, y ese olor a salitre que llega desde la laguna, Venecia pura en sus elementos, arte sobre arte, siglo sobre siglo, espejo del refinamiento, el pensamiento, la cultura, paradigma de espectáculo creado por la mano del hombre sobre la base de los elementos esenciales de la naturaleza. Venecia como una montaña de roca, como un mar siempre en calma, como la luz pura del cielo, como el olor a sal.

Venecia parece decirle al hombre:

Tú todo lo puedes. Mira lo que hiciste apenas de nada, aquí me tienes, obra tuya soy, para sorprenderte a través de los tiempos perduro, para demostrarte lo que eres capaz de construir cuando quieres construir en lugar de destruir.

Sumérgete en mi aire, en mi luz, piérdete por mis calles, contempla la luz que reflejan mis canales, entre todo ello habitas tú, en esta naturaleza transformada por ti, transmutada en vida, convertida en felicidad.

Nada dentro de mí y deslízate como un pez.

Y dentro de mí, en las naves oscuras de mis iglesias, en los salones de mis palacios, en las salas de mis museos, respira el aroma de los siglos, contempla los rincones de tu alma y aprende de nuevo la espiritualidad de lo sagrado.

Porque todo esto no es mío, ni de los que lo hicieron, es tuyo. Vengas de donde vengas, seas como seas, sólo por ser hombre tú eres parte y artífice de mí.

Y una vez que me contemples, por siempre me llevarás en tu corazón, como una lección aprendida que ya sabías pero habías olvidado.

José Ramón Carballo

miércoles, 6 de junio de 2012

Ser un icono: Vaslav Nijinsky.




Hay una exposición muy interesante en la sede madrileña de Caixa  Forum sobre Los Ballets rusos de Diaghilev, en ella tiene un significado protagonismo, no podía ser de otra manera, el gran bailarín Nijinsky.
Recomiendo ver la exposición, hay unos dibujos de Picasso para los figurines del ballet El sombrero de tres picos de Manuel de Falla, un cartel de Hockney y un retrato a lápiz del bailarín Léonide Massine hecho por Picasso, además de numerosos carteles y programas originales, que vale la pena contemplar, es francamente un deleite para los sentidos y para la sensibilidad.
También muy interesantes las fotografías del Victoria & Albert Museum, traídas desde Londres, imágenes de representaciones de los ballets rusos, especialmente interesante la foto de la boda de Nijinsky en Buenos Aires, dado lo curioso de las circunstancias.
También está la factura a nombre de Diaghilev del Hotel des Bains del Lido de Venecia, de fecha 15 de agosto de 1929, que quedó impagada porque murió el día 19 en esa misma ciudad.
Diaghilev fue el promotor de los ballets rusos de comienzos del siglo XX y descubridor del genio de Nijinsky, eran dos artistas, dos genios, que impulsaban sus creatividades recíprocamente, como el artista y su musa, fueron no sólo pareja artística sino también sentimental, y terminaron mal, en una gira de la compañía a Buenos Aires para actuar en el teatro Colón, gira a la que no fue Diaghilev por miedo a viajar en barco, Nijinsky se casó con una compañera suya de los ballets rusos, automáticamente Diaghilev le despidió de la compañía mandándole un lacónico telegrama.
Desde ese momento la estrella de Nijinsky se eclipsó, sin embargo la de Diaghilev siguió brillando, sustituyó en su corazón a Nijinsky por el nuevo primer bailarín de la compañía, Massine.
Nijinsky entra después de su matrimonio y expulsión de los ballets rusos en un periodo de fanatismo religioso y de remordimientos por su anterior relación homosexual con Diaghilev, y al final acabará loco, esquizofrénico.
Perdió su tutor, su alma mater, el ser que le daba vida, y se perdió él.
Recuerdo la película de Herbert Ross sobre el bailarín, una sucesión de espectaculares coreografías, saltos de baile magníficos, hoteles de lujo, camas de caoba, sábanas de seda, discusiones, pasionales reconciliaciones, decadentes escenarios de una pasión artística y amorosa que se nutrían mutuamente.
Y recuerdo la interpretación de Alan Bates como Diaghilev, y especialmente la escena en la que recibe el telegrama en el que se le anuncia que Nijinsky ha contraído matrimonio.

Tanto la exposición de Caixa Forum como la película de Herbert Ross nos acercan a estos dos mitos inseparables, fundadores de la historia del ballet moderno.

el paseante

El capital me aniquila.

¿A dónde nos ha llevado tanto capitalismo?
Pues al vacío, la incomprensión, el exterminio.
¿Apocalíptico?
Tal vez.
¿Realista?
Seguro.
Exterminio de la naturaleza, del espíritu, de la cultura, de la historia.
El triunfo de los números aniquila la razón.
¿Y el hombre dónde queda?
¿Qué queda de él?
Ser sólo una unidad de producción, y, como tal, objeto de explotación, y una unidad de consumo, y como tal objeto de manipulación.
Globalización, desencanto político, crisis.
Nadie se preocupa de las personas, que víctimas de un sistema injusto lo consienten con su silencio.
¿Egoísmo?
Tal vez todo el sistema se sustente en el componente egoísta del hombre y en su afán de supervivencia.
Olvidando todos aquellos otros valores como la solidaridad, la cooperación, la ayuda, que hacen que el hombre sea hombre y algo verdaderamente grande.
Tal vez estemos ante un cambio de ciclo, y sea necesario tocar fondo antes de poder resurgir.

el paseante

La confesión de Nerea.

