lunes, 3 de junio de 2013

Decíamos ayer. Abril 2012 (4). Yo no pido perdón nunca y otras historias.

lunes, 23 de abril de 2012

Los jardines Sabatini. Reportaje fotográfico.











El violinista del metro.


Madrid directo, domingo 22 de abril 2012, 13:30 hs., estación de metro de Sol, pasillo de salida a la calle Mayor, sorpresa...
Una música celestial, un violinista como un ángel, dos turistas japonesas grabándole con el iPhone.
Me embriaga un sentimiento de indescriptible placer, de indescriptible emoción, de indescriptible belleza, me embriagan las notas, los acordes, la melodía, los delicados sonidos, la deliciosa armonía, mis sentidos quedan embargados por una punzada de nostálgica emoción, es el violín el instrumento más espiritualmente nostálgico, evocador, soñador, evanescente.
El muchacho toca con un virtuosismo de primera sala de conciertos a nivel mundial, este Joshua Bell podría tocar en donde quisiera y el auditorio quedaría embelesado ante su absoluta maestría.
Pero no sólo es maestría lo que tiene este verdadero artista, es creatividad, no sólo es técnica, es vivir, sentir la música, que la música te traspase, pase a través de ti, de tu esencia única, y salga como un torrente de emociones, sentimientos, vida, belleza, armonía y placer.
Enhorabuena, violinista desconocido, en tu juventud, en tu maestría, en tu arte, veo el futuro, el brillante futuro que no tendrá nunca fin mientras en hombre mire dentro de sí y sepa hablar con su espíritu.

el paseante

Sentir.


Es pura poesía lo que expresas
cuando hablas de amor, me dicen todos,
y yo estoy harta de hablar, pues lo que quiero
es sentir el amor de cualquier modo.

Más he de rectificar, porque no bastan
los besos, los "te quieros", los abrazos
Para calmar la pasión que llevo dentro,
reprimida y oculta en mi regazo.

No me vale un amor convencional,
previsible, legal, reconocido,
que he de tomar sin ganas de beber,
cuando es la sed, sin duda, lo que ansío.

Aborrezco la perfección de lo que es.
No busco satisfacer ningún deseo.
Prefiero crearlo, y recrearme en él,
porque es más dulce el sabor de lo incompleto.

Atesoro lo imposible, lo secreto,
camuflado entre las sombras de mi mente,
y lo protejo del mundo de lo cierto,
que todo desvirtúa, lentamente.

Necesito quedarme sin aliento,
percibir que el pulso me delata,
abrir la boca para gritar qué siento
y no encontrar esa palabra exacta.

Yo lo que quiero, para romperme el alma,
es fundirme y confundirme en la energía
que fluye y se contiene en la mirada
de aquellos que se aman a escondidas.

Nerea

Mi gato y la crisis económica.


Pues muy preocupado por la crisis económica, lo que se dice muy preocupado, tampoco se le ve, bueno, lo mismo, como suele decirse, la procesión va por dentro, pero lo disimula de maravilla, vamos que es como si la crisis no fuera con él, como si no estuviera pasando nada, con la que está cayendo, pero él a verlas venir, a dormir plácidamente sobre el mostrador de la cocina, justo encima del radiador, bien calentito, y luego al tendedero para repantingarse al sol y seguir durmiendo así se achicharre, ¿por qué será que a los gatos les gusta tanto el calor?
El sol no se va a acabar con la crisis, es lo único que no falla nunca, hasta que lo nacionalice alguien, a algún loco o loca se le ocurrirá nacionalizar el sol algún día y lo dejará apagado para todos excepto para él/ella, seguro, tiempo al tiempo.
Bueno, vuelvo al tema, que me he vuelto a ir por las ramas, lo dicho, que muy preocupado no se le nota a juzgar por la imagen, el gato está bajo mi manto protector y no tiene nada que temer, ni el whiskas, ni el purina, ni la calefacción, ni el agua, ni el sol de la mañana, le van a faltar, yo me encargo, sólo me preocupa lo del sol, ¿nos durará siempre?
El gato y yo sin el sol no podemos vivir, y mejor si luce mucho, si es muy intenso, y todos los días, mejor, nos gusta más así, somos unos inconscientes porque lo que las nubes y la lluvia no nos gusta, nos encanta el efecto invernadero y la capa de ozono, todo lo que garantice un sol que te pasas, pues somos felinos al fin y al cabo, tanto él como yo, él es un gato y yo un león.
¿Y lo de la crisis?
Pues con el whiskas y el sol vamos tirando, yo estoy pensando comer también whiskas, ¿a qué sabrá?, nunca lo he probado, pero igual está bueno, lo voy a probar y ya os cuento.

