lunes, 2 de enero de 2012

Remember the kings...


Cosas como ésta me hicieron dejar de creer en los reyes magos, ¿quién era ése que me sujetaba en brazos?, menudas confianzas que se tomaba, ni que fuera mi padre, y sus dos acompañantes qué representan, ¿dos pajes?, será más bien dos pajas, con perdón, pero no sé bien cómo decir el femenino de paje, se supone  que él es un rey mago, o es en realidad solamente un paje, y entonces las pajas serían las ayudantas de paje, qué lío, y si es un rey mago podría ser Gaspar por el aspecto, es decir, no es negro ni viejo, luego es Gaspar, de mediana edad y moreno, pero si es Gaspar dónde están los otros dos.
Es todo muy confuso, yo empezaba a dudar, para colmo el monopolio de los reyes magos parecía tenerlo El Corte Inglés, allí me llevaban mis padres a ver los juguetes, allí me sentaban encima de este señor con bigote, que ni barba siquiera se puso para la ocasión, y las pajas parecen dos Nefertitis, estáticas, hieráticas, solemnes, ausentes.
Yo tenía cada año más dudas al respecto, sabía que algo raro sucedía con los reyes magos y no sabía bien qué era, continué con la ficción para que mis padres no se sintieran defraudados, dejé de hacer preguntas indiscretas, tenía miedo de averiguar, ¿hasta dónde llegaría el engaño?, es decir, se extendía sólo a los reyes magos o iba más allá, ¿serían mis padres realmente mis padres?, mejor no averiguar.
Es la primera lección que nos da la vida sobre cómo se debe aceptar la mentira, sin rechistar, haciendo ver que nada ha sucedido, que se cree en ella, que es más verdadera que lo verdadero.
Los reyes magos son el primer precedente histórico de los políticos, dicen una cosa y piensan lo contrario, y además muestran a las claras mediante la mentira lo que de verdad piensan, te dicen la verdad mintiéndote de una forma descarada, mediante sus estrambóticos pensamientos te dicen su falsa verdad para que leas claramente entre líneas la verdad verdadera.
No fingen, no lo necesitan, ¿para qué van a fingir?, no vale la pena, ninguno de nosotros queremos en realidad reconocernos la verdad, preferimos seguir en la mentira, para no descubrir hasta dónde llega realmente el engaño...

el paseante

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