Hola, soy Nerea y he matado a el paseante.
¡Menudo paliza que era el tío!
Y se creía guapo, atractivo y además iba por la vida enseñando el torso, un poco hortera.
¡Pero qué ridículo!
Pobrecillo.
Conmigo intentó ligar incluso, pero qué pensaba, no está hecha la miel para la boca del asno.
Yo le seguía la corriente, me daba pena, hasta que ya me harté de tanta insistencia y tanto romanticismo.
Hasta me escribía poemas, qué cursi, y llegó hasta a regalarme bombones, sólo dos, uno rojo y otro amarillo, seguro que esperaba que los compartiéramos, pero yo le dije que me los comería con mi novio. Menuda cara de incauto se le quedó.
Bueno, pues eso, que me lo he cargado, que menudo plasta, y que para eso está el matarratas, para matar ratas...
Me lo va a agradecer todo el mundo porque además tenía un blog, en el que daba la paliza a diario, iba de culto, de sensible, de solidario, pero el tío en realidad estaba como una cabra.
A mí un día hasta intentó darme un beso, pero menudo bofetón que se llevó. Y luego va y me dice que se lo había dicho Woody Allen, como si él tuviera trato con Woody Allen.
Lo que digo, que estaba chalado, y que está mejor muerto, así no molestará más a nadie.
Además, para evitar que me incriminen me he inventado una historia según la cual le ha matado su compañero de trabajo José Javier que es gay. a ver si cuela, la policía siempre sospecha de los gays, no va a sospechar de una mujer como yo, en cuanto me interrogan se ponen a mirarme las tetas y se creen todo lo que les digo. 
Por cierto, yo creo que el paseante también es gay, estoy leyéndome todo el blog y he llegado a esa conclusión, pero no es un gay cualquiera, en realidad es un gay raro, especial, un gay al que le gustan las mujeres, muy complicado, un caso único.
Retomando el tema, José Javier, su supuesto asesino, sí que lo va a pasar mal, aparte de ir a la cárcel es que como estaba enamorado secretamente de el paseante, va a sufrir mucho por su muerte, seguramente acabará suicidándose en la cárcel.
Lamentable, pero la culpa de todo la tiene el paseante por ser tan melifluo, anticuado y fantasioso, no podía seguir así, le he matado por compasión, por su bien, y es que con esa forma de ser no se puede ir por la vida, él ya no va a sufrir,  y los demás tampoco al no verle sufrir más.
Ha sido un acto realmente altruista por mi parte el matar a el paseante.

Nerea

martes, 5 de junio de 2012

Sin título (2).

Sin título. Óleo sobre lienzo. José Ramón Carballo. Junio 2012.

El cuadro de la semana. Lata de sopa Campbell. Andy Warhol.

Es la sopa favorita de mi padre, esta semana no hago más que hablar de mi padre, lógico, se parece a mí, bueno, más bien yo me parezco a él, porque él es el antecesor directo de el paseante en todo, estoy hecho a su imagen y semejanza, todo lo que hay en mí es recibido en origen de él, gustos, aficiones, pensamientos, ideas, forma de ver la vida y el mundo, de él y de mi madre, claro, insustituibles, el paseante es quién es gracias a ellos, sin duda, cualquier aspecto de mi personalidad, carácter, o de mi físico, puede rastrearse en ellos.
A mi madre no le gusta la sopa de tomate, sólo le gusta a mi padre, cuando era pequeño recuerdo que a veces mi madre la hacía para la cena, por aquel entonces la vendían de sobre, creo recordar que era de marca Knorr, y salía muy rica, a mí también me gustaba aunque me parecía que tenía un sabor algo fuerte.
Cuando dejaron de fabricarla ya sólo quedó en el mercado la clásica lata de sopa Campbell de tomate que inmortalizó Warhol en el más conocido de sus cuadros.
Mis padres la compran en el supermercado de El Corte Inglés que es el único que tiene estas sopas, no las busquéis en Eroski, claro.
Si queréis probarla, diluirla algo en agua porque viene muy concentrada.
A mí no me gusta, en eso he salido a mi madre y no a mi padre.
Pues aquí estamos, ante el bote de sopa más conocido del mundo, más reproducido, más deseado.
Junto con el retrato de Marilyn y el de Mao, son los tres cuadros más conocidos de Warhol, pero como la lata de sopa ninguno, ése es el top one sin dudarlo.
¿Y por qué?
Habría que analizar qué se propuso expresar Warhol al pintar este cuadro. 
Pues nada especial, seguramente quiso retratar una imagen del subconsciente colectivo de los norteamericanos, Warhol es lo que hacía en sus cuadros, creaba iconos, sacaba a las luz mitos, daba cuenta de lo que llevaban en la mente, en sus profundidades, todos los americanos.
Y el resto del mundo adoptó esas imágenes como paradigma de la modernidad.
El arte moderno empieza con Warhol, con él el arte se despoja de cualquier pretensión forzada, se vuelve libre, espontáneo, natural, ocurrente, provocador, sorprendente, se pega en nuestra retina que queda deslumbrada, y se fija en nuestro subconsciente porque ya forma parte de él previamente, es decir, Warhol no es sino el medium de la modernidad, el demiurgo del arte moderno, él dio el pistoletazo de salida de la revolución artística del siglo XX, antes que él lo intentaron las vanguardias, pero las vanguardias estaban aún muy apegadas al arte clásico, suponen una reacción respecto del arte clásico y aún tienen su lastre, Warhol rompe con el clasicismo abruptamente y nos transporta a un mundo nuevo.

el paseante

p.d.- no dejéis de probar la sopa. 

La muerte del interventor adjunto. Relato corto.


