lunes, 12 de agosto de 2013

El tiempo sobre mi fotografía (8). Josito.





El tiempo sobre mi fotografía (8). Josito.


En aquella época me llamaba Josito, a mí ese nombre no me gustaba nada, me parecía poco serio, ridículo, pero eso era así, me llamaban Josito y yo era un niño, debía aceptarlo, era un niño pero no tan niño ya, quiero decir que ya tenía forma de hombre, era como un hombre en miniatura, como un liliputiense, el boceto de lo que luego sería, después fui creciendo, di el estirón como se solía decir, siempre que caía enfermo y tenía que estar en cama crecía, bueno eso es lo que siempre decían pero no sé bien si sería muy científico, cosas de los años 60.

La foto está tomada en Marbella, aparezco con mi madre, joven, guapa, sonriente, que me señala el horizonte, yo miro por unos prismáticos antiguos que eran de mi abuela paterna, aún están en casa de mis padres, mi abuela los utilizaba de joven cuando iba al teatro con mi abuelo, principalmente a ver zarzuelas, cosas de otra época, mi padre está fuera de objetivo como suele decirse, está haciendo la foto.

El primer verano en el mar fuimos a Benidorm, ésa fue una de las experiencias fundamentales de mi infancia, conocer el mar, todo un acontecimiento, una fuente de placer inagotable, luego fuimos algún verano a Marbella, nada que ver con la Marbella de ahora, la Marbella de entonces era otra cosa, mis padres alquilaban un apartamento, recuerdo que en la esquina de la terraza había una tinaja de barro, recuerdo cosas, recuerdo la distribución del apartamento, que tenía una pequeña cocina que se cerraba con unas puertas de celosía, cocina americana la llamaban, entonces eso era muy moderno, eran los 60, era agosto, el día 14 cumplí años, como todos los agostos, yo nací un 14 de agosto, y mis padres me compraron una tarta de chocolate enorme, pusieron las velas, por aquel entonces eran pocas, las encendieron, soplé y las apagué, recuerdo el calor de las velas en mi cara cuando me acerqué para apagarlas, mis tíos fueron a visitarnos, para entonces la tarta, que resultó ser poco de nuestro agrado había acabado en una mesa de la terraza, mis padres utilizaban la mesa de la terraza como un limbo intermedio entre la cocina y la basura, como un ya se verá lo que hacemos con la tarta, si nos la comemos o la tiramos, a mí no me gustaba, llegaron mis tíos y mi tío que era muy comilón en lo primero que se fijó fue en la tarta, nos preguntó, le dijimos que no nos gustaba y se la comió entera en ese mismo momento.

En otra ocasión que fueron a visitarnos teníamos un melón ya empezado en la terraza, era por lo mismo, no nos gustaba, había salido pepe, como solía decirse, es decir, insípido, antes eso era muy frecuente con los melones, en algunos sitios te los calaban, es decir, te los daban a probar, pero no en todos, mi tío llegó, miró, preguntó, y se comió el melón de una sentada, le encantaban los melones, se los comía a una velocidad vertiginosa, a la velocidad de rayo, es la persona que he visto comer con más placer en toda mi vida.

Luego fui lentamente dejando de llamarme Josito, en ocasiones mi madre me decía Jose hijo, siempre junto, Jose hijo, no Jose a solas, y nunca José, sino Jose, José sonaba como antiguo, Don José, yo también fui dejando de llamar a mis padres papi y mami, pasé a llamarles papá y mamá, al principio me dio corte, me parecía muy serio, pero no me gustaba que me oyeran decir papi o mami, me parecía muy de niño y yo iba siendo ya mayor, eso pensaba al menos.

