miércoles, 5 de octubre de 2011

Soy antiabortista y antitaurino radical.


Me choca ver que los antiabortistas sean en general protaurinos, es una contradictio in terminis como decimos los juristas.

Lo mejor para convencer a un antitaurino sería convertirle en toro, lidiarle, banderillearle y estoquearle, luego yo le volvería a traer a la vida, soy más compasivo que ellos, y le haría una entrevista para saber qué opina de la experiencia, seguro que a partir de entonces se pondría un poco más en la piel del toro