LA MUERTE DEL INTERVENTOR ADJUNTO - Por Nerea.
Aquel día J.R. llegó temprano al trabajo. Atravesó con paso parsimonioso el largo pasillo de la nave que conducía a su despacho mientras pensaba que era una pena que lo que en tiempos fue un hermoso hospital con aires caballerescos, hubiera quedado relegado a un contenedor de oficinas desangeladas…
-”Al menos queda la fuente y estos enormes ventanales que lo hacen luminoso…¡Bueno, y la morcilla de Cari!” -se dijo para animarse-.
Pero fue en vano, porque ninguno de los pensamientos que habían pasado por su cabeza aquella mañana habían conseguido quitarle la desazón que sentía desde que había sonado el despertador. Algo le inquietaba, pero no sabía exactamente qué. Y eso le ponía aún más nervioso.
         Su malestar debió de resultar más obvio de lo que pretendía, porque su nueva amiga también lo notó. Había bajado a verle y charlar con él como hacía de vez en cuando, pero al poco rato le soltó:
-      ¿Qué te pasa J.? Estás muy serio –le dijo-.
-      Pues la verdad es que no lo sé –contestó él, circunspecto-.
Se habían hecho amigos desde el primer momento en que les juntó el azar. Conectaron naturalmente, sin esfuerzo. Como si hubieran coincidido en otras vidas y se conocieran a la perfección.
         J.R. sentía mucha ternura por Reme. Le parecía alegre, pero no loca. Inocente, pero no tonta. Fresca, pero no descarada. Y le encantaba hacerla reír y reírse con ella, porque en esos momentos a ambos les brillaban los ojos.
Como si a través de la risa pudieran sacar la cabeza y tomar una bocanada de fantasía –necesaria como el aire-, para sumergirse de nuevo, alegres como delfines, en las profundidades de la realidad.
         A Reme le gustaba el carácter de J.R. porque lo percibía suave. Pero no ese tipo de suavidad blandengue y fofa. No. Tenía más bien la firme suavidad de un canto rodado, sólo que, a diferencia de éste -moldeado por los caprichos del tiempo-, J.R. parecía estar esculpiéndose a sí mismo como si de una escultura de mármol se tratase. Daba la sensación de que no le había gustado mucho la forma que le había dado la vida (de pensar, de ser, de estar..) y hubiera decidido limar cada arista de su temperamento hasta alcanzar la redondez perfecta. Pero sabía que esa era una tarea ardua, si quería hacerlo bien, así que había optado, sabiamente, por tomárselo con calma, sin prisa pero sin pausa. De ahí la tranquilidad que desprendía…
         Pero aquel día J.R. no estaba tranquilo. Intuía que algo iba a pasar y así se lo dijo a Reme.
-      Recuerda que tengo poderes, Reme. Que todo lo que pienso espontáneamente se cumple, -dijo-.
Reme se rió porque nunca sabía si hablaba en serio o en broma, y es que sus  palabras decían una cosa, su media sonrisa otra, y su mirada otra. Y Reme decidía a cuál de las tres creer, en función de lo cerca del suelo que quisiera tener los pies. Porque hablar con J.R. era como columpiarse. Uno podía sentirse elevado hasta salirse de la órbita terrestre, o peligrosamente cerca de la tierra, tanto que, si te descuidabas, podías rozarte las rodillas con la arena. Pero esa vez Reme decidió seguirle el juego:
-      Muy bien –dijo Reme-. Tienes poderes. Entonces sabrás qué es lo que has pensado para estar tan nervioso ¿no?. Y si sabes lo que has pensado puedes estar prevenido y evitarlo…
-      No es tan fácil, mi querida amiga. Sólo puedo saber lo que va a pasar, pero no puedo intervenir de ninguna manera…  y eso que soy Interventor.
Nuevas risas. J.R. era incapaz de perder su humor incluso en los momentos críticos…
-      Bueno, J. No te preocupes. Mira, si quieres, como esta tarde nos vamos a quedar a hacer horas, puedo pasarme por tu despacho y nos tomamos ese Lambrusco de Caprabo que tienes conservado en hielo… aunque a estas alturas ya estará derretido !!
Quiso sacarle una sonrisa con ese tonto comentario pero, por un lado Reme no era tan ingeniosa como J.R. y por otro, éste parecía francamente preocupado.
-      Vale –dijo sin mucho ánimo-. Quedamos esta tarde.
Reme se fue a comer a un restaurante cercano, pero la comida apenas le aprovechó porque no podía dejar de pensar en su amigo. Aunque ella era de natural optimista, J.R. había conseguido preocuparla, así que pagó la cuenta y decidió ir directamente a verle.
         Se dio cuenta al instante de que algo grave había ocurrido cuando vio un coche de la guardia civil y una ambulancia a las puertas de su lugar de trabajo. Con el corazón en un puño se acercó a uno de los guardias, le dijo que trabajaba allí y le preguntó –temerosa- qué había pasado.
-      No le puedo explicar nada, señorita, y tampoco puedo dejarla pasar. Hemos precintado la entrada hasta que se aclare lo sucedido.
No podía creerlo. Presentía algo malo y tenía que salir de dudas. Por primera vez Reme se alegró de tener un móvil institucional. Buscó el teléfono de uno de los vigilantes del edificio, con el que se llevaba muy bien, y le llamó. A los cinco tonos, cuando ya comenzaba a desesperarse, una voz descompuesta contestó al otro lado del teléfono.
         -¿Dígame?
        
