miércoles, 12 de diciembre de 2012

El cuadro de la semana. Thomas Alexander Harrison. La ola.



A mí en estas olas me gusta meterme de cabeza y que la ola me arrastre hasta la playa, me escupa sobre la playa como hizo la ballena con Jonás, o como un Robinson a quien las olas arrastran hasta la playa desde un lejano naufragio.
Caigo, precipitado por la ola, sobre la arena mojada y me quedo boca abajo quieto como un náufrago, pero nadie, nadie viene a socorrerme, ni siquiera el socorrista que ya me conoce, y cuando me levanto todo el mundo me mira como diciendo: vaya números que monta éste, estará loco.
Pues no, no estoy loco, no que yo sepa, no por ahora al menos.
Y cuando estoy tendido boca abajo, arrojado por la gran ola, las olas que vienen detrás me lamen el cuerpo como si fueran la lengua de un prehistórico dinosaurio marino, y yo siento el placer de haber sido poseído por el mar, por esa furia de fría agua salada, espuma, arena, yodo, iones y sal.

el paseante


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