Besos,

vuestro paseante

domingo, 22 de abril de 2012

La madame. Contrasemblanza.


 ¿Y ésta quién es?
Parece la Madame de una casa de putas.
¡Qué fuerte!
¿Cómo te atreves?
Increíble.
Cómo te pasas!!!!!!
¿Es ése su lado oculto?
Contéstame algo, por favor.
Díme quién es, no lo adivino.
¿Es puta?
¿Ha sido puta?
Por favor, díme algo.
No entiendo que publiques esto y no comentes nada.
Haces a veces cosas muy raras en el blog.
Es como si sólo quisieras provocar.
O destruir, mejor eso, destruir.
O destruirte...
En serio te lo digo: ¿es que no vas a decir nada?
Pues sí, te voy a decir algo...
Uff, menos mal!!!!!!
Ni es, ni ha sido, ni será nunca puta.
¿Y por qué no?
Pues porque no y basta.
¿Entonces por qué la pones así?
Porque creo que en el fondo le hubiera divertido serlo.
¿?
Como a cualquiera.
¡Qué fuerte paseante!
Te va a demandar.

el paseante

viernes, 20 de abril de 2012

El hundimiento del titanic - 2.

Estimado Sr. Paseante !!!!!
He leido detenidamente este articulo asi como el resto de las entradas del blog, durante toda su andadura bloguera De todos ellos saco la misma conclusion:... es Usted un intelectual, erudito, imaginativo, sensible y muy humano. Y es muy de agradecer, sobre todo por el altruismo demostrado. y es que a pesar de los recortes y mas recortes que padecemos, Usted JR de momento no nos cobra ni un solo euro por disfrutar de su lectura diaria y tampoco percibe derechos de autor (eso le pasa por no haber formado parte del clan de la "ceja").
Pero me gustaria hacerle una recomendacion, aunque la desprecie, que para eso es Su Blog.
Cuando leo el blog diariamente, me recuerda a esos musicos que tocaban bellas melodias en la cubierta del Titanic, mientras el barco iba zozobrando y los pasajeros ya empezaban o estaban a punto de tirarse por la borda.
Creo que Usted es consciente de que estamos en Guerra. Y en estas circunstancias me parece que lo mejor es afrontarlo directamente, y llamar a las cosas por su nombre.
Su blog desprende belleza intelectual por los cuatro costados. Pero la musica que usted interpreta creo que no es la adecuada para el escenario presente.
Ya se que es Usted un soñador y le gustaria morirse disfrutando de la brisa del mar en medio del oscuro oceano. Pero tal vez a algunos les serviria mas de ayuda que, ademas de dirigir la orquesta, les indicara donde se encuentran los botes salvavidas.
Y voy al grano....si en lugar de filosofar con la teoria del perdon del rey, nos revelara lo torpes y poco instruidos que son sus subditos, nosotros los españolitos, y al menos sus lectores pudieran llegar a entender que REY y DEMOCRACIA son incompatibles, posiblemente el barco se hundira igualmente, pero en lugar de permitir que primero se salve el Rey y sus familiares, nos dieran la posibilidad que fuera Usted tal vez quien debiera ser el primero en tomar el salvavidas de honor, ese reservado para los hombres ilustres..... Yo al menos votaria a favor de que Usted se salvara, con preferencia al cazador de elefantes, por supuesto...!!!!!!!

Yo no pido perdón nunca.


Soy un león, se supone que no tengo que disculparme por nada, sería ridículo, iría contra mi naturaleza, impulsiva, devoradora, desmesurada, fiera, extraordinaria.
Un león pidiendo perdón ya no es un león, se está traicionando a sí mismo y a su especie, si pidiera perdón dejaría de ser el rey de la selva y me convertiría en una especie de corderito obediente, sumiso, domesticado.
¿Quién domestica a un león?
Imposible so pena de dejar de ser león.
Y yo, os lo repito, soy precisamente eso, un león.
Nada más y nada menos, pero con mis defectos y virtudes, si queréis que pierda mis defectos seguramente perderé mis virtudes también.
Si me pedís que pida perdón, valga la redundancia, lo que me provoca es destrozaros de un zarpazo, yo hago lo que hago porque me da la gana, porque es mi naturaleza, porque soy así, y se acabó, no quiero debate sobre el tema, mis damnificados no lo cuentan, no hay asociación de damnificados del león porque ninguno sobrevive, ya me ocupo yo de que así sea.
O tal vez se me va a pedir ahora que me haga vegetariano.
Absurdo.
¿Somos los leones políticamente incorrectos?
Seguro que sí.
Pero me da igual.
Esto es lo que hay, lo tomáis o lo dejáis.

el rey león

La loba.

