lunes, 22 de abril de 2013

Crítica teatral. Kafka enamorado. Luis Araújo. Teatro María Guerrero.



Este sábado pasado estuve viendo Kafka enamorado en la Sala Princesa del Teatro María Guerrero, tres actores en escena, Kafka, su enamorada Felice, y su amigo Max Brod.
La carta tiene un estatuto especial, entre la escritura y la
conversación.
La obra se basa en las Cartas a Felice de Franz Kafka, acentuando ese aspecto conversacional que tiene la correspondencia se obtiene un diálogo teatral, añadiendo además dos referencias a El Proceso y a La metamorfosis.
El actor que interpreta a Kafka, Jesús Noguero, hace, en mi opinión, una magnífica interpretación, al igual que sus dos compañeros de reparto, es difícil que en el teatro español defrauden los actores, España es un país de grandes intérpretes, y en las nuevas generaciones están surgiendo numerosos ejemplos.
La Sala Princesa del teatro María Guerrero ocupa el espacio del antiguo café que había en el sótano, es, por tanto, muy reducida, lo cual hace que se produzca una comunión entre los actores y los espectadores muy intensa.
Uno se mete totalmente en la escena, parece vivir la obra junto con los actores, ser una parte de ella.
¿Me gustó la obra?
A nivel personal he de decir que no me gustó, pero no por su factura, su interpretación, su puesta en escena, he de reconocer que todo eso es eficaz, todo está bien resuelto, tiene calidad, pero le falta a todo el conjunto calidez.
Se trata de hablar del amor, del amor de Kafka por Felice, de su entusiasmo inicial, de su desilusión final, de la imposibilidad de amar de un escritor que ama la soledad y está totalmente centrado en su escritura, su creatividad, y al que todo y todos le sobran.
Queda claramente expuesta la fobia social del escritor, y no solo social, también familiar.
Tal vez de ahí derive la falta de calidez de la obra, su frialdad, se llega a una conclusión un tanto desoladora, la incompatibilidad entre vida y obra, curioso.
Creo que el tema se lleva a un extremo un tanto radical, al final da pena ver al pobre Kafka recluido en su aislamiento, como una condena. Pese a los esfuerzos de Felice por sacarle de ahí.
El dilema está claro, ¿es más importante la propia obra o el amor?
La conclusión de Kafka está clara, él opta por su obra, sin la cual considera que se moriría, pero la renuncia al amor le hace sufrir, sin duda.

El paseante

p.d.- el próximo sábado voy a ver el ballet Romeo y Julieta de Prokofiev en el Teatro Real, ya os contaré, me han dicho que es una maravilla la versión que hace la Compañía Nacional de Danza.

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