         -Hola Adrian, soy Reme. Estoy en la puerta, pero lo guardias no me dejan pasar y tampoco me dicen nada. ¿Tú sabes qué ha ocurrido?
         -Pues sí, Reme. Siento tener que ser yo el que te dé esta mala noticia, pero hemos encontrado a tu amigo J.R. –el Interventor- muerto en su despacho.
Reme se quedó blanca. La sangre de todo su cuerpo se paralizó, presa de la impresión, y colgó el teléfono sin decir nada. Cuando consiguió recomponerse su actitud había cambiado. La idea de ver a su amigo antes de que se lo llevaran se hizo perentoria y todas sus neuronas comenzaron a funcionar –cosa inusual en ella- hasta dar con la manera de entrar en el edificio.
         Se dirigió resuelta y decidida al oficial que antes le había impedido el paso y el dijo:
-      Ya sé lo que ha pasado y creo que debería dejarme entrar. Puede que yo sea la última persona que haya visto a José Ramón con vida y tal vez pueda ser de ayuda para esclarecer los hechos (pero ¿qué vocabulario es éste? –pensó para sí- ¡ni que fueras abogada, Reme! Me parece que has visto demasiadas películas…)
-      De acuerdo, pasé usted. Pero no salga del edificio hasta que no le dé permiso alguno de mis compañeros ¿entendido?.
-      Entendido. Muchas gracias.
Reme no podía creer lo que acababa de hacer. Ella jamás hubiera tenido el valor de enfrentarse a un guardia, pero algo que no sabía qué era parecía guiar sus pasos, diciéndole cómo debía actuar en cada momento. Tal vez fuera J.R. desde el más allá…
Tuvo suerte, porque cuando llegó a la puerta de la oficina de su amigo, no había nadie. Sólo un precinto que intentaba disuadir a los curiosos. Lo franqueó y entró cautelosamente en el despacho. Los latidos de su corazón se hicieron tan audibles que le resultaron ensordecedores. Nunca había visto a un muerto, y menos en esas circunstancias.
Contra todo pronóstico se tranquilizó instantáneamente al ver el rostro de J.R., tal era la paz que desprendía. Su cabeza descansaba apoyada sobre la pila de papeles que cubría la mesa y parecía dormir sereno, con una dulce sonrisa en la cara. Tenía exactamente la placidez de un bebé. Incluso se podría decir que estaba contento.
-      Cómo no va a estar contento –pensó para sí, Reme-. ¡Si se ha pimplao él solito toda la botella de Lambrusco!.
Se avergonzó al momento de su frívolo pensamiento. ¡Cómo se le podían ocurrir esas cosas con su amigo de cuerpo presente!. Pero es que J.R. tenía la facultad de hacerla reír incluso desde la otra vida.
Efectivamente, la botella de Lambrusco descansaba vacía y sola en la papelera. Llamativamente sola.
-      ¿Es que J.R. no tiraba ningún papel? –se preguntó-. Y como si alguien le hubiera chivado la respuesta se contestó que no, que J.R. no tiraba nada. Que todo lo que había en la Vida le servía; todo lo valoraba. Incluso aquello que a priori no le gustaba, era capaz de reconvertirlo, de transformarlo hasta hacer de ello algo amable.
“Entonces, si no tiraba nada, tampoco habría tirado la botella de Lambrusco” –pensó Reme-. Probablemente la habría adoptado y convertido en un hermoso jarrón donde colocaría aquella bonita flor de madera que un día le hizo una amiga.
La idea de que otra persona había dejado la botella en la papelera cruzó la mente de Reme como un relámpago. Si era así, la primera impresión de que J.R. había muerto por causas naturales podría ser falsa. Pero pensar que alguien le quería tan mal como para matarle, le parecía descabellado.
         -Demasiadas películas, Reme, ya te lo he dicho –se dijo para sí-. Tranquilízate, sólo estás sugestionada y quieres encontrar una explicación a la muerte repentina de tu amigo, eso es todo.
Pero a Reme le extrañaba que J.R. hubiera decidido beber él solo cuando habían quedado esa misma tarde para estrenar la botella de vino. Por muy preocupado que estuviera eso no era propio de él. Definitivamente algo no cuadraba. Entonces lo vio.
Entre los innumerables post-it que se posaban ligeros como mariposas por todo su escritorio, le llamó la atención uno que estaba sospechosamente cerca de su mano derecha. Como si fuera el último que hubiera escrito antes de morir. Reme no lo pensó dos veces. Cogió el post-it y salió del despacho justo cuando comenzaba a oír voces al final de la nave. Le dirigió una última mirada de despedida a su amigo, y le prometió que averiguaría quién le había hecho eso, porque cada vez estaba más convencida de que alguien había acabado con su vida.
Mientras se encaminaba con tranquilidad fingida hacia la salida de la nave, se preguntó cómo podía haber tenido la sangre fría de robar lo que podía ser una prueba valiosísima para arrojar luz sobre lo sucedido. La verdad es que no se reconocía. La Reme habitual se habría puesto a llorar desconsoladamente nada más ver a su amigo, y sin embargo ella no había soltado ni una sola lágrima. Era como si todos sus sentidos estuvieran alertas, concentrados en la única tarea de vengarle. Ya tendría tiempo de llorar. Ahora Reme sólo podía sentir que una fuerza superior le impelía a actuar y le confería el valor para hacerlo.
