martes, 13 de noviembre de 2012

La película de la semana. Simón del desierto. Luis Buñuel. 1965.



Simón del desierto es un mediometraje dirigido por el realizador español Luis Buñuel en 1965, sobre una historia del propio Buñuel.

Simeón el Estilita se ha mantenido en penitencia de pie sobre una nueva columna de ocho metros durante más de seis años. Un mutilado, un enano y sus cabras y un joven monje lo rodean. Un rico devoto le obsequia una mejor columna y Simón realiza el milagro de devolverle las manos al mutilado. Durante varios días, Simón continúa en penitencia mientras el diablo se le aparece tratando de tentarlo siempre encarnado en una bellísima mujer. El monje Trifón viene a perturbar la repartición de víveres acusando a Simón de fraude. Al final el diablo tienta de nuevo a Simón, con un viaje del que nunca va a poder volver.

La película es inquietantemente irreverente, no he querido perturbaros con ninguna de sus inquietantemente irreverentes imágenes, no encajan en el manual de estilo del blog, son muy perturbadoras, como fruto de un subconsciente perverso y cruel, imágenes que te remueven quieras o no y que te dejan intranquilo, imágenes que deseas olvidar, escapar, huir de ellas, pero que te persiguen quieras o no, es como un psicoanálisis a lo grande, un psicoanálisis a base a arquetipos que se dirige a nuestro subconsciente colectivo, aquel que todos compartimos, que está incorporado a nuestro adn, ese subconsciente del mundo, la civilización, la cultura, del que no puedes escapar nunca, y así es, como si de una condena se tratara la película te escupe a la cara todas esas imágenes que te resistes a ver, a creer, a analizar, imágenes que te dejan trastocado, demudado, perplejo.

¿Yo soy Simón?, te preguntas, y la respuesta no te gusta, preferirías no escucharla, pero no sirve de nada taparse los oídos, los ojos, todos los sentidos como hace Simón, las tentaciones seguirán acercándose hasta la columna en la que pretendes aislarte del mundo y al final te harán, de una manera o de otra, más tarde o más temprano, bajar al mundo real y claudicar, porque no eres más que un hombre, y no un dios como pensabas.

Por cierto, lo que le pasa a Simón es lo mismo que me sucede a mí con mi sombra, ella se transfigura para tentarme, porque ella es el diablo.

el paseante

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