jueves, 21 de febrero de 2013

Anoche soñé con una antigua amiga...



Anoche soñé con una antigua amiga, en el sueño aparecía deformada, hinchada y con unas manchas blanquecinas en la piel a la altura de los tobillos, su piel era más oscura de lo que en realidad es y sus rasgos más negroides, los ojos eran enormes y algo saltones, en general tenía el aspecto de un sapo, iba además algo encorvada, andaba con dificultad, no me miraba a los ojos.
El lugar del encuentro era una especie de hotel de playa algo anticuado, como de los años 60, ella me esperaba en la pequeña terraza de su habitación, al llegar la veía desde abajo, iba a entrar en el hotel pero ella salía en ese mismo momento, me recibía fuera, no me miraba, me miraba sólo a los pies, detrás de ella aparecía su amiga y colaboradora en el trabajo.
Al verme su amiga decía:
-         Qué guapo está (como diciéndoselo a ella, a mi amiga).
Y mi amiga decía sin mirarme:
-         Siempre está guapo.
Recuerdo que luego estábamos su amiga y yo en un sofá, su amiga se acercaba a mí en una actitud de clara provocación sexual, iba despeinada, el pelo ligeramente rizado, rojizo, le cubría apenas el rostro, yo hacía intención de retirárselo para besarla pero ella se escabullía.
Yo le decía a mi amiga:
-         Ya me he enterado que te has prejubilado y de quién es tu sustituto, me alegro por él, además es la mejor elección posible.
Entonces me di cuenta que había sido descortés con su colaboradora y añado mirando a su colaboradora:
-         Quiero decir que tú también hubieras sido muy apropiada pero difícilmente te iba a nombrar quién te tenía que nombrar.
De repente mi amiga está de espaldas, enorme, gorda, pero pequeña de estatura, y suena un golpe como de trueno, se vuelve y tiene los ojos en blanco, como salidos de las órbitas, me mira y hace un brusco ademán con las manos dirigido a mí como si espantara algo, yo pienso que está espantando un maleficio, el maleficio que ella me echó hace tiempo.
Suena el despertador.
Me despierto sobresaltado pero sin embargo tranquilo, con la sensación de que el maleficio ha terminado por fin o de que algo malo me ha hecho de nuevo, dudo si agarrarme a una u otra posibilidad, al final me acojo a la más favorable, el maleficio ha terminado, me digo.
Me despierto y siento frío, estoy encima de la cama totalmente destapado.
El perro salta sobre mí.

El paseante

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