Este viernes se estrena en el Teatro María Guerrero 'La loba', un montaje en el que Nuria Espert da vida al personaje que interpretó Bette Davis en la gran pantalla y que sirve de broche a los ocho años que Gerardo Vera ha estado al frente del Centro Dramático Nacional (CDN).
A partir del texto de Lillian Hellman, Espert ha construido una mujer dominada por la codicia y el desprecio: Regina Hubbard, matriarca de un clan pequeñoburgués en una ciudad del sur de EEUU. "Mientras estoy dentro de ella, trato de llenar a ese ser de vida y de razón de vivir. Me creo todo eso que ella cree y soy todo lo repulsiva que Lillian Hellman quiso que fuera. Y lo hago con entrega absoluta. Pero cuando acabo tengo unas ganas enormes de ducharme y quitármela de encima. Me siento sucia", explica.
Vera, que ha contado con la colaboración del actual director del CDN (Ernesto Caballero) para la versión del texto de Hellman, explica que el montaje tiene una doble vertiente. De un lado, la lectura sobre el dinero, tan actual, y del otro, la 'contaminación de la sangre' entre Regina y su hija, a la que da vida Carmen Conesa. "Hay una herencia envenenada que le inocula la madre a la hija. Lo que en la obra era un melodrama, aquí es una tragedia: una madre que se enorgullece de ver cómo su hija la trata mal", explica.
Espert compara su papel de Regina Hubbard a la Marta de '¿Quién teme a Virginia Woolf?': "Entonces, el hecho de estar ebria dos horas me producía un poco de repulsión. Me bebía dos litros de agua como si fuesen ginebra y acababa hinchada y detestándola. Aquí la cosa es mucho más profunda: detesto todas las cosas en las que ella cree, esa ambición que la hace pasar por encima de todo, su falta de empatía...". También alaba la escritura de Hellman y su capacidad para ver "como en un catalejo", un futuro de horrores económicos que hoy se ha materializado.
Después de trabajar como escenógrafo para ella cuando era directora, Vera se muestra orgulloso de poder dirigir a Espert: "Aparte del talento y de una mirada irrepetible sobre los personajes, Nuria tiene una cosa excepcional que es el compromiso con su trabajo. No para. Es una mujer que está continuamente buscando, viendo dónde la lleva el personaje y muy atenta a cualquier frase".

Perdóname, perdóname...

