lunes, 26 de agosto de 2013

Diez reflexiones desde la piscina por José Ramón Carballo.




Diez reflexiones desde la piscina por José Ramón Carballo.

-          Las conversaciones de piscina son como las muñecas rusas, están llenas de capas superpuestas de deseos, el deseo de la belleza, de la riqueza, del reconocimiento, de la diversión, el deseo de la felicidad, oigo involuntariamente esas conversaciones de piscina quiera o no y detrás de sus palabras vislumbro agazapados todos esos deseos incumplidos, frustraciones, nadie cree en lo que dice y nadie cree lo que escucha, la conversación no es sino un lenitivo contra el malestar interior de no llegar a ser lo que pretendemos ser, el discurso se vuelve siempre insustancial y frívolo porque la realidad de cada uno se ha convertido en algo supuestamente indigno según un canon social convenido tácitamente: el engaño.
-          Cuando participo en alguna conversación me digo continuamente a mí mismo: ¿por qué no te callas? Y es que no me soporto cuando trato de comportarme como los demás, me siento ridículo. Es como si estuviera asistiendo a una función de teatro en la que fuera autor y actor a la vez, en cada momento sé qué va a decir cada uno de los personajes, pero si alguna vez algún personaje se separa de mi texto he de reconocer que me siento fascinado por él, y pienso: por fin una persona interesante.
-          En general las conversaciones me producen una pereza intelectual insufrible, huyo de las conversaciones, siempre deseo que acaben cuanto antes, pero cuando encuentro una conversación interesante me gustaría que no terminara nunca.
-          Me pregunto si a los demás les pasará lo mismo que a mí, si les aburren las conversaciones, si es así me pregunto para qué conversamos.
-          El hombre teme el silencio, el vacío, la nada, por eso conversa incansablemente, no quiere enfrentarse consigo mismo, con su verdad, le da miedo qué pueda encontrar, escapa de sí mismo conversando con los demás y consigo mismo, se desdobla,, alineado de sí mismo el hombre no para de conversar hasta en sueños, neurótico a la fuga de su verdad, rechaza conocerse, ¿pero por qué?
-          Las  formas de nadar son tan variadas y curiosas como las personas, hay tantas formas de nadar como formas de ser, hay quien parece luchar con el agua y quien se desliza suavemente, hay quien chapotea y quien parece apenas rozar el agua, quien avanza velozmente y quien se deleita deslizando el agua cadenciosamente a su paso, no hay dos formas de nadar iguales.
-          Toda actividad motora del individuo, caminar, correr, nadar, refleja si se sabe observar su esencia, igual que la forma de hablar, mirar, sonreír, o mejor aún porque en las actividades motoras es imposible fingir, si quieres conocer a un individuo obsérvale caminar.
-          Miro a las personas y las veo encerradas en un cuerpo, imagino mirándolas cómo será su vida, la vida en la que a buen seguro también están encerradas, la condena del hombre es su esclavitud, su esclavitud a sí mismo, el hombre sólo parece utilizar su libertad para querer vivir encerrado, al hombre le da miedo ser libre y va pasando de una esclavitud a otra voluntariamente.
-          Os habéis fijado en que todo el mundo está continuamente haciendo algo, no paran ni dormidos, se ponen a soñar, la vida es un continuo hacer, el problema es que mientras haces no eres. Reivindico la inactividad, la tranquilidad, la quietud y la contemplación, reivindico ser frente a actuar.
-          El progreso es la quimioterapia de la vida.

El paseante

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