lunes, 21 de enero de 2013

La película de la semana. Annie Hall. Woody Allen. 1977.



Acabo de ver Annie Hall, no la recordaba ya, la vi por primera vez siendo apenas adolescente, recuerdo que no la entendí, me aburrió, me pareció una tontería, sin embargo ahora me he identificado totalmente con ella, ha sido como ver mi vida, mis pensamientos, proyectados en la pantalla, es lo que tiene haber vivido, te da capacidad de degustar.

La película es como todas las de Woody Allen una película intemporal, es curioso cómo por las películas de Woody Allen no pasa el tiempo, parecen recién hechas siempre, es la principal cualidad, tocan temas de siempre desde enfoques muy cercanos que te hacen sentirte reflejado en ellas.

En esta película se toca el tema del amor, la pareja, el desamor, el abandono, con gran sensibilidad y sentido del humor, con una visión distanciada, con la distancia que de la inteligencia y la reflexión, algo tan propio de Woody Allen.

Memorables escenas en este clásico del cine, que cuenta con un disparatado y surrealista Woody Allen desesperado en su diletantismo amatorio.

Me produce ternura el cartel de esta película, Woody y Diane Keaton parecen dos muñequitos vistos en la distancia, lo que somos cualquiera de nosotros en realidad desde un punto de vista sentimental.

La película es una miscelánea de ocurrencias, pensamientos, reflexiones, neurosis, contradicciones, indefiniciones y amores imposibles.

Al final de la película Woody cuenta un chiste, un hombre va al psiquiatra y le dice, mi hermano cree que es una gallina, el psiquiatra le dice, y por qué no lo mete en un manicomio, el hombre le contesta, no puedo porque necesito los huevos. Y concluye Woody que así son las relaciones sentimentales, continúan porque necesitamos los huevos.

Woody, ese genio absoluto, imperecedero y atemporal.

El paseante


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