--> Un crío de tres años transgrede una norma. Pega a su hermano, pinta en una pared, tira al suelo un cuenco con puré... Su padre le reconviene: muy mal, tienes que pedir perdón. El niño llora por la riña pero, como ya se sabe el truco, dice la palabra mágica: 'Perdón'. Deja de llorar y vuelve a lo suyo.
"El perdón y el arrepentimiento son cosas distintas. Pedir perdón es una relación social, un convencionalismo, como el que se tropieza con alguien en el metro y le dice 'perdone'", explica el filósofo Gustavo Bueno. "Y perdonar tampoco es un acto necesariamente noble. Piense en eso de 'Perdónalos porque no saben lo que hacen' de la Biblia. Es el mayor desprecio al individuo que se pueda hacer".
¿Y el arrepentimiento? "Hay una frase de Spinoza: 'El arrepentimiento no es virtud porque no sale de la razón. El hombre que se arrepiente es doblemente miserable'. El arrepentimiento, en cierto sentido, es una negación de la libertad, es un no considerar míos mis actos. En realidad, sólo hay un arrepentimiento coherente que es el suicidio. Lo demás es rascarse ese ligero cosquilleo psicológico que sentimos a veces", termina Bueno.
Qué duro, ¿no? Sí, pero en el fondo es la idea que aparece detrás de la reacción todos aquellos que no se dan por desagraviados con el 'Lo siento mucho' del Rey Don Juan Carlos. Por tanto, ¿qué hacer cuando alguien nos pide perdón? ¿Con nuestra necesidad de pedir, de vez en cuando, perdón?
"El sentimiento de la culpa surge de una preocupación por el otro. Y en ese sentido, sí, es un sentimiento noble, aunque también puede ser negativo, como ocurre en el caso de los melancólicos que se culpan por todo. El caso contrario es el de los sociópatas, que no tienen culpa porque no tienen preocupación por el otro", explica la psicoanalista Mariela Michelena, autora del ensayo 'Mujeres malqueridas' (La Esfera de los Libros). "Lo que pasa es que el arrepentimiento no está completo si no viene después lo que en la religión se llama el propósito de enmienda. El 'Y no volverá a suceder' del Rey, que también es un reconocimiento del otro... Y, al final, el ciclo se tiene que terminar en un tiempo futuro, cuando, efectivamente, el propósito de enmienda se cumpla. El Rey se habrá ganado el perdón cuando, en efecto, no vuelva a irse de safari".
Dicho lo cual, el pedir perdón puede que sea un convencionalismo no del todo suficiente, pero aún necesario. "Las sociedades necesitan normas para convivir, incluso las más primitivas; de hecho, cuanto más primitivas, más normativas", continúa Michelena. "La preocupación por el otro, en realidad, es un asunto funcional, nos preocupamos por el otro porque, de alguna manera, eso nos conviene. Y a partir de ahí, surge el afecto, el amor, la solidaridad... Por eso, creamos maneras de hacernos soportables unos a otros como es pedir perdón. Luego, las religiones se apropian de esas relaciones y aparece, por ejemplo, la confesión de los católicos, que es una manera, probablemente buena, de gestionar como sociedad los agravios que nos hacemos".
El problema del perdón, al final, nos conduce a la religión. "El 'sistema' católico de la culpa-arrepentimiento-confesión-penitencia-redención funciona bien cuando conduce a un cambio de conducta. Pero es como todo, la confesión puede ser una fórmula vacía o puede tener un propósito de enmienda sincero, depende de la persona", explica el teólogo José Manuel Vidal, colaborador de EL MUNDO en asuntos religiosos. Entonces, ¿no es el perdón de los pecados un acto rutinario como lavarse las manos después de ensuciárselas, antes de volver a mancharse? "En la naturaleza humana está el volver a caer, porque no somos ángeles. Pero una de las funciones de la confesión es evitar las ocasiones de caída".
Sin embargo, a menudo, incluso entre los no religiosos, se habla de la confesión católica como un mecanismo predecible de 'gestión de las culpas', que conduce a sociedades más despreocupadas y laxas, menos angustiadas. "Algo de eso hay", reconoce Vidal. "La confesión también es alivio y consuelo, y eso lo saben los psiquiatras que tienen los consultorios llenos de gente que, en otra época, hubiera ido al confesionario".
Y pese a ello, "el sacramento de la confesión está en una crisis gravísima, también entre los católicos, desde hace al menos 20 años. Hubo un momento en el que se exageró en la culpa, en el 'pagar un precio', en el examen pormenorizado de los pecados: qué, cómo, cuántas veces, con quién... Llegó un momento en el que ir al confesionario era como someterse a un examen, una experiencia muy desagradable, así que los creyentes se han alejado y se va imponiendo un modo de confesión más flexible. En muchas comunidades, de pide perdón colectivamente y basta".

Al llegar a casa me desvisto y me acuesto. Reportaje fotográfico.








La nube solitaria (repetición).


Y al amanecer siempre hay perdida en el horizonte una última nube solitaria que no se quiere marchar, espera el día sobre la alta cima del Guadarrama, espera algo, no sé bien qué, a veces pienso si me espera a mí, si me quiere tal vez llevar con ella a su más allá de agua y éter, a su inmaculada pureza, a su delicada y vaporosa hermosura de algodón, a su evanescente reflejo de luz, a su tornasolada perfección de cosa que se acaba, de concepto que se desvanece, de idea que no existe, y mi pensamiento vuela tras de ella, y queda agarrado a su contorno mientras éste desaparece y se vuelve nada en el azul iluminado por el sol de la mañana, entonces despierto de su hechizo y me digo si todo fue un sueño o si verdaderamente la nube me quería llevar con ella, y me pregunto si algún día de verdad me llevará y si volveré o no volveré jamás.
el paseante

Vuelvo a casa al atardecer (3).


