martes, 1 de abril de 2014

La amistad por el paseante solitario.




La amistad

Creo que desde niño he necesitado tener amigos, noté desde bien pequeño que me reconfortaba, me producía bienestar estar junto a alguien afín con el que compartir intereses, aficiones, proyectos, psicológicamente ese contacto me hacía sentir mejor, era beneficioso, aún sin analizarlo todavía me producía bienestar sin saber bien el porqué.
Pero pronto descubrí que las cosas pueden ir bien y estropearse después, la amistad en la infancia y en la juventud es una especie de amor, un ensayo del amor que habrá de venir después, se producen celos, afanes posesivos, obsesiones, rupturas, reconciliaciones, se discute, y al final, con frecuencia, todo aquello se viene abajo, de golpe o por agotamiento natural, las personas cambian, evolucionan, dejan de tener la necesidad de compartir el tiempo, el pensamiento, las ideas, los sentimientos, la vida, su evolución personal las separa.
Está claro, la amistad era, evidentemente, un ensayo del amor, fallido en ocasiones como el mismo amor.
Recuerdo mis primeros amigos, algún compañero de pupitre en los primeros años escolares, algún compañero de aventuras en la adolescencia, algún compañero en el ámbito profesional, siempre al hilo de las actividades cotidianas iban surgiendo afectos, la amistad con mayor o menor intensidad, con más o menos duración.
No sé si hay un perfil en común entre mis amigos, quizás la característica más marcada es que tenían que ser exclusivos, he sido siempre propenso a tener un amigo único, y a la recíproca, quizás ésa ha sido la característica más destacada, también la profunda afinidad en cuanto a sensibilidad, puntos de vista en común sobre la vida, y satisfacción que produce la presencia del amigo, todo al margen siempre de cualquier tipo de interés fuera de la amistad, soy incapaz de tener amigos por interés, o por mejor decir, el único interés que me mueve es simple y llanamente la amistad.
Con frecuencia además me he sentido traicionado por mis amigos, me han defraudado, o me han ido defraudando, también me ha costado desengancharme de mis amigos, pasar página para mí no es fácil, me apego a todo, lugares, situaciones, cosas, personas, soy muy conservador, igualmente en los afectos, con lo cual eso me hace sufrir.
Sufrir, también hay que decir que enseguida saqué la enseñanza de que el placer de la amistad, como cualquier placer, con frecuencia conduce después a la tristeza, con lo cual uno se va retrayendo de entregarse a nuevas relaciones de amistad para no sufrir, o tiene amistades pero de otra manera, no tan intensas, no tan profundas, más superficiales, menos comprometidas, lo que he dicho, la amistad es como un amor, un ensayo del amor, en el cual se ponen en juego sentimientos que luego en el amor se desarrollarán con toda su intensidad, para bien o para mal.

El paseante

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