Pues con ese valor contestó a los guardias que la esperaban a la salida de la nave.
-      Señorita, no se puede estar aquí. ¿Puede decirnos qué hacía en ese despacho?
-      Sólo quería despedirme de mi amigo antes de que se lo llevaran, contestó Reme con tristeza. – Y para calmar la mirada recelosa de los guardias añadió:
-      No sé si puedo servirles de ayuda, pero creo que he podido ser una de las últimas personas que vieron a José Ramón antes de su muerte.
-      En ese caso tenemos que hacerle algunas preguntas. ¿Cuál es su nombre completo, señorita?
-      Remedios de Dios, y no admito coñas, ¿eh?.
Los guardias se mostraron muy profesionales porque no realizaron gesto alguno. Después le preguntaron sobre su relación con J.R. y cuándo fue la última vez que habló con ella. Reme les contó todo, incluso la extraña preocupación que tenía J.R. esa mañana. Al fin y al cabo no tenía nada que ocultar, y se ve que lo notaron enseguida, porque se relajaron al momento.
Una vez que hubo declarado lo que querían saber, la dejaron marchar. Recogió sus cosas y se fue a casa. Necesitaba pensar. Durante el trayecto en el  tren, sacó el post-it de su bolso y se dispuso a leerlo. Le temblaban las manos. Sabía que probablemente en ese pedacito de papel, J.R. le había dejado la clave de su muerte.
Con trazos irregulares, debidos sin duda a que empezaba a notar que se le escapaba la vida, J.R. había plasmado en el post-it un dibujo curioso. Reme sabía que a su amigo le gustaba pintar y también que le gustaba jugar, así que no le costó llegar a la conclusión de que ese mensaje estaba dirigido a ella, un mensaje oculto en una especie de jeroglífico.
-      ¿Pero qué coño es esto? -se preguntó Reme-. ¿Cómo es posible que alguien sea capaz de elaborar un jeroglífico cuando se está muriendo?.
La verdad es que si había alguien capaz de eso y mucho más, era J.R. Él era sorprendente hasta el final.
Al principio pensó que el dibujo tal vez fuera producto de un delirio, porque no parecía tener mucho sentido. Representaba a una gallina de la que salía un bocadillo –como en las viñetas de los tebeos- que contenía la onomatopeya de un cacareo: “COC, COC, COOCC”. Pero si el dibujo era desconcertante, más lo era el hecho de que el cacareo estuviera tachado. Como si en el último momento J.R. hubiera pensado que la señal que estaba dejando no era la adecuada para transmitir lo que quería.
-      Primero dibujas una gallina cacareando… ¡Y luego lo tachas!. Desde luego J.R. no me lo has dejado muy fácil, que digamos – le reprochó Reme mirando al cielo-
Después de un rato cavilando tuvo que reconocer, muy a su pesar, que a lo mejor tendría que llevar el post-it a la policía científica si quería esclarecer el misterio…
         Aquella noche apenas pudo conciliar el sueño y cuando lo conseguía, una imagen aparecía con inquietante insistencia, una y otra vez. En el sueño veía a su amigo hablando con una gallina que llevaba bajo el brazo. Parecían discutir. La gallina no hacía más que decir COC, COC, COOCC, y J.R. le respondía enfadado: NO, gallina, COC, COC, COOCC, NO !!
Cuando Reme se despertó, sobresaltada por la alarma del reloj, estaba empapada en sudor. Recordaba el sueño con perfecta nitidez, pero seguía tan perpleja como el día anterior. La verdad es que no le extrañaba nada que hubiera soñado con su amigo y la gallina, porque se dio cuenta de que se había quedado dormida con el post-it en la mano, estudiándolo.
-      Por cierto, ¿dónde está el post-it? –se preguntó-. Claro con las vueltas que habré dado en la cama se habrá caído…
Efectivamente, cuando salió de la cama, allí estaba el post-it, pegado en el suelo del parqué. Parecía quejarse de haberse caído, bueno, más bien de que le hubieran tirado, porque ese lecho, aunque cálido, le resultaba un poco duro. Pero esperó resignado a que Reme le recogiera.
Se agachó para cogerlo y se quedó petrificada. Por primera vez lo estaba viendo al revés, es decir con la gallina boca abajo y las letras invertidas. Y tuvo una revelación. Es verdad que se había preguntado antes por qué el último de los tres cacareos estaba escrito de diferente manera, pero en su momento pensó que era una licencia poética de J. para darle más realismo al comentario de la gallina. Ahora, al verlo desde otra perspectiva, se dio cuenta de que no estaba escrito así por casualidad, que era una pista clave. Y ella sabía el significado.
-      ¡Cómo no se me había ocurrido antes! –exclamó emocionada-. ¡¡ El tercer COOCC me está llevando a las siglas de Comisiones Obreras!!. Pero es que hay más: el asesino NO es de Comisiones Obreras ¿verdad, amigo?, y no lo es porque… ¡LO HAS TACHADO!. ¡Qué ingenioso eres, cabrón! –dijo sonriendo al espíritu de J.R.-