Vuelvo a casa al atardecer
Llego a casa, sí llego
Después de traspasar el círculo de luz
Que aprisiona la ciudad como un anillo de oro
Cruzo las altas arboledas del deseo y la desolación
Las arboledas que me escuchan, me hablan, me consuelan
Que me dicen que tenga paciencia
A las cuales cuento mis alegrías, mis tristezas, zozobras, dudas y certezas
Las arboledas, mis amigas
Y llego, por fin, a mi casa de los arrabales
Arrabales de Madrid donde la ciudad pierde su nombre
Sus señas de identidad, su ruido, su tráfico, sus multitudes
Llego al altiplano desde el cual contemplo en la lejanía toda la ciudad
Dormida ya, tendida sobre el horizonte como una mujer hermosa
Que desnuda espera ser conquistada cada mañana por mí
Deseo incesante, repetido día tras día, y nunca consumado
Llego a casa al atardecer
Abro la puerta, enciendo la luz, pongo la radio
La radio que me habla no sé de qué
Incesante en su murmullo absurdo de cosas sin importancia
Al fin estoy en casa, en ese caparazón que me protege, me aísla
Ermitaño de la vida, eremita de mis sueños
Dentro, por fin, de mi jaula de oro
Encaramado en mi torre de marfil
Contemplo por última vez tanta belleza
La ciudad dormida, punteada de luces cual brillantes
Y a lo lejos las montañas azules que duermen ya tendidas en la oscuridad azul de la noche
Y entonces, sólo entonces, me desnudo
Desnudo mi alma de todas las vestimentas del día
De sus obligaciones, afanes, quimeras
Y sueño, sueño hasta el amanecer
Con la idea de ser feliz
Y de vivir en un mundo feliz
Paseante de las noches
Compañero de las estrellas
Astronauta de las galaxias

José Ramón Carballo
20-abril-2012

La lectura del fin de semana. Sobre la fotografía. Susan Sontag. 1975.

 
1. La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma.
2. Es la manera ineludiblemente “moderna” de mirar: predispuesta en favor de los proyectos de descubrimiento e innovación.
3. Esta manera de mirar, que tiene ya una dilatada historia, conforma lo que buscamos y estamos habituados a notar en las fotografías.
4. La manera de mirar moderna es ver fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. De ello se sigue que todos los límites, todas las ideas unificadoras han de ser engañosas, demagógicas; en el mejor de los casos, provisionales; casi siempre, y a la larga, falsas. Mirar la realidad a la luz de determinadas ideas unificadoras tiene la ventaja innegable de dar contorno y forma a nuestras vivencias. Pero también -así nos instruye la manera de mirar moderna- niega la diversidad y la complejidad infinitas de lo real. Por lo tanto reprime nuestra energía, nuestro derecho, en efecto, a refundar lo que deseamos refundar: nuestra sociedad o nosotros mismos. Lo que libera, se nos dice, es notar cada vez más cosas.
5. En una sociedad moderna las imágenes realizadas por las cámaras son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa. Y se espera que recibamos y registremos una cantidad ilimitada de imágenes acerca de lo que no vivimos directamente. La cámara define lo que permitimos que sea “real”; y sin cesar ensancha los límites de lo real. Se admira a los fotógrafos sobre todo si revelan verdades ocultas de sí mismos o conflictos sociales no cubiertos del todo en sociedades próximas y distantes de donde vive el espectador.
6. En la manera de conocer moderna, debe haber imágenes para que algo se convierta en “real”. Las fotografías identifican acontecimientos. Las fotografías les confieren importancia a los acontecimientos y los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e internet a los periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de personas.
7. En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado. Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable -y nuestro mejor indicio de identidad- es cómo aparece la gente.
8. Una fotografía es un fragmento: un vislumbre. Acopiamos vislumbres, fragmentos. Todos almacenamos mentalmente cientos de imágenes fotográficas, dispuestas para la recuperación instantánea. Todas las fotografías aspiran a la condición de ser memorables; es decir, inolvidables.
9. Según la perspectiva que nos define como modernos, hay un número infinito de detalles. Las fotografías son detalles. Por lo tanto, las fotografías se parecen a la vida. Ser moderno es vivir hechizado por la salvaje autonomía del detalle.
10. Conocer es, sobre todo, reconocer. El reconocimiento es la modalidad del conocimiento que ahora se identifica con el arte. Las fotografías de las crueldades e injusticias terribles que afligen a la mayoría de las personas en el mundo parecen decirnos -a nosotros, que somos privilegiados y estamos más o menos a salvo- que deberíamos sublevarnos, que deberíamos desear que algo se hiciera para evitar esos horrores. Hay, además, otras fotografías que parecen reclamar un tipo de atención distinto. Para este conjunto de obras en curso, la fotografía no es una suerte de agitación social o moral, cuya meta sea incitar a que sintamos algo y actuemos, sino una empresa de notación. Observamos, tomamos nota, reconocemos. Ésta es una manera más fría de mirar. La manera de mirar es lo que identificamos como arte.
11. La obra de los mejores fotógrafos comprometidos socialmente es a menudo condenada si se parece demasiado al arte. Y a la fotografía tenida por arte se le puede condenar de modo paralelo: marchita la emoción que nos llevaría a preocuparnos. Nos muestra acontecimientos y circunstancias que acaso deploremos y nos pide que mantengamos distancia. Nos puede mostrar algo en verdad horripilante y ser una prueba de lo que es capaz de tolerar nuestra mirada y que se supone que debemos aceptar. O a menudo simplemente nos invita -y esto es cierto en casi toda la fotografía contemporánea más brillante- a fijar la vista en la banalidad. Fijar la vista en la banalidad y también paladearla, recurriendo precisamente a los mismos hábitos de la ironía que se afirman mediante la surrealista yuxtaposición de consabidas fotografías en las exposiciones y libros más refinados.
12. La fotografía -insuperable modalidad del viaje, del turismo- es el principal medio moderno de ampliación del mundo. En cuanto rama del arte, la empresa fotográfica que hace más amplio el mundo tiende a especializarse en temas al parecer provocadores, transgresores. La fotografía puede estar diciéndonos: esto también existe. Y eso. Y aquello. (Y todo es “humano”.) Pero ¿qué hemos de hacer con este conocimiento, si acaso es un conocimiento, digamos, del ser, de la anormalidad, de mundos marginados, clandestinos?
13. Llámese conocimiento, llámese reconocimiento; de algo podemos estar seguros acerca de esta modalidad, singularmente moderna, de toda vivencia: la mirada, y el acopio de los fragmentos de la mirada, nunca pueden completarse.
14. No hay fotografía definitiva.

