lunes, 14 de abril de 2014

Somos sólo Dios, lo queramos ver o no.




Las semanas santas de mi infancia, qué diferentes a las de hoy en día, eso eran semanas santas y no lo de ahora, recuerdo que se vivía de una manera más intensamente religiosa, se respetaba ante todo el carácter religioso de las festividades frente al carácter lúdico que ahora prima, pocos piensan ahora en el significado profundo de la semana santa, de lo que supone para los cristianos, por aquel entonces había un recogimiento, una espiritualidad, unas creencias más arraigadas, más firmes, una comprensión mayor del verdadero significado de la semana santa.

Frente al consumismo facilón, la búsqueda de la diversión, de la evasión, del divertimento, frente a todo eso hay un fondo que con frecuencia no queremos ver y en el cual no reparamos, el verdadero significado de la pasión de Cristo, su ejemplo de sacrificio y de perdón, la redención que supone su muerte de todos nuestros pecados.

Difícilmente algo que dura 20 siglos puede no significar nada, las personas no somos tan tontas, eso está claro, al menos para mí y para millones de habitantes del planeta.

Creer en Dios es algo íntimo, personal, no es nada que tenga que ver con jerarquías eclesiásticas, preceptos, obligaciones, represiones, pensamientos únicos, nada de eso tiene que ver con la fe que profesamos millones de personas en todo el mundo, cientos de millones de personas, la fe es un asunto íntimo entre los creyentes y Dios.

En mi caso la fe es algo connatural a mí, algo de lo que sería imposible desembarazarme, y algo que para mí es beneficioso, que me reconforta, me tranquiliza, me da paz, me hace comprender el mundo y ver en todo un sentido que de otra forma no tendría, me quedaría como desnudo, vulnerable, sin mi fe en Dios.

No concibo mi vida sin Dios y en estas celebraciones lo veo aún más claro, su simbolismo me ayuda a comprender las enseñanzas de Cristo, su ejemplo, su dedicación y atención por todos nosotros, su efecto balsámico sobre mí, sobre mi alma, la fe en Dios es el bálsamo que todo lo cura, como hijo suyo que soy recibo su amor, y ese amor me sana, me hace crecer, me hace pleno.

Pienso en Dios en estas fechas, en su sacrificio, y en el sacrificio que pide de mí día a día, y en su entrega a los demás que llama a mi entrega, en su generosidad, su ternura, su esfuerzo por conseguir de todos nosotros que seamos mejores día a día, más comprensivos, solidarios, más profundamente humanos en definitiva.

No hay ideología ante el cristianismo, ante su mensaje todas las ideologías no son sino herejías, incluso las que más se le aproximan, porque todas las ideologías están hechas por los hombres y en sus manos acaban pervirtiéndose, por el contrario el cristianismo no está hecho por nadie, no tiene autor, el cristianismo no es sino nuestra esencia de criaturas de Dios, porque nuestra inmanencia, nuestra contingencia, nuestra alma, todo, es Dios.

Somos sólo Dios, lo queramos ver o no.


El paseante

1 comentario:

  1. Que genial, tío. Para que eso salga tienes que ser bien profundo. Y la profundidad misma, duele... pero....tambien llena, y esa llenura es Amor.

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