miércoles, 5 de septiembre de 2012

El cuadro de la semana. La muerte de Marat. Jacques-Louis David. 1793.


Al margen de lo que representa la escena, al margen de su significado histórico, al margen de detalles, quiero centrarme en lo que este cuadro me sugiere, en lo que provoca en mí.
Para mí es uno de los cuadros más bellos de la historia de la pintura, por eso quiero hablar de él al margen de todo, sólo desde lo que me sugiere.
Y me sugiere el abandono de la vida, la voluntaria decisión de dejar de vivir y la lenta consumación de la muerte dejando la última voluntad escrita y quedando sostenida de la mano moribunda ya, en la otra mano la pluma apenas sujeta por la desfallecida mano.
Una luz cenital cae sobre la escena y la ilumina de manera sobrenatural, como si de un resplandor sobrenatural se tratara.
Hay caído un cuchillo sobre el suelo manchado de sangre, un tintero sobre un improvisado escritorio, dos sábanas, una blanca y otra verde, y un turbante, la bañera aparece totalmente cubierta, no se ve pero se imagina, el cuerpo está ya pálido, sin color, el gesto de la cara denota dulzura, abandono, plenitud, tranquilidad, la muerte ha sido plácida, suave, lenta, como quien se duerme.
Una puñalada en el pecho apenas se insinúa, pequeña punzada.
Las manos aún sujetan el papel y la pluma aunque los brazos denotan ya la falta de vida.
Es una escena que pese a representar una muerte parece representar más la inmortalidad, parece representar la inmortalidad del alma, por su delicada espiritualidad y por la paz y el sosiego que transmite.
Estas son mis impresiones, nada que ver con la realidad de lo representado, pero sí tengan que ver seguramente con lo que el pintor quería transmitir idealizando la escena.

el paseante

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