viernes, 18 de enero de 2013

Diario de un paseante. El placer sexual.




Diario de un paseante. 15-01-2013 20:30 ¿Sobre qué puedo escribir?

¿De qué se escribe cuando no se sabe sobre lo que escribir?

Mejor no escribir de nada tal vez, pero eso es difícil, uno siente la necesidad de escribir aunque no tenga tema, uno escribe con frecuencia por escribir sin más, como uno respira por respirar, respirar y escribir en mi caso son actos involuntarios y necesarios, me sumerjo en un mar de letras, palabras, frases, boqueo como un pez dentro del agua tragándome las sílabas y expulsando párrafos enteros, nuevos párrafos que ondulan las aguas, remansadas o bravas, de mis pensamientos.

A VECES SIENTO CIERTA ASFIXIA Y ES ENTONCES CUANDO DE MANERA MÁS FRENÉTICA RESPIRO Y ESCRIBO, ESCRIBO Y RESPIRO.

Pero volviendo al comienzo, repito:

¿De qué se escribe cuando no se sabe sobre lo que escribir?

Puedo hablar sobre mi vida pero eso no es muy interesante que digamos, para mí no lo es aunque tal vez para vosotros que no la conocéis tan bien como yo pueda serlo.

Podemos probar, os cuento, me encuentro fatal, algo normal en mí a veces, en otras ocasiones no, en otras ocasiones me encuentro fenomenal, los estados de ánimo son cambiantes, esto es algo que no deja de maravillarme, de un momento a otro puedo pasar de estar fatal a estar fenomenal, una sola palabra, un gesto, una mirada, alguna sorpresa imprevista, una noticia, pueden hacer cambiar la suerte de mi estado de ánimo.

¿Os ha interesado esto?

Yo creo que no mucho, se os ha quedado una cara un poco rara, como diciendo:

Este tío es un poco raro, a veces no le pillo bien lo que quiere decir, dice cosas como entre líneas, o tal vez no dice cosas entre líneas pero a mí me lo parece.

Vale, y qué es más importante, que yo diga cosas entre líneas o que a ti te lo parezca, te pregunto.

Y vuelves a poner la misma cara…

Este tío está loco pareces decir con tu gesto, pero te gusta escucharme, supones cosas en lo que me escuchas que no sabes si en realidad están dichas por mí con ese sentido o interpretadas por ti en ese sentido, es un poco lioso, el que escribe y el que lee, quién hace el verdadero acto creativo, ¿los dos?, seguramente, yo te despierto, te susurro, trato de enamorarte con mis palabras, de seducirte con mis pensamientos, la escritura es un cortejo, el escritor corteja al lector y éste se enamora, o no, depende, en ocasiones el escritor resulta repulsivo al lector, ¿te resulto yo repulsivo?, si te resulto repulsivo es porque lees en mí tu propia repulsividad y la rechazas.

Me he perdido, no sé por dónde iba ni a qué venía todo esto.

Los estados de ánimo, tal vez, sí, los estados de ánimo, en mi caso son muy cambiantes, o tal vez no tanto, a mí me lo parecen, me gustaría tener siempre el mismo estado de ánimo invariable y que fuera bueno, muy bueno mejor no, sería difícil resistir tanto éxtasis sin interrupción, me moriría de placer.

Morir de placer, qué delicia, ¿os lo habéis planteado alguna vez?, ¿será posible?, y no me estoy refiriendo solamente al placer sexual aunque tal vez sea el placer más puro en cuanto que es instintivo, animal, algo salvaje, morir haciendo el amor en un éxtasis de salvaje pasión, qué bien me ha quedado.

Creo que esto está degenerando, estoy desvariando, no quiero molestaros, tal vez a veces os molesto, perdonad, olvidar lo del placer sexual, es algo muy personal, privado, secreto, no quiero ser indiscreto, tampoco puedo serlo, no sé apenas nada al respecto, ni por edad, cultura, educación, condiciones físicas, psíquicas, ideológicas, creo estar muy capacitado para hablar del placer sexual, puedo fantasear al respecto pero nada más, habría, en todo caso, poca base empírica.

¿Y de qué hablamos entonces?

