miércoles, 26 de junio de 2013

La lectura del fin de semana. El príncipe destronado. Miguel Delibes. 1973.



Yo fui también un príncipe destronado como el protagonista del libro, me sentí cuando leí el libro totalmente identificado con los sentimientos de aquel momento de mi infancia cuando nació mi hermana, en aquel momento dejé de ser un príncipe, me destronaron, y comencé a sentir de forma cruel que en la vida no hay nada que dure demasiado, sobre todo las cosas buenas, que parece se acaban siempre las primeras.

Yo quería tener una hermana, me hacía mucha ilusión, pero quería tener una hermana mayor, como algunos de mis compañeros de colegio, una hermana que fuera a buscarme a la salida del colegio, de esas que llevaban uniforme de colegio, falda de cuadros plisada y coleta, y que me explicara las lecciones al llegar a casa, que me ayudara a estudiar, que me protegiera, además de mi madre quería otra segunda madre, es decir, en lugar de convertirme en un príncipe destronado yo quería ser más príncipe aún, príncipe a la enésima potencia.

Pero llegó mi hermana y resultó ser un bebé, nada que ver con lo que yo estaba esperando, y encima un bebé precioso, rubia, con los ojos azules, redondita, una belleza de bebé que causaba la admiración de todos, y yo estaba dando el estirón, cambiando los dientes de leche, es decir, mellado, en fin, que no fue mi mejor época que digamos, aunque después las he tenido también bastante malas, y me convertí en invisible, para remate no me podía ni acercar a la cuna a verla, me decían que la iba a despertar, ni podía tocarla, porque creían que la iba a hacer daño, ni podía cogerla en brazos porque se me podía caer, vamos, que no podía hacer nada con ella, sólo sufrir su presencia, el comienzo esplendoroso de su reinado, de su entronización.

La cosa se puso fea, padecí una especie de depresión infantil, mi primera depresión, pero entonces esas cosas ni se tenían en cuenta, la psicología infantil en aquella época aún no se había desarrollado, se limitaban a mirarme con pena y a decir cosas det tipo "estará celoso" o "pobrecillo se sentirá desplazado", en fin, cada vez peor, me sentía mirado como si fuera un bicho raro salido de algún relato de Kafka, aún no había leído a Kafka, claro, era un niño, pero tenía ese sentimiento que tan bien describe Kafka en La metamorfosis.

¡Y menuda metamorfosis! De príncipe a insecto.

También me decían que debía estar contento por haber tenido una hermanita y que tenía que quererla mucho...

¡Qué fuerte!

Bueno, me río recordando lo que me dijo mi sobrina mayor cuando nació mi sobrina pequeña un día que yo me deshacía en elogios con la recién nacida, me dijo: ¿por qué no te la llevas?

el paseante

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