jueves, 26 de enero de 2017

Cómo estoy respecto a Kiwi.



Kiwi merece un monumento a la lealtad, al compromiso para con un hogar. Creo que ella fue la que nos mantuvo unidos a todos a pesar de nuestras separaciones físicas y afectivas.
Primero fue adoptada por Susana y su novio salteño. A los tres meses, me la dejó a mí porque ella se iba a un Congreso en Brasilia. Mientras estuvo en Brasilia, el novio salteño no vino a casa. Cuando ella regresó de Brasil, se peleó con su novio salteño, al que Kiwi no vio más y con el que se había encariñado, y apareció un novio sueco, que vino a visitarla. Como al año, se fueron los dos a Suecia. Por esas fechas mi ex me dejó del todo y se fue de casa. Kiwi sólo miraba. Al poco tiempo Abelito se independizó y se fue de casa. Susana se separó en Suecia y cuando vino, ya yo no estaba el sueco. Luego regresó pero con otro sueco, los que estuvieron tres semanas y se volvieron a ir. Para este momento, Vicky ya tenía su casa y se fue con su novio, el que también estaba mucho tiempo con Kiwi, y que ahora se iba.
Pero antes de eso, cuando yo me quedé con Vicky y Kiwi, busqué una familia para que cuidara de Kiwi porque no la podía tener yo: separada, con una casa a cuestas, sin saber cómo hacer para cuidar una mascota, etc. Una familia se encargó de ella por un mes, y ella se fue calladita a esa casa. Nunca me lo voy a perdonar. Pero yo iba todos los domingos a visitarla y le llevaba comida y me quedaba con ella unas horas. Un domingo fui con Abelito, porque él era muy riguroso con la perra pero solía jugar con ella, dándole órdenes y ella a veces le obedecía y otras, no. Pero ese domingo él me preguntó por la perra y le ofrecí visitarla. Creo que Kiwi vio la oportunidad de que la rescatáramos y se portó re bien con Abelito, haciendo todas las gracias que él le pedía. Nos despidió, y a la hora me llamó su nuevo amo y me dijo que Kiwi se estaba portando mal, que se había comido un sillón, que por eso la llevó al veterinario, no tanto por el sillón, sino porque se lo había comido literalmente. Que el veterinario se preocupó por la conducta, y que él le explicó lo sucedido en el día y que entonces el doctor, le sugirió que la devolviera a su hogar natural. El señor me llamó y yo me tardé exactamente cinco minutos en estar en la puerta de su casa. Hasta ese momento Kiwi jamás había mostrado desesperación cuando me veía llegar, pero esa vez, apenas estacioné el auto y abrí la puerta del conductor, un rayo me atravesó entre yo y el volante y era Kiwi que se sentaba en el asiento del acompañante. Bueno, junté sus chiches, juguetes, correas, platos, etc. y nos volvimos a casa. Saltó a mi cama y me miró diciéndome "no me regales nunca más, que me comeré los muebles de todos".
Por supuesto que también se sumaban mis viajes que fueron muchos. Kiwi odiaba las maletas. Cada vez que las veía se apesumbraba. Alguien se iba. Yo solía armar mi maleta, y cuando me descuidaba para buscar algo, ella ya la había vaciado o se había metido adentro.
Dios ... estoy llorando de sólo recordar lo que fueron los hermosos 8 años que nos regaló de su vida. Y digo regalo, porque ella nos dió todo sin pedir nada. De alguna manera, todos nos fuimos yendo, y cuando ella se fue lo hizo sin maletas, para que nadie se diera cuenta. Los perros tienen tan claro que las mortajas no tienen bolsillos ...
Gracias por preguntar. 

Bss. Bea

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