Reme ató cabos y supo sin ninguna duda quién había matado a su amigo. Se duchó, se vistió y después de tomar un desayuno frugal se fue a trabajar. En el tren planeó la manera de abordar al asesino, y cuando entró en el palacio se dirigió, serena, hasta el final de la nave donde sabía que estaba la mesa del compañero de J.R. Allí lo encontró, sentado y solo, mirando tranquilamente la pantalla del ordenador. Reme no había tratado mucho a Jorge Javier. Sólo sabía que era miembro de U.G.T. y que parecía llevarse bien con J.R. Parecía.
Reme se acercó muy despacio, teatralmente, al oído de Jorge Javier y éste se estremeció. Tal vez esperaba oír un mensaje diferente a lo que estaba a punto de escuchar.
- Sé que has matado a J.R. –le soltó a bocajarro en un susurro-. Jorge Javier se quedó lívido, lo que otorgó más seguridad a Reme para continuar su acusación.
-Tienes dos opciones –dijo dueña de sí-. La primera es negarlo todo y decir que estoy loca, pero si haces eso te juro que te haré la vida imposible de mil maneras distintas hasta que confieses. Tú no me conoces. Y la otra opción -que creo que es la más inteligente- es que lo hagas ahora y alegues enajenación mental transitoria. Tal vez así consigas pasar sólo unos pocos años en la cárcel. Tú decides.
Jorge Javier sopesó un momento ambas posibilidades y optó por la confesión.
-      Está bien. Yo lo hice. Le maté porque las risas que salían de su despacho cada vez que venías a verle me quemaban por dentro. Yo intentaba controlarme, no darle importancia, pero la sensación iba en aumento hasta que se hizo insoportable. Entonces empecé a sentir la urgencia de decirle lo que pensaba y acabar con ello. Pasé tiempo dándole vueltas a la idea, intentado encontrar las palabras adecuadas. Había imaginado todas las reacciones posibles. Incluso había comprado un matarratas cuando fantaseé con la idea de matarle si me rechazaba. Había guardado el veneno en un cajón y en él descansaba olvidado, esperando su momento estelar. Total, muerto el perro se acabó la rabia ¿no?. Así que ayer por la tarde, como estábamos solos, pensé que era el momento adecuado para abordarle, y entré en el despacho decidido a decir lo que sentía –“Tengo que confesarte una cosa que me está matando, J.R”-le dije-. Él me miró curioso y me animó a continuar:-“Tú dirás Jorge”. –“Verás, dije con voz temblorosa, no sé como decirlo…estoy enamorado de ti”. Aunque J.R. trató de mantener el tipo, como caballero educado que era, no pudo evitar dejar traslucir cierta repulsión cuando me declaré. Yo le conocía bien y sabía interpretar sus gestos. Así que inmediatamente salí del despacho avergonzado. Poco después salió él intentado apaciguar los ánimos: -No te preocupes Jorge Javier, yo te tengo mucho aprecio como amigo, y no es nada personal. Si fuera homosexual seguro que ya habría intentado seducirte, pero es que soy asexuado, compréndelo. Y para hacer las paces, si te parece, te invito a tomar algo del Lambrusco que iba a compartir con Reme esta tarde-. A mí ya nada podía consolarme. Le quería para mí y si no podía tenerle acabaría con él. El Lambrusco me dio una idea, así que le contesté:– “Estupendo, ve a tu despacho que yo voy ahora con dos vasitos de plástico que guardo para ocasiones como ésta”-dije aparentado normalidad-. Rescaté el matarratas del cajón y le eché un poco en su vaso. Entré relajado a su oficina, cogí la botella delante de él y llené los dos vasos.- ¡Chin, chin! ¡Por la vida!-brindamos-. La cosa se animó y al final terminamos la botella. Tras apurar la última copa me excusé y salí del despacho. No sé si llegó a pedir ayuda cuando comenzó a sentirse mal, porque yo me fui a mi casa en seguida. Eso es todo. El resto ya lo sabes.
Reme le miró con profundo desprecio y no hizo comentario alguno. No lo merecía. Recorrió el pasillo de la nave rumbo a la salida con una sensación de triunfo. Y una profunda tranquilidad le invadió de repente, esa tranquilidad que solía transmitirle J.R. Notaba que él estaba sonriendo desde el más allá, agradecido, y supo, como esas cosas que se saben por que sí, que su amigo había alcanzado la redondez perfecta. En vida él no sabía lo cerca que estaba de su objetivo. Fue cuando sintió que le acechaba la muerte cuando lo vio. De ahí la enigmática sonrisa que se le quedó prendida en el rostro.
La mayoría de las personas necesitan muchas vidas para alcanzar esa redondez porque no se preocupan por aprender, viven sin apenas darse cuenta de que están vivos. Pero J.R. no, J.R. se lo había currado, había exprimido la Vida al máximo y se había ganado a pulso el premio.
…Cuando Reme sintió la certeza de ese pensamiento entonces, sólo entonces, comenzó a llorar.

