jueves, 3 de abril de 2014

El cuadro de la semana. Figura decorativa sobre fondo ornamental. Henry Matisse. 1926.



Tres pintores queridos. (Matisse, Picasso, Delville)

 

Entre mis pintores adorados (lo confieso pues acabo de almorzar con champán) uno es Henri Matisse, que tanto vivió en Niza. Postimpresionista o “fauve” -a su manera- Matisse fue, ante todo, un gran hedonista, lo que es bastante más raro de lo que pudiera parecer. Matisse amaba el lujo, lo decorativo -en un orden superior- y eso que los franceses denominan “la joie de vivre”, la alegría de vivir. Por eso cuando algunos lo acusaban de cierta ligereza, no dudó en titular uno de sus mejores cuadros “Figura decorativa  sobre fondo ornamental” -escribí un poema con el mismo título- pues era un poco como decir, muy inteligentemente: “Ya que no quieres caldo toma tres tazas”. También me gusta mucho Picasso, aunque no cabe duda ninguna de su terrible fuerza y de su tan hispánico batallar. “Guernica” es uno de los grandes lienzos, de los más significativos, del siglo XX, pero Picasso no se agota, ni muchísimo menos, en el “Guernica” ni en “Las señoritas de Avignon”, ni el muchacho azul con la pipa… Era un caudaloso hontanar. Desde luego por debajo de ellos (pero en gran categoría) está el belga Jean Delville, uno de los genios de la pintura simbolista entresiglos. Fascinador, me gusta un cuadro muy grande suyo (pintado en 1898) que está hoy en el Museo D’Orsay de París. Se trata de “La Escuela de Platón”. Algunos ven aún allí trazas del estilo “pompier”, pero hay mucha más belleza masculina  y una hipérbole sacro-profana, pues situó el lujuriante jardín de Platón como una paráfrasis de un Cristo otro y sus doce bellísimos discípulos… Hasta S. Agustín supo y afirmó que la heterodoxia es necesaria. La herejía es necesaria. ¿Qué haríamos sin los Delville, y Picasso y Matisse de cada época? Ay, ocurre que vivimos -ustedes y yo- un tiempo estulto, romo y yermo, donde nos gobiernan políticos (y políticas) zafios y botarates hasta la náusea. Veamos a los pintores y aborrezcamos a quienes (inverosímilmente, tan sandios son) nos gobiernan y aplebeyan. ¡Ni a Satán merecen!

Luis Antonio de Villena

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