No sé, por ejemplo, últimamente me ha dado por pensar que me voy a morir pronto, que estoy enfermo, pero eso no es algo muy nuevo en mí, soy hipocondríaco, cada día renuevo mi lista de enfermedades imaginarias, sobre todo pienso estas cosas al acostarme por la noche, me abrazo al perrito entonces como si fuera lo último que voy a hacer en esta vida, y le digo que le quiero, luego nos dormimos, si me despierto por la noche, cosa que sucede a menudo, vuelvo a abrazarme a él, esto me tranquiliza, el perrito es como mi pareja, una pareja que no ronca ni da patadas en la cama, pero que a veces muerde, sueña cosas de perros y se debe creer que le atacan, entonces yo le acaricio para tranquilizarle y va y me muerde, pero me muerde sin hacerme daño, es un mordisco como de sueño, un mordisco falso, lo mismo ni me muerde y sólo se trata de un sueño mío, a veces noto como que se superponen los sueños del perro y lo míos, dos que duermen en el mismo colchón, cuando me muerde le saco de la habitación, luego le da por gemir y rascar la puerta con la patita y me siento un canalla.

¡Vaya noches que pasa éste! Lo que te digo, que está algo loco.

Sí, yo me considero algo loco, no mucho, un poco, a ratos algo más, es como lo de los estados de ánimo, parecido, a veces soy más loco y a veces menos loco, incluso en ocasiones no soy nada loco y en otras soy totalmente loco, como de camisa de fuerza, pero no lo exteriorizo, me controlo, sé controlarme, la procesión va por dentro.

Me maravilla cómo vuela la imaginación, en vuelo libre, es como un vuelo sin motor, me dejo llevar, ¿Ahora qué toca, dime?

No se me ocurre nada…, ah, sí, la muerte, claro, mi tema favorito últimamente, envejecer es irte haciendo más consciente de la muerte, de niño, de joven, la muerte no existe, luego, según creces, la muerte va ganando terreno dentro de ti, de tu pensamiento, y empiezas a envejecer, a mí la muerte me trastorna, la muerte y sus primas hermanas, la enfermedad, el sufrimiento, la incomunicación, la soledad, el olvido, todo eso me parece terrible, no sé si lo es realmente pero me lo parece, me lo parece porque estoy acostumbrado a otra cosa, estoy acostumbrado a lo contrario, estoy, hasta ahora, acostumbrado a la vida, pero poco a poco tengo que ir acostumbrándome a la muerte, a su idea, a convivir con su idea, tratar de asimilarla, de comprenderla, ¿será eso posible?

Pues sí que está éste animado hoy, mira que es raro, se le ocurre cada cosa.

Es que el invierno es un tanto triste, a mí me lo parece, prefiero el verano, el cegador verano, la playa, el sol, el calor, lo pienso y me derrito de placer, lo veis, el placer no es sólo sexual, volvemos al comienzo, hay placer de los sentidos, un placentero placer, valga la redundancia, el placentero placer del verano, estar tirado en la arena de la playa tomando el sol, no es igual que estos fríos mesetarios tan inclementes, no me gustan, son antiplacenteros, y yo busco el placer, si lo analizo lo que más me gusta es el placer, el placer de todo tipo, cualquier placer, y es que los placeres son siempre tan placenteros…

Ahora podía decir esa especie de tontería u ocurrencia que con frecuencia se me ocurre, y concluir diciendo:

Te amo placer.

Pues así termino sin más:

Te amo placer.

Hasta la próxima.

Se me acaba de ocurrir una última cosa, tal vez la muerte sea también un placer, como unas vacaciones perpetuas, no tienes que madrugar ni que aguantar al jefe, tienes tiempo libre para siempre, ¿podrá uno tirarse en la playa a tomar el sol?, me encantaría, mi idea del paraíso es ésa, una playa llena de gente, de niños jugando, sombrillas, toallas extendidas, olor a bronceador, silbidos de gaviotas, el ruido del oleaje, el olor a sal, mucho calor, y el agua fría, muy fría y tonificante, y mi idea del infierno es simplemente un invierno en Madrid, simple y llanamente un invierno en Madrid.

Creo que estoy deprimido.

El paseante


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