El paseante enamorado. Poema.

El paseante enamorado

Ondulante ensoñación, tal vez pesadilla
Recóndita dicha, recóndito amor
Enséñame tu alma plena
Tu pecho cálido, tu boca serena
Tu luz de plata sobre el carmín
Paciencia toda encaramada en tu cintura
Por entre el esplendor de tu sexo
Contenida paciencia que estalla
En el alarido del goce de la pasión
Despiertas a mi voz
Despierto a tus caricias
En la suave dulzura de un nuevo día junto a ti
Terminarán las guerras y llegará la paz
Se extinguirán las florecientes civilizaciones
Y tú seguirás por siempre a mi lado
Vestigio de ti en mi alma
Más allá del tiempo
Vestigio eterno de amor
Y sobre mis labios el perenne recuerdo de tus labios
Y sobre mi mirada tu mirada feliz
Y sobre tu recuerdo toda mi vida
Como un palacio de mármol
Inamovible, inacabado, indestructible
Eterno y febril

José Ramón Carballo
5 de junio de 2012

La película de la semana. Martín Hache. Adolfo Aristarain. 1997.

Eusebio Poncela, Federico Luppi, Cecilia Roth, Juan Diego Botto...
Dirige Adolfo Aristarain.
Año 1997.
Parece que fue ayer...
Es una película de rojos, como diría mi padre, y encima argentinos, de exiliados rojos argentinos, lo peor de lo peor, según mi padre claro, él nunca la veía, pese a ser un gran cinéfilo y haberme iniciado en el amor por el séptimo arte, tiene sus prejuicios ideológicos, uno de ellos es el cine español, dice que sólo se dedican a meterse con Franco, que no tienen otro tema, y otro prejuicio es el cine de argentinos exiliados, como él lo denomina, Luppi y compañía, y ni hablar del clan Bardem, en fin, eso ni mentárselo.
Es una pena porque la película, si fuera capaz de llegar a verla, le encantaría seguro.
Se me olvidaba, otro anatema para él es Almodóvar, es como el maligno, algo insuperable.
Y le pasaría lo mismo con Almodóvar, si fuera capaz de romper los prejuicios ideológicos y enfrentarse con ese cine del que abomina, sé que le encantaría, aunque aún más difícil que conseguir que viera estas películas, siquiera una, sería que reconociera que le ha gustado.
Mi padre es una persona de convicciones firmes.
Bueno, al grano, que me he vuelto a ir por las ramas...
La escena de la foto es única, irrepetible, y fundamental en la película, yo me identifico totalmente con esa escena y con el personaje de Eusebio Poncela.
Eusebio Poncela representa a un actor en la película, y en la escena interpreta una obra de teatro de vanguardia, podría ser Bertold Bretch, creo recordar que se trata de Esperando a Godot.
En mitad de la representación se quita la peluca, la tira al suelo, se encara con el público, lo increpa, y sale de la sala por el patio de Butacas, al salir a la calle irrumpe en una carcajada salvaje.
¿Y qué dice al público?
Pues les viene a decir algo así como que son unos pretenciosos, que no hacen nada para que las cosas cambien y mejoren, que están apoltronados, y que van al teatro para sentirse muy de izquierdas, "de izquierdas que te pasas", y muy intelectuales, que van a ver "obras, durísimas, durísimas, tío", les dice que le dan asco y se va.
Esto sí que es cuidar a tu público.
Lo demás son tonterías.
Pero la escena es insuperable en forma, contenido, interpretación, sorpresa.
Poncela representándose a sí mismo, rompedor, iconoclasta, removedor de conciencias, revolucionario más allá del falso paripé de la falsa izquierda.
Y vuelvo a mi padre, coincide con Poncela en todo, mi padre desde joven ha sido igual, y yo soy en esencia igual, por eso abomina mi padre, igual que el Poncela de la película, de esa falsa izquierda postiza que no hace sino negocios con su supuestas ideas.
Volviendo al tema, película sobre la amistad, el amor, las drogas, el desamor, el suicidio, la paternidad, la nostalgia.
Increíble película, increíble dirección, el director desaparece de la película, como debe ser, y todo parece natural, real, verdadero.
Cecilia Roth inconmensurable en un papel único, Luppi, Poncela y Botto igualmente grandiosos.
Perdón por los superlativos, pero no puedo evitarlos, si existen será para poder usarlos, y la película lo merece, y las interpretaciones especialmente.
Película superlativa pues.
Película de actores, de grandes actores.
Película imprescindible.

el paseante

lunes, 4 de junio de 2012

Respuesta a la sombra. Poema.

Poema dedicado a mi sombra

Amor, sombra
Plata sobre la luz
Hermosa sombra sobre las aguas reflejada
Pasión perfilada en un contorno preciso
Me muevo y te mueves
Balanceas tu figura como en un baile de olas
Sombra, amor
Eclipse de mí mismo
Refulge tu estaño tenue sobre la tierra
Alumbra tu apagada luz mi alma
Y al fin en ti contemplo siempre mi ardiente dicha
Que deambula como un fiel reflejo, alargada y fugaz
Sombra, sombra
Espeso beso infinito
Que junto con mi débil voz te aprisiona en mí
Te ata a mí, en un tango apasionado
Febril de noches reencontradas en tu regazo
Tranquilo de lágrimas lloradas por ti
Amor, amor
Labios como besos de mis pasos
Sobre la ligera atmósfera de la tarde el péndulo de oro del sol
Avanza hacia ti y te destruye
En un confín de mí que desaparece
Como en un manantial de amor

José Ramón Carballo
4 de junio de 2012

La foto de la semana (11). Autorretrato.

Autorretrato. José Ramón Carballo. Cámara móvil Nokia X2. Junio 2012.

Atardecer del 3 de junio de 2012. Reportaje fotográfico.









La sombra del paseante.



LA SOMBRA DEL PASEANTE.
Todo empezó por casualidad. Descubrí al paseante un día caluroso de verano mientras buscaba un sitio para sentarme en la Gran Vía de Madrid. Estaba intentado vislumbrar algún banco entre la marabunta de gente cuando le vi. Me llamó la atención la cadencia serena de su paso, la expresión tranquila de su rostro. Parecía observarlo todo sin juzgarlo, limitándose a saborear la Vida hasta comprender su esencia. Fluía y se confundía con su entorno. Todo era uno.
Esa fue la primera impresión que me causó, y fue lo que me atrajo irremediablemente hacia él. No sé por qué, sentí el impulso irrefrenable de tumbarme a su sombra, aunque al momento pensé que sería algo difícil de hacer porque el paseante no dejaba de pasear, o eso creí al principio. Pero cuando decidí seguirle disimuladamente para conocer mejor sus costumbres, me alegró descubrir que cuando algo le impactaba se quedaba petrificado, se paralizaba. En esos momentos de revelación estaba más iluminado que nunca, y, como consecuencia de ello, su sombra se hacía más nítida, más definida y profunda. Irresistible. A partir de entonces, le seguí cada día y esperé impaciente a que se produjeran esos momentos luminosos para tumbarme, ávidamente, a su poderosa sombra. Qué frescor. Qué relajación. Era una maravilla descansar a la sombra del paseante, la verdad, porque desde esa posición se captaban divinamente sus ondas, y podía recibir toda la sabiduría del mundo que le inundaba y resbalaba por su piel hasta llegar al suelo, donde yo la esperaba sedienta. Tanto me gustó la sensación que me producía estar a la sombra del paseante que acabé por fundirme con ella. Desde entonces sólo existo porque él existe, aunque sólo aparezco cuando está iluminado. Unas veces me manifiesto detrás de él, otras delante… pero cuando estoy más en mi salsa es cuando voy a su lado, porque entonces vamos de la mano, y me trata de igual a igual.
Ahora soy tu sombra, paseante. Aunque si vamos a estar tan unidos a partir de ahora, me parece que no tiene mucho sentido que te siga llamando paseante ¿no?. Es demasiado formal. Entonces creo que te llamaré Jota. Sí. Eso haré. Encantada de conocerte Jota.
La sombra del paseante