Este verano de la foto cogí una insolación, como a mi madre un día al volver de la playa para comer le faltaba algo, creo que era una lechuga, le dijo a mi padre que fuera al supermercado a por una, y mi padre me llevó con él pero se le olvidó ponerme la gorra al salir, la gorra que veis en la foto, la de marinerito, el resultado fue que tuve fiebre por la noche, mi padre era un poco descuidado conmigo en ocasiones, siendo yo más pequeño un verano en Guadarrama, dando una vuelta por la feria con él se puso a hablar con un amigo y yo me puse a jugar con la tierra, cuando llegó mi madre le preguntó que qué tenía yo en la boca, que si me había comprado algo, y él dijo que no tenía nada en la boca, que eran manías de mi madre, que el niño tiene algo en la boca Ramón, le dijo mi madre mientras intentaba meterme un dedo en la boca que yo mantenía apretada a más no poder, al final mi madre sacó lo que tenía, una chapa roñosa llena de tierra.

Por aquel entonces las chapas se ponían roñosas enseguida, eran los 60, apenas empezaban los refrescos, había Coca Colas, y algún refresco de naranja, Orange Cruss, y gaseosa La Casera, poco más.

Ese verano en Guadarrama me caí de la cama, mis padres bajaron a cenar en el hotel y me dejaron durmiendo en la cama, yo me escurrí entre la cama y la pared y me caí debajo, estaba muy oscuro, recuerdo que me pregunté cómo saldría de allí y si regresarían mis padres y me encontrarían, pasé bastante angustia, me puse a llorar, la patrona del hotel oyó los llantos y avisó a mis padres, el niño está llorando, y fui liberado de la sima profunda y oscura de la cama, rescatado a la vida.

Historias de la niñez, en ese hotel se comía muy bien, muy buenos filetes, la carne en los 60 no tenía nada que ver con la de ahora, era carne, y la leche era leche, y los huevos eran huevos, haber vivido los 60 es una experiencia inolvidable todo era mucho mejor, más auténtico, la vida era mucho más sencilla, todo era más bonito.

Creo que me he puesto nostálgico.

Por cierto, la cámara con la que está hecha la foto era una Kodak Instamatic, alemana auténtica, decía mi padre, fabricada en Alemania, hacía unas fotos preciosas, el objetivo era una maravilla, era la cámara de fotos de mi padre, la cámara de fotos de la familia y recientemente me la han robado de casa, me han robado la cámara y la escopeta que era de mi padre, y hace unos años me robaron dos relojes también para mí muy queridos, uno me lo había regalado mi querida amiga Gloria cuando éramos novios y otro era el primer reloj que me compré con mi primer sueldo, son cosas que duelen, más por el valor sentimental que por el económico claro, son como pedazos de tu vida que se van y que ya no volverás a ver, hay gente que no sabe el daño que hace con estas cosas, o lo sabe tal vez, es cruel.

En fin, así es la vida, al final todo lo perderemos.

Josito nunca imaginó que el mundo que le esperaba iba a ser tan cruel.

El paseante


1 comentario:

  1. Años en blanco y negro, Mirinda, flexos, estufas Ufesa y frigoríficos Odag Magnum, desarrollismo en Madrid, poblados dirigidos, tardes de domingo de futbol, pipas Paco y corridas de toros en serie. De las Historias para no dormir a los 300 Millones o al Martes Noche Fiesta de Iñigo. El Junior de la parroquia, Standar Eléctrica.... buenos juguetes en Reyes, el Economato que venía una vez al mes, en un camión de reparto: ª¡alá, cuántas tabletas de chocolate!". Y que no faltara el Señor Mío Jesucristo a la salida de clase o la botellita de leche en el recreo. Los hijos de los obreros tenían que estar bien alimentados. Pero así la vida se iba construyendo y haciéndonos lo que somos ahora: hijos de un pasado en blanco y negro pero engarzado en nuestro yo más íntimo. Es nuestra identidad. Los colores de nuestras vidas ahora son muchos más y a veces nos deslumbran, cuando late lo sublime, la belleza, la pasión

    ResponderEliminar