martes, 23 de abril de 2013

La película de la semana. Dans la ville blanche. Alain Tanner. 1983.



Esta película me hizo descubrir Lisboa, aún no había ido allí, me parecía algo modesto, cercano, poco tentador, nada que ver con París, Roma, Londres, sin embargo a través de la película pude comprobar que tenía algo que estas ciudades no tenían, una magia especial, una suavidad, una ternura, una deliciosa y dulce melancolía.

La melancolía, algo tan portugués, tan galaico, tan mío, conecté con Lisboa a través de la melancolía, la decadencia, la saudade, y luego llegó Pessoa, tan presente en la película, como un fantasma que insuflara vida a las imágenes, Pessoa y su Libro del desasosiego, y adopté a Pessoa como mi alter ego, me sentí tan próximo a él y a Lisboa que durante mucho tiempo me sentí como la reencarnación madrileña de Pessoa, nada que ver Madrid con Lisboa, a Madrid le falta el agua inmensa que invade Lisboa como si pretendiera anegarla totalmente sin conseguirlo nunca, y a mí me faltaba por aquel entonces algo de tristeza para llegar a ser Pessoa, pero conectaba muy bien con él, sus pensamientos se parecían tanto a los míos...

Igual que con Bruno Ganz en la película, me parecía tanto a él, yo también quería ya entonces perderme del mundo en una ciudad blanca, vivir sin más, vivir sin afanes, sin querer ser nadie, siendo nadie día tras día, dejando de ser yo para ser todo de una vez por todas, y en ese éxtasis total de la vida morir, sí morir, ¿por qué no?, si hay que morir mejor en la cima de la comprensión, la iluminación, el conocimiento, mejor en Lisboa, ¿dónde mejor que Lisboa?

Y eso es lo que le pasa al protagonista de la película después de su experiencia vital, que muere.

el paseante

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