martes, 7 de mayo de 2013

El cuadro de la semana. Retrato de Picasso. Salvador Dalí. 1947.



Supuestamente eran amigos, con amigos así no necesita uno tener enemigos...

A mí me parece una especie de burla, es la primera impresión que me produce un supuesto retrato que saca la lengua de esta manera tan provocativa, lasciva, burlona, y sobre la lengua, que es como una cuchara, en el seno de la cuchara reposando, un laúd o guitarra diminuta, un símbolo plenamente picassiano, alusivo al supuestamente retratado.

Pero no acaban ahí los símbolos, cuernos de macho cabrío, pechos flácidos, un rojo clavel, la España de siempre, el tópico, un cerebro reblandecido casi líquido, escurridizo, prolongado en lengua con forma de alargada cuchara, un gran bloque de piedra sobre la cabeza, como aplastándola, señalando inmovilismo, rigidez, pesadez, y todo ello simulando ser un busto, se ve el pie clasicista del busto que es lo único que tiene de clasicista o academicista el supuesto retrato.

Cuando vi este retrato por primera vez solté una carcajada muda, en él se ve al Picasso más tópico, más superficial, más lascivo, más vacío, me pareció un insulto, una provocación, una cruel caricatura más que un retrato, una venganza con un rival, como un ajuste de cuentas.

Por otro lado tampoco es tan daliniano este retrato, parece como un retrato ficción de Arcimboldo, esos que hacía a base de objetos, algo forzado como aquellos retratos mezcla de frutas o instrumentos musicales.

Lo que llama más poderosamente la atención es la ausencia total de la belleza, su negación absoluta, no hay ningún resquicio por el que escape la contemplación para recrearse en algo bello, ni siquiera el clavel puesto que por contraste está presentado como símbolo de lo vulgar, todo esto es poco Daliniano, al fin y al cabo Dalí era un pintor bastante amante de la belleza que dota a sus cuadros de un preciosismo esteticista con una poderosa carga visual, y este retrato es la antítesis del estilo daliniano o, por mejor decir, la perversión intencional del estilo daliniano que se transmuta y mezcla con la perversión intencional del estilo picassiano para dar como resultado una burla, un insulto, una provocación, una descalificación tal vez.

Hasta el colorido es feo, color caca. Parece más bien el autorretrato de Dalí más que el retrato de Picasso, parece como si Dalí hubiera proyectado su ego sobre este supuesto retrato de Picasso.

el paseante

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