lunes, 20 de mayo de 2013

Crítica teatral. Pepita Jiménez. Isaac Albéniz. Teatros del Canal (estreno 19 de mayo de 2013).

-->

 
7x4=28, sí, 28 armarios, distribuidos en 4 pisos a 7 armarios por piso, los conté, todos cerrados, grandes armarios como de sacristía antigua, de madera oscura, de diferentes tipos, se abren y cierran, entran y salen los personajes por ellos, crean un ambiente opresivo, tétrico, imponen, mucho armario, tal vez demasiado armario junto, resulta, eso sí, muy original en su planteamiento, algo radical, rompedor, sorprendente, no es fácil poner en escena una obra como ésta sin caer en el costumbrismo facilón, y esta puesta en escena subraya elementos de la obra no precisamente fáciles, los remarca, y no solo a través de los armarios, también a través de otros símbolos que por otro lado dan una visión actualizada del texto, basada en imágenes con mucha fuerza visual y, sobre todo, de la música y el canto que vienen a ser lo fundamental en una ópera, como ésta de Albéniz. Tiene todo un cierto aire lorquiano de fondo.
La realidad es un texto en sí misma considerada, el escritor no tiene sino que leer el discurso que le brinda la realidad, el discurso que le pone delante de los ojos, el escritor comprende la realidad a través del lenguaje porque su pensamiento está conformado por palabras, frases, discursos, entonaciones, el escritor habla para sí un discurso sobre la realidad, se lo dice a sí mismo en silencio, se lo susurra, desde esas palabras que designan e interpretan la realidad y conforman la mente del hombre, primero es la palabra y luego el pensamiento, luego  vendrá el texto escrito.
Así elaboraría Juan Valera su obra Pepita Jiménez, supongo, y sobre ese discurso escrito, la novela, , el libretista escribió el texto de la ópera en Inglés , y sobre ese libreto Albéniz escribió su música, su discurso musical, magnífico por cierto, discurso sobre discurso que se van alejando en interpretaciones sucesivas y superpuestas del original de la novela de Valera, y sobre esa suma de discursos superpuestos el director de escena, en este caso Calixto Bieito, elabora otro discurso visual, es decir, vuelve a la realidad primigenia, al discurso real leído e interpretado por Valera en el origen, o al menos pretende volver a esa esencia que dio origen o fue detonante del discurso escrito.
Por fin el espectador contemplando el espectáculo vuelve a reescribir una vez más ese discurso sucesivo, esos múltiples discursos superpuestos que se le presentan en la representación, mediante su interpretación de todo aquello, y el crítico escribe su interpretación, sus impresiones, su visión del resultado y las ideas que ha despertado en él.
Discurso sobre discurso, sobre discurso, armario sobre armario, sobre armario.
El arte es así, se actualiza en sus múltiples y variadas interpretaciones, se enriquece.
El espectáculo de ayer fue sinceramente muy enriquecedor, teatro con mayúsculas en el que además se sumó una maestría excepcional de los cantantes, a destacar especialmente la pareja protagonista y en concreto la soprano que interpreta a Doña Pepita, Nicola Beller, a la que además acompaña un físico perfecto para el papel, y que supo hacer una interpretación magnífica, igualmente destacable la orquesta de la Comunidad de Madrid y el coro, así como el coro de niños, de una delicadeza angelical.
La ópera de Albéniz se mueve en los márgenes de la ópera verista, recuerda a Il tritico de Puccini, en concreto a Suor Angelica, comparten ambas óperas tema religioso y amoroso de fondo, deliciosa música, bellísimo canto, inspirados solos de soprano y de tenor, y emotivos dúos de ambos en los que se concentra la pasión amorosa que trata inútilmente de ser reprimida.
Al final triunfa el amor y todas las puertas de los armarios se abren llenándose el escenario de una brillante luz.
Insisto, bellísimo espectáculo perfectamente entramado, completo, abrumadoramente bello, los aplausos del final lo corroboraron cumplidamente, curiosa estadística final la de los aplausos, coincidieron con mi percepción del espectáculo, en la valoración de sus intérpretes y sus directores, de orquesta y de escena, todos sin excepción muy acertados, pero por encima de todos la protagonista, la soprano Nicola Beller y el director artístico Calixto Bieito.
El paseante

No hay comentarios:

Publicar un comentario