lunes, 10 de junio de 2013

La película de la semana. Breakfast at Tiffany's. Blake Edwards. 1961.





La escena del beso, un beso con gato, un beso mojado que no húmedo, aunque también, por qué no, un romántico beso final lleno de sentimiento y emoción, y un gato, ante todo un gato que es como un hijo, un bebé, una tierna criatura, inocente y bella, desamparada, igual que los protagonistas de esta película.

Digo película por decir algo porque Desayuno con diamantes no es sólo una película, el concepto película se le queda pequeño, igual que a Casablanca, ambas son dos mitos, iconos, paradigmas del amor.

Dos perdedores, un gato y Nueva York, el cóctel perfecto, una novela de Truman Capote, el autor de A sangre fría, y de repente el milagro, una obra perfecta a la cual contribuye en enorme medida la presencia de Audrey Hepburn y del gato, claro.

Por cierto, el gato es un actor excelente, una monada de gato, y Audrey es la elegancia personificada, no creo que ninguna mujer pueda jamás llegar a ser tan elegante como ella lo es en esta película, bueno, tal vez sólo la Bergman en Casablanca.

La verdadera elegancia siempre es débil, siempre es frágil, y siempre es algo incompleta.

La Bergman es de una elegancia más espiritual, la Hepburn es de una elegancia más icónica, más mítica, como si fuera una de esas ideas puras salidas de la caverna de Platón, es decir, la idea elegancia, y aparece la Hepburn asomándose al escaparate de Tiffany’s, como si saliera de la caverna de Platón, en una de esas madrugadas plateadas de Manhattan tan cinematográficas, aunque hay que reconocer que cualquier hora es cinematográfica en la ciudad más cinematográfica por antonomasia.

Yo siempre lloro cuando veo este final de la foto, ellos dos besándose con el gato abrazado mientras llueve, en las películas románticas siempre llueve, la lluvia es un episodio climatológico muy romántico desde Cumbres borrascosas.

Y mientras veía la película este sábado por la tarde en mi casa del pueblo también llovía, llovía mansamente sobre el campo de primavera, yo resguardado en la buhardilla veía la película en mi viejo video y lloraba, lloraba en mi alma, y lloraba fuera sobre un paisaje como salido de la pluma de Emily Brönte.

Por cierto,... Moonriver... and... me...

El paseante


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