martes, 21 de octubre de 2014

Crítica teatral. La plaza del diamante. Teatro Español.




Vas al teatro preguntándote cómo un personaje interpretará o será capaz de interpretar a otro personaje, es decir, cómo el personaje Lolita interpretará a la Columeta de La plaza del diamante, yo fui pensando que no lo lograría, una persona puede interpretar un personaje, pero un personaje no puede interpretar a otro personaje, muy pirandeliano todo, y al final llegué entre tribulaciones al teatro, me senté en la butaca, comenzó la función y apareció Lolita en el escenario, allí estaba tras de ella su madre, La faraona, su padre El pescaílla, su hermana Rosario, su hermano Antonio, su tía, su exmarido, la canción Amor, amor…, las galas de fin de año de la tele, las entrevistas televisivas, esas imágenes de su multitudinaria boda casándose en la sacristía entre empujones, en fin, estaba todo el papel cuché, las fotos, los bautizos de sus hijos… Todo eso allí detrás de Lolita, yo lo veía con mi imaginación mientras ella comenzaba a interpretar al personaje de la adaptación teatral de La plaza del diamante de Mercé Rodoreda, comenzaba a interpretar a la Columeta.
Entonces desperté de mi alucinación y me pregunté si aquello que hacía Lolita sobre el escenario en su monólogo era realmente interpretar, si era capaz de hacer semejante cosa con toda esa tropa detrás de ella acompañándola, pero escuchándola, mirándola, sintiéndola, me di cuenta que el problema principal de Lolita a lo largo de su vida había sido tener que cargar con todo aquello que llevaba detrás como un camión que tira de un pesado contenedor, cosas de mi imaginación que tal vez en ocasiones exagera un poco.
Y es que de repente desperté a la realidad y me dí cuenta que tal vez sí lograba interpretar algo, no lo suficiente tal vez pensaba yo ignorante aún de lo que estaba teniendo lugar delante de mis ojos en el escenario, porque yo esperaba una interpretación, una actriz con escuela, el lenguaje teatral, y de pronto me dije: no seas burro José Ramón, Lolita te está ganando la partida, a ti y a todos los que estáis en esta sala, Lolita no está interpretando el personaje simplemente, Lolita está viviendo el personaje, y quedé hechizado como pocas veces he quedado viendo una función teatral, quedé hechizado de ese crescendo que hace Lolita, de esa especie de canto del cisne último que hace interpretando a la Columeta, hasta llegar al clímax absoluto en el cual uno se desconecta de la realidad y es elevado a otra dimensión, a la dimensión que sólo alguien dotado de profundo talento, de un genio creativo absoluto, es capaz de elevarnos.
Mis respetos y mis disculpas, había oído decir que Lolita era buena actriz y lo dudaba, viéndola sobre el escenario creo que no es tanto una actriz, es un talento, algo que va más allá de ser simplemente una buena actriz.

Con cariño para Lolita,

El paseante

p.d.- ya estoy esperando la próxima representación teatral de Lolita.


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