martes, 27 de agosto de 2013

El cuadro de la semana. Chop Suey. Edward Hooper. 1929.



Tremendo colorido, precioso colorido, perfecto equilibrio de proporciones y volúmenes, bellísimo cuadro que atrae y captura la mirada sin poder escapar de él, de su arrebatadora belleza, un Hooper preciosista, con un aire impresionista, una pintura llena de luz, color, vitalidad, optimismo, un Hooper que no parece Hooper, alegre por fin, espectacular, conforme con la vida, recreándose en la vida, en la belleza, en la felicidad.

No induce al pesimismo como otros cuadros de él.

Tiene un efecto espejo el cuadro, las simétricas figuras femeninas enfrentadas parecen un reflejo la una de la otra, seguramente el pintor ha querido así resaltar su identidad, al fondo un hombre charla con una mujer, en el primer plano son dos mujeres las que conversan, una parece escuchar atenta a la otra en ese preciso momento fugaz captado por el pintor.

El cuadro tiene un cierto aire teatral, como de puesta en escena cinematográfica, cámara, acción... , parece que se va a escuchar en cualquier momento.

Resulta placentero contemplarlo, causa placer, si bien tampoco sugiere nada especial, fuera de la belleza de una escena urbana en un café, como una instantánea fotográfica saturada de color, no transmite nada más, no logramos imaginar nada de los personajes, están quietos como estatuas, hieráticos, congelados en el tiempo, igual que la luz, que parece haber detenido el tiempo, como dándole una perspectiva de eternidad a la escena, como si esta escena, cualquier escena, fueran a durar por siempre, al menos en nuestro recuerdo.

el paseante

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