jueves, 24 de abril de 2014

Master escorpiniano.



¡Dios, Jota, qué bueno eres! ¡Cómo me haces pensar! Tienes razón, esto se va a convertir en un master escorpiniano, jajaja.

A ver si consigo explicarme sin liarme demasiado. Vas muy bien encaminado en tu percepción de los escorpiones. Pero no creo que seamos misteriosos. Para mí es bastante simple lo que os atrae de nosotros, y lo has dicho tú mismo: la imposibilidad de conquistarnos, la imposibilidad de atarnos emocionalmente hablando. Si el ser humano en general no tuviera ese afán de conquista no os atraeríamos, es así de sencillo.

Y ese afán de conquista nace de la necesidad de sentirse necesario para la otra persona, incluso imprescindible, diría yo. Cuando uno conquista a otra persona uno se siente importante, valorado. Entonces el ego se expande, porque ver que otra persona no puede “vivir” sin ti puede resultar muy halagador.

Sí, pero ¿por qué los escorpiones no podemos ser conquistados?. Pues simplemente porque no somos conquistadores. Sólo un conquistador puede ser conquistado precisamente porque el mero hecho de necesitar conquistar demuestra que el conquistador “necesita” a la persona conquistada para reafirmarse y valorarse como persona, es decir que el conquistador, al conquistar, es a su vez conquistado, no sé si me explico.

Y nosotros no somos conquistadores no sólo porque no dependemos de la valoración de los demás para valorarnos a nosotros mismos, sino porque tampoco nos gusta que nadie dependa emocionalmente de nosotros. Primero porque es una gran responsabilidad tener la sensación de que la felicidad de otra persona depende de tu comportamiento, y segundo porque como sabemos que eso es una falacia, es decir, que nadie puede “darte” la felicidad, intentamos “abriros los ojos” al respecto.

La felicidad, aunque yo prefiero llamarlo el “equilibrio”, depende de muchas cosas en la superficie, pero en el fondo no depende de nada. Yo puedo afectar a la superficie de ese equilibrio, pero desde luego no influyo en absoluto en su fondo -en su centro-, porque dicho centro es inmutable. Cada persona ya nace con él. Un bebé es equilibrio en estado puro, pero parece que en “esta” vida vamos ocultando ese centro con capas y capas de prejuicios, esquemas, etiquetas, expectativas y un largo etcétera que nos impide disfrutar del momento presente y nos desvía de nuestro auténtico ser.

Tienes razón cuando dices que nos dejamos llevar por la Vida, Jota. Eso es cierto. Básicamente a nosotros nos resulta fascinante vivir, y, como tú dices, lo analizamos todo. Intentamos desentrañar la Verdad, buscando y rebuscando en todo lo que nos rodea, al menos intentamos no dejarnos engañar por lo que parece verdad. Pero sabemos que esa Verdad última es imposible de abarcar por nuestra mente así que intuitivamente decidimos rendirnos ante la Vida, dejar que ella tome el control, y, curiosamente, con esa rendición nos vamos acercando un poco más a la Verdad…

Nerea
 

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