jueves, 3 de noviembre de 2011

Por encima de las nubes siempre brilla el sol.


Muchas veces pienso en estos días nublados que el sol siempre brilla por encima de las nubes, aunque no lo veamos, ahí sigue, alumbrando el cielo, fiel a su compromiso con la tierra de darle la vida a través de su luz, a través de sus rayos, no me extraña que para los primitivos el sol fuera un dios, como energía creadora de la tierra así debe ser considerado sin duda, además es fuente de alegría, optimismo, salud, confort, bienestar.

Reconforta verle salir cada mañana por el horizonte y apena el verle desaparecer al anochecer, aunque se marcha para volver a la mañana siguiente nos deja huérfanos de su alegría y vitalidad durante la negra noche, pero nunca nos abandona del todo, a través de la luna nos da su tenue reflejo y nos brinda la compañía de su recuerdo, la nostálgica luna brilla y se hace visible gracias a la luz del sol, opaca y oscura resurge gracias a él y se hace visible en el universo a nuestros ojos.

Sólo para nuestros ojos, día a día, el repetido espectáculo de la alternancia del sol y la luna, de los ciclos naturales de la vida, de las translaciones y rotaciones de los planetas, y del brillo de las estrellas, esas aprendizas de sol que quieren emular su fulgurante belleza sin poder alcanzarle jamás.

Sol, te quiero, luna, te quiero también.

Y aunque las nubes os tapen en ocasiones sé que estáis allá arriba vigilantes y guardianes de la felicidad del mundo.

Vigilantes y guardianes de mi felicidad siempre.

El paseante.
Noviembre 2011.

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