jueves, 19 de abril de 2012

Paseo por Madrid. Reportaje fotográfico.













El regalo.


Comida con mi amiga Terre (hemos pagado a medias), al salir, ya en el metro, me ha dado este maravilloso regalo, juego de pluma, bolígrafo y portaminas, marca Pierre Dalone-París.
Terre te debo una invitación.
Dedicatoria:
"La expresión de mi amor hoy es entregarte esta pluma, para que escribas las más sabias, hermosas y delicadas historias que hagan vibrar de emoción a las personas, siendo ésta tu forma de amar hoy".
Son preciosas, un acabado perfecto y muy bellas.
Seguiré tu consejo, escribiré con ellas.
 Gracias amiga por las plumas, y sobre todo por tu amistad.

el paseante

Aperitivo con Nerea..


Muy comprometido, estando tomando el aperitivo con mi amiga Nerea (me ha invitado), la ha llamado su novio dos veces, ¡dos veces!, y es que los novios tienen un sexto sentido para las infidelidades, aunque sólo sean de pensamiento...

el paseante

La verdadera elegancia.


La elegancia, la verdadera elegancia, a veces me pregunto qué es, y no puedo sino concluir que es algo innato a la persona, algo imposible de adquirir, algo consustancial con uno mismo que se tiene o no se tiene.
Pero yendo más allá hay que preguntarse en qué consiste la elegancia, la verdadera elegancia, a qué causas obedece y cuáles son los factores determinantes para que se dé.
También cabe preguntarse si al no ser algo adquirido sino innato igualmente no se pierde nunca, o si por el contrario hay que mantenerla si se quiere conservar.
Intentaré contestar a todas estas preguntas en base a mi conocimiento y experiencia.
En la foto se me ve a mí, a el paseante...
Me pregunto si soy elegante.
¿Qué pensáis vosotros?
Yo lo tengo claro, no hay más que verme, es evidente...
Soy elegante.
La elegancia es principalmente la percha, es decir, la estructura ósea, el esqueleto, si no se tiene estatura suficiente y una armonía de proporciones difícilmente se podrá nunca ser elegante porque la elegancia es una cuestión de perspectiva, y la perspectiva sólo se gana con la dimensión.
Dimensión a lo largo que no a lo ancho, si se es obeso es muy difícil al igual poder llegar a ser elegante, la delgadez acentúa la elegancia.
Distinción y elegancia van íntimamente unidas y creo que es algo que se hereda de padres a hijos aunque a veces la genética sorprende.
Y no creo que se pueda perder nunca, salvo transformaciones radicales de la persona que tienen su origen en el interior, en el espíritu.
El factor clave final de la elegancia no es sólo el porte sino el carácter y su reflejo, las maneras.
Sin buenas maneras, sin good manners que dirían los ingleses tampoco se puede llegar a ser totalmente elegante.
Y por último está el arreglo personal, el gusto en el vestir, propio e intransferible, adaptado a nuestra personalidad, que nos da carácter y potencia nuestra esencia como individuo único, nuestra idiosincrasia.
Pero ahí no acaba todo, quedan los complementos, esos pequeños detalles que pueden estropear o rematar brillantemente el conjunto, las gafas, el reloj, el perfume, los pañuelos, las corbatas, foulards, bufandas, cinturones, carteras...
Todo da en conjunto una imagen de la persona que es su tarjeta de visita, su presentación ante los demás, su credencial única e insustituible, aquello por lo que somos reconocidos, nuestra carta de naturaleza inconfundible.
Y al final siempre la frase de Coco Chanel esperando el veredicto final de nuestra apariencia:
"Viste mal y verán el vestido, viste bien y verán a la persona".
La vestimenta es la transparencia a través de la cual se logra ver verdaderamente a la persona.
Y que no es sino el camino hacia ella, pues en la verdadera elegancia el vestido desaparece inmediatamente después de fijarnos en él para dejar el paso libre a la persona.
La elegancia al final lo que hace no es sino desnudarnos espiritualmente ante los demás mostrando nuestra verdadera esencia.

