viernes, 16 de noviembre de 2012

La lectura del fin de semana. Castilla. Azorín. 1912.

Retrato de Azorín. Ignacio Zuloaga.

  "No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en una colina con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan granizos asoladores".

Azorín
Castilla

Azorín tiene el don de la esencialidad, de decir todo lo que hay que decir con pocas palabras, laconismo literario sui géneris de este escritor de la generación del 98, rara avis del 98 y de cualquier tiempo, singular, el escritor desarrolla un lenguaje, un estilo, conforme a su personalidad, a su forma de entender la vida, el mundo, conforme con su forma de discurrir sobre el mundo, de interpretarlo, el escritor mira, reflexiona, escribe, comunica sus pensamientos y nos hace partícipes de ellos, ésa es su generosidad.

el paseante


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