jueves, 31 de enero de 2013

Diario de un paseante. La literatura.




Diario de un paseante.  30-01-2012 20:30. La literatura.

Me hubiera gustado ser un personaje literario y no una persona real, se pasa mejor en las novelas, la vida es muy aburrida, de hecho, si no fuera por la literatura no creo que pudiera soportarla, bueno, por las novelas y por el arte en general, por la imaginación, la evasión, el pensamiento, la búsqueda de la felicidad, la belleza y el amor.
Sé que son muchas cosas, seguramente demasiadas, pero esas son mis prioridades en la vida desde siempre, eso es lo que busco,  antes no era consciente de mi búsqueda, ahora sí, me he hecho consciente de que todo eso era en pos de lo que me movía hasta en mis más imperceptibles movimientos de pensamiento, sentimiento  y voluntad.
Yo soy así, metaliterario, veo la vida a través de una óptica literaria y cuando no soy capaz de descubrir esa perspectiva en algo me decepciono, me entristezco, y si esa situación perdura y se generaliza entonces me deprimo y sólo vuelvo a renacer cuando renace mi espíritu al encontrar de nuevo todo eso que guía mi vida, o, al menos algo de todo eso, siquiera sea un atisbo.
La literatura es la sal de la vida, uno no está completo hasta que la descubre, la literatura te enriquece haciéndote vivir varias vidas, llenando tu vida de posibilidades, nuevas dimensiones que están en ti y de las que no eras consciente, te hace, por tanto, más pleno, te realiza a nivel personal, te completa, te hace feliz o palia la infelicidad mostrándote que otra vida es siempre posible, la de la fantasía, donde todas las posibilidades están abiertas, y te ayuda a seguir luchando por aquello en lo que crees, sin desfallecer ante imposibles.
Recomiendo la literatura entendida en sentido amplio, no sólo como lectura o escritura sino como una forma propia de estar en el mundo, en la vida, a mí me ha dado resultado, ha sido como un lenitivo de mi existencia, el mejor relajante y ansiolítico, el de efectos más duraderos, y, todo hay que decirlo, el más adictivo, porque la literatura que no se vende en farmacias ni en herbolarios sino en librerías, también debería llevar algunas indicaciones de uso, más de uno ha perdido la cabeza por la literatura, véase sino el caso de Don Quijote o de Emma Bobary.

El paseante

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