el paseante

1.000 visitas en sólo una semana!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Gracias!!!!!!!!!!!!!

11.000 visitas al blog!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


11.000 visitas al blog de el paseante en apenas 8 meses de vida!!!!!!!!!!!
Y desde más de 30 países diferentes.
Qué pasada!!!!!!!!!!!!!
Nuevo record del blog!!!!!!!!!!!!!
El blog más atlético del planeta!!!!!!!!!!
El blog de blogs.
Sólo para tus ojos, cada mañana en internet.
A tu servicio siempre,

el paseante

miércoles, 18 de abril de 2012

Ser un icono. Susan Sontag.

 
Susan Sontag
Adiós a la voz más crítica del Imperio

Por Silvina Friera

A los 71 años murió la escritora, ensayista y cineasta Susan Sontag. Adiós a la voz más crítica del Imperio. Ni las amenazas de la derecha más reaccionaria la hicieron callar: desde los ‘60, Susan Sontag demostró con palabras y hechos su hondo compromiso por buscar un mundo menos cruel.

La izquierda perdió a una de las mejores polemistas, considerada la más europea de los escritores estadounidenses. La escritora y ensayista que encabezó el movimiento intelectual posterior al mayo del ’68, la defensora de las utopías como expresión de que es posible construir un mundo mejor, dueña de una prosa maravillosamente provocadora, que estuvo en contra de todas las guerras, la mujer que siempre repitió que "como ciudadana del mundo y ser humano" se sintió obligada a usar su voz pública a favor de los que no tienen voz. Utilizaba las palabras -y qué bien lo hacía- para desmontar las mentiras de una sociedad con la que nunca comulgó: se sentía avergonzada de ser estadounidense, detestaba la vanidad y la violencia de esa cultura de masas que arrasaba la cultura de otros países. Ayer murió Susan Sontag, a los 71 años, a causa de la leucemia. "Yo desprecio y temo a Bush", dijo, convencida de que hay un velado interés de dominación absoluta por parte del gobierno de su país. "En ese sentido -agregó la ganadora del Premio Príncipe de Asturias 2003- es seguro que Estados Unidos verá el desplome de más Torres Gemelas y Pentágonos."

Sontag nació el 16 de enero de 1933 en Nueva York; durante su niñez, a la que recordó como de la de "una solitaria", la lectura iluminaba sus días. "A los ocho o nueve años leí todo Shakespeare", confesó. Estudió en las universidades de California, Chicago (donde se licenció en Filosofía y Letras en 1951), París y Harvard. Por su vasta formación filosófica y su pasión por la literatura de vanguardia, la escritora, opinaba su colega Gore Vidal, se convirtió "más que ningún otro estadounidense, en el eslabón con la literatura europea actual", editando textos escogidos de Roland Barthes y Antonin Artaud. Su carrera literaria comenzó en 1963 cuando publicó su novela El benefactor. "Tengo la impresión de que la literatura amplió mi capacidad de compasión", estimó, por "la forma de llevarnos a mundos diferentes, envolvernos en su contexto, y hacernos sentir partícipes de una historia ajena". A partir del éxito internacional de sus ensayos reunidos en Contra la interpretación (1966) y Notas sobre lo camp, se transformó en una autoridad en lo referente a costumbres de su país.

