lunes, 14 de abril de 2014

Betylo, Betyli nos ha abandonado.




Betylo, Betyli nos ha abandonado, fue ponerte su nombre y nos dejó, cosas de brujas, y la cabra también nos ha abandonado, ¿le recuerdas?, pues igual, ha desaparecido, así que a partir de ahora ya no te llamas Betylo, vuelves a llamarte Negrito como siempre, menos mal que no te puse cabrito en honor a la cabra, aunque cabrito eres un poco la verdad, sobre todo cuando te haces pis en mis zapatos, bueno, no me enfado, sólo me faltaba que tú también me abandonaras, si te digo la verdad me tenían ya un poco harto, Betyli con su cita a ciegas y su obsesiva fijación con el amor, como si el amor lo vendieran en los supermercados o algo así, y la cabrita con su pertinaz ateismo, del cual encima hacía ostentación, tenía a gala ser ateo como si fuera un honor, como quién lleva una condecoración, cuando lo que debería hacer es callárselo y disimular, ocultarlo, menudo bochorno.

No hay quién pueda con ellos, son un tanto recalcitrantes, para mí que les falla algo en el coco, que muy normales no son, algo por otra parte normal tratándose de mis amigos, nunca he tenido un amigo normal en mi vida, y si al conocerlos eran normales en el contacto conmigo se volvían siempre raros, extraños, les daba por pensar, decir, hacer, cosas estrambóticas, se volvían estrafalarios, tal vez queriendo seguir mi ejemplo, sin saber que yo ni siquiera eso quiero ser porque por no querer ser no quiero ser nada, a veces, con frecuencia, no quiero ser ni yo mismo.

Como te iba diciendo Betylo, nos han abandonado, pero mejor, pues no estamos a gusto tú y yo, tan tranquilos, tú haciéndote pis en mis zapatos y yo regañándote, de lujo, ésa es, sin dudarlo, la verdadera amistad, la que sólo puede darse entre un gato y un hombre o lo que yo sea, que ya no sé ni lo que soy, la que puede darse entre dos seres vivos, dejémoslo ahí, mamíferos por más señas y residentes en Madrid.



El paseante


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