jueves, 10 de noviembre de 2011

Mis compañeras de trabajo son un filón.

Claudia Cardinale y Alain Delon en un fotograma de "El Gatopardo" de Luchino Visconti.
Lo digo en el sentido de que son un filón de inspiración inagotable, gracias a ellas me mantengo en contacto con la realidad, la verdadera realidad del día a día y no la de los periódicos.

Son en general jóvenes, o lo parecen, casadas o solteras, con hijos o sin hijos, pero todas sin excepción bastante atractivas y bien vestidas, vienen siempre a trabajar muy bien arregladas, sin estridencias, elegantes, cada una con su estilo propio muy ceñido a su personalidad.

Como diría Proust estoy "A la sombra de las muchachas en flor", nunca mejor dicho, porque son como bellas flores que además siempre van deliciosamente perfumadas, en el trabajo estoy rodeado de flores, a cual más hermosa.

Es una característica propia y sui géneris de esta oficina, la belleza de sus mujeres.

Además son listísimas, nos dan sopas con ondas, como suele decirse, a los hombres.

Estoy feliz entre tanta inteligente y elegante belleza.

Uno puede recrear en ellas no sólo la vista sino el pensamiento.

A veces me siento un poco zafio, como un poco rufián, ante ellas, son tan delicadas, pero en el fondo sospecho que están todas secretamente enamoradas de mí, tal vez porque me gustaría que así fuera aunque no lo estén seguramente en absoluto.

Me tratan con cariño y afecto, como si fuera un marido distraído o un niño remolón, que es lo que soy, y me explican las cosas como unas madres pacientes y bondadosas cuya misión en la vida sea precisamente ésa, ayudarme.

Estoy feliz en medio de este jardín de bellas flores, y me paso el día recreándome entre sus colores, sus olores, y sus variadas formas.

Un beso cariñoso queridas compañeras de trabajo,

El paseante.
Noviembre 2011.

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