En 1968 fue enviada como periodista a la guerra de Vietnam, una experiencia que marcó su vida. Sontag, también cineasta, filmó a las tropas israelíes en la guerra de Oriente Próximo en 1973 y dirigió una película, Tierra prometida, en los Altos del Golán. A mediados de los ‘70 le diagnosticaron cáncer: con esa misma actitud combativa con la que se comprometía en luchas políticas y sociales, le torció el brazo a la muerte escribiendo La enfermedad y sus metáforas (1977). Después se sucedieron otros títulos de Sontag, traducida a 26 idiomas: Sobre la fotografía (ensayo), Yo, etcétera (relatos), Bajo el signo de Saturno (ensayos), Ante el dolor de los demás (ensayo de 2003) y las novelas El amante del volcán y En América, texto de ficción histórica por el que ganó el National Book Award en 2000, uno de los premios más prestigiosos de su país.
La autora, que sostenía que los intelectuales debían comprometerse, cuestionó duramente a los escritores que se negaron a viajar a Bosnia, viaje que ella realizó en plena guerra, para impartir clases en la Academia Dramática de Sarajevo. Allí montó, en colaboración con el director bosnio Haris Pasovic y actores de diferentes etnias, Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Regresó varias veces para dar clases de cine y desarrollar proyectos de enseñanza. Decía, después de las imágenes más espeluznantes que le tocó presenciar, que para imaginar Sarajevo había que multiplicar a Bagdad por 500. "No había vida normal. No había agua, electricidad, teléfonos, las escuelas estaban cerradas. Se estaba bajo un continuo bombardeo", recordó la escritora, que en 1993 participó de la fundación del Parlamento Internacional de Escritores, creado para defender la libertad de expresión y proteger a los autores perseguidos. Aunque se quejaba ante los medios de comunicación porque la consideraban una "máquina de opinión", Sontag arremetía contra casi todo, especialmente contra los políticos. No dejaba títere con cabeza. Sobre la política norteamericana tras los atentados del 11-S e Irak dijo que en EE.UU. hay un partido, el republicano, y no hay oposición porque los demócratas son un mero apéndice. Según la escritora, su país marcha hacia una política imperial. "Estamos en el fin de la república y el inicio del imperio. Clinton era Julio César y ese señor horrible de Texas es Augusto." Respecto de Arnold Schwarzenegger, señaló que es "un mal chiste que salió de la nada" y lo comparó con Berlusconi, a quien la gente prefiere en Italia porque "es rico y tonto". "En política pasa como en la música, que no quieren a Mozart y prefieren a las Spice Girls", resumió las nuevas tendencias de los votantes estadounidenses. Cuando se revelaron las torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib, Sontag ironizó: "En EE.UU. evitamos la palabra tortura, decimos abusos, humillaciones, pero la palabra justa es tortura". Y recibió una lluvia de críticas cuando publicó un ensayo en The New Yorker en el que afirmaba que los atentados del 11 de septiembre de 2001 no habían sido "cobardes", como los calificó Bush, sino un "acto llevado a cabo como consecuencia de las alianzas y acciones específicas de Estados Unidos".

Cuando en 2001 recibió el Premio Jerusalén de Literatura, el más prestigioso de Israel para escritores extranjeros, aceptó el galardón pese a las presiones para que lo rechazara. La escritora, judía no practicante, aprovechó la oportunidad para condenar la política de ocupación israelí en los territorios palestinos y advirtió que la única solución sería la creación de un Estado binacional con la desaparición del Estado de Israel. En 1999 polemizó con el escritor austríaco Peter Handke, a quien criticó por su defensa de las posiciones serbias en los Balcanes. Otro blanco de sus objeciones fue Gabriel García Márquez, a quien recriminó en la Feria del Libro de Bogotá, el año pasado, por su silencio respecto de las ejecuciones y condenas de disidentes en Cuba. Aunque aseguró que amaba la obra del autor de Cien años de soledad, Sontag opinó que "él no dice la verdad sobre Cuba por su amistad con Fidel Castro, aunque dispone de información de primera mano". Y la escritora recordó lo que le respondió el colombiano. "Su respuesta fue ridícula. Dijo que está en contra de la pena de muerte y que en privado ayudó a mucha gente. Eso demuestra que sabe lo que pasa. José Saramago es comunista y apoyaba sin condiciones al régimen cubano, pero declaró que ya no podía apoyarlo por más tiempo. García Márquez me dio pena, pero es ridículo. Necesitamos la verdad."

Aunque recibió amenazas de muerte por sus afirmaciones acerca de los ataques terroristas a las Torres Gemelas, a Sontag no le preocupaba lo que podía sucederle. Lo único que la desvelaba eran los cambios que se estaban produciendo en su país. La escritora que les hizo frente a distintas guerras -reales y metafóricas- perdió su última batalla.

29/07/04 

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