jueves, 10 de noviembre de 2011

Ganar las elecciones es una cuestión de tupé.


Me gusta poner en el blog imágenes bellas, cuanto más bellas mejor, pero no siempre es posible, creo que ésta es un buen ejemplo de imagen bella y que transmite buena energía, se trata de una boda, la de Kennedy y Jaqueline Bouvier, más tarde Jacquie O., de la que ya hemos hablado en el blog con anterioridad, es el efecto caleidoscopio de la sociedad, del que habló Proust, Jacquie reaparece una vez más, y no será la última seguro.

Son jóvenes y guapos, parecen ser felices, luego se irían complicando las cosas, sobre todo para él, estaba en el punto de mira, ella, pese a todo, supo rehacer de una u otra forma su vida, y la rehizo a lo grande.

Digresiones aparte, la foto la he escogido por el tupé tan espléndido de Kennedy, sólo es comparable al de Elvis, bueno, es la época del tupé, y el tupé le hizo ganar las elecciones frente a Nixon, que no tenía tupé, obvio.

El tupé, en mayor o menor grado, es la imagen de la juventud, la energía, la fuerza, el optimismo, la entrega a una causa, y Kennedy lo tenía, Nixon a su lado estaba acabado, aunque luego resurgiría por no aceptar que estaba acabado, y acabara como acabó, valga el juego de redundancias.

Todo esto viene un poco a cuento de nuestros políticos patrios y sus tupés, porque aquí rige la misma regla que en USA, si no tienes tupé en política no tienes nada que hacer.

Para la entrada que dedico tan cariñosamente a Rubalcaba (soy un gran aficionado al teatro y sé valorar a un buen actor), inténté denodadamente encontrar una foto "bella" dentro de las posibilidades, y ha resultado tarea harto difícil, encontré la que encontré..., sobran las palabras, como diría Joaquín Sabina.

Rubalcaba es el antitupé, y así no se ganan unas elecciones, recordemos los espléndidos tupés de Suárez y González, incluso el abundante flequillo de Aznar, y el medio tupé en retirada de Zapatero, nuestros expresidentes, todos, han tenido tupé en mayor o menor medida, y además han tenido un punto de gracia, salero o atractivo personal, de personalidad propia, natural y espontánea.

El teatro está bien sobre un escenario pero tanta "habilidad", tanta treta, tanto escenario fuera del escenario, yo creo que al electorado no convence.

Quieras o no, el político debe ser natural, con defectos o virtudes pero natural, al final en política la artificialidad se paga en las urnas.

Y el tupé también, claro.

El paseante.
10 de noviembre de 2011.

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