El cubo Rubick. Contrasemblanza.


Tiene la cabeza cuadrada.
Sí.
Pero muy cuadrada.
Totalmente cuadrada.
¿Y qué has querido decir con eso?
Pues que es un cabeza cuadrada.
¡Qué ingenioso!
¿Y por qué tiene la cabeza tan cuadrada?
No lo sé, nunca me lo he preguntado.
¿Será genético o algo aprendido?
Pues seguramente ambas cosas.
¿Y no me dices nada más?
Es que no se me ocurre nada.
Hoy estás bajo de inspiración.
Algo así.
¿Y por qué?
No lo sé.
No sabes nada, esta contrasemblanza está siendo muy sosa, como muy gris.
Pues seguramente.
Te pregunto: ¿es soso, es gris, el contrasemblanceado?
Pues tal vez.
No te motiva ni decirme eso siquiera.
Nada, ni eso, no tengo mucha opinión al respecto.
Pues bien poca cosa he sacado.
Demasiado, diría yo.
Vale, vale, ¿te encuentras bien?
Perfectamente.
¿Eres feliz?
Absolutamente.
¿Entonces?
¿Entonces qué?
¿Qué te pasa?
Nada, que soy feliz.
Pues ten cuidado no sea que con la felicidad se te vaya la inspiración, la creatividad.
No lo creo...

el paseante

viernes, 1 de junio de 2012

Consejos de salud: la ducha de agua fría.



Esta costumbre es muy buena en verano, así como también en invierno. Tiene muchísimos beneficios para todo el organismo, entre ellos encontramos:
Las venas se contraen, se reactiva la circulación de la sangre, la piel se tersa, llevando sangre y oxígeno a cada poro. Revitaliza y tonifica todos nuestros músculos y mente. Beneficiosa contra el tan común dolor de piernas y muchos estados de fatiga mental. Estimulación total de las defensas. El organismo empezaría a generar glóbulos blancos fortificándose contra resfriados, gripes y muchos tipos de asma
Previene la calvicie: al estimular el cuero cabelludo, su corriente sanguínea se excita revigorizando todos sus vasos sanguíneos y fortaleciendo la capa superior del tejido. El agua muy caliente es sedante para nuestro pelo.
Alerta: una persona que se ducha con agua fría está mejor predispuesta a realizar un trabajo físico o mental, además está más alerta y despejada, que una que lo haya hecho con agua caliente, pues despierta los sentidos
Es muy bueno ducharse con agua fría antes de meditar. Nuestro estado mental es más sereno y controlable.
Mejora la disposición de nuestros órganos internos, aumenta el metabolismo, por lo tanto existiría una mayor eliminación de lo que nos sobra en nuestro cuerpo, estimula la diuresis, disminuye el pulso y la respiración…
Ni hablemos de la reacción en los testículos de un hombre, mejora notablemente la calidad y la producción de los espermatozoides.
También ayuda a combatir la depresión, según un estudio (Discovery news), ya que puede activar el locus ceruleus, zona del cerebro que es la principal suministradora de noradrenalina, sustancia que puede ayudar a aliviar la depresión. Se cree que es debido a que el número de receptores cutáneos del frio es de 3 a 10 veces superior al de receptores de calor, con lo que la ducha fría sería una especie de “electroshock suave” para el cerebro, activando esa zona y, por tanto, la producción de esa sustancia..
En las horas posteriores tenemos una sensación de placer y bienestar.

16.000 vivitas al blog!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Nuevo record del blog!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Acabamos de superar las 16.000 visitas al blog de el paseante.
En 9 meses de vida el blog ha acumulado ya 16.000 visitas, y desde más de 30 países.
Gracias por vuestra fidelidad,

el paseante

Chopin y mi gato. Poema.

Chopin y mi gato

Sonaba en la radio un nocturno de Chopin
Anochecía sobre Madrid lentamente
En tus pupilas verdes se iba apagando el tenue reflejo de la luz del día
Y se te entrecerraban tus ojos, gato, con un pesado primer sueño
La dulce armonía del piano te acompañaba
Te mecía en tu ronroneo que punteaba los compases del piano
Chopin y tú tocabais al unísono, interpretabais toda la ternura del mundo
Toda la ternura que desde mi alma iba y volvía hasta la tuya
Rozando tu alma en una delicada caricia de amor
Se desvanecía el día, se desvanecía la música, te desvanecías tú en tu sueño
Ibas cayendo por suaves pendientes de arpegios entrelazados
Armonía que hacía nacer en mí sentimientos de belleza
De dulzura
Y de amor

José Ramón Carballo
1 de junio de 2012
No hay comentarios:

No hay comentarios:

Publicar un comentario