jueves, 13 de noviembre de 2014

Pero el invierno llega... (Un asesino en las calles 66).




66 – Pero el invierno llega…

Pero el invierno llega…, retumbaba la voz enérgica de Bruttini contra la bóveda del sótano del Divas Club, apenas se veía el escenario desde el fondo del local donde se escondía agazapado Carballo para no ser visto por Bruttini, el humo de los cigarrillos formaba nubes que evolucionaban sobre los compases de la música y de la voz de Bruttini que más parecía un trueno, el trueno de una tormenta pronta a precipitarse desde aquella bóveda plagada de nubarrones de humo de tabaco, en el centro del escenario increpando más que cantando, se encontraba Bruttini con los brazos extendidos en un gesto desesperado por querer poner todo el desgarro que la canción más famosa de Rocío Jurado pueda llegar a contener,… se nos rompió el amor, de tanto usarlo, de tanto loco abrazo sin medida…, increíble, parecía que uno estuviera oyendo a la mismísima Rocío en lugar de a la Brutta que era la que cantaba, impresionante, cuando terminó la canción las nubes de humo se pararon en el aire y todo el público contuvo el aliento, durante un breve espacio de tiempo parecía que el mundo se había acabado del silencio absoluto que invadió aquella pequeña nave que comprimía bajo su bóveda todos los deseos nunca satisfechos de esa legión de caballeros con chaquetas oscuras y monóculos que eran fervientes seguidores de la Brutta, o lo que es lo mismo, del Subcomisario Bruttini transfigurado en Rocío Jurado o en cualquier otra de las famosas divas del faranduleo, de ahí el nombre del lugar, Divas Club.
Carballo cada vez era más consciente de su amor por la Brutta y la Brutta le amaba, se lo había confesado indirectamente, amaba a aquella mujer en cuyas piernas se sentó una noche al final de su actuación y a la que besó ardientemente, aquella mujer que no era otra sino el Comisario Carballo travestido de crossdresser, estaba claro que eran un amor imposible porque Bruttini amaba a Carballo como mujer y lo mismo le pasaba a Carballo con Bruttini, estaba enamorado de la Brutta.
Después del número de la Jurado siguieron una serie de numeritos de cabaret burlesco sobre la situación política actual en España que a Carballo no le interesaron gran cosa, una parodia con Rajoy, Pablo Iglesias y Artur Mas, en la cual los tres aparecían desnudos provistos exclusivamente con una hoja de parra cubriendo sus atributos masculinos, la gracia consistía en que los tres fornidos mozalbetes que con las caretas de estos tres políticos mantenían una conversación satírica subida de tono al final con la llegada de un fuerte soplo de viento otoñal perdían las hojas que cubrían pudorosamente sus ingles y quedaban totalmente desnudos antes de que se apagaran las luces y soñaran de manera estridente las trompetas de la orquestina del Divas Club.
El siguiente número musical era una coreografía de la famosa canción de Paloma San Basilio Juntos, …café para dos, fumando un cigarrillo a medias…, juntos, cualquier situación de broma entre las cosas serias, si tú eres así qué bueno que ahora estés junto a mí…, esta canción pese a su alegría hizo ponerse triste a Carballo porque pensó que él nunca podría estar así de feliz junto a Bruttini porque era, en definitiva, un amor imposible y se fue del Divas Club antes de que terminara la canción, subió por la estrecha escalera de caracol mientras a sus espaldas seguía resonando la música, salió al frío nocturno de la calle y se fue a su casa donde al llegar se acostó mirando al techo, al globo de papel de Ikea que era la lámpara del dormitorio y el confesor de todas sus penas y tribulaciones, y mientras intentaba beberse un whisky a lo Bogart lloró amargamente su desventura y su calamitosa vida llena de soledad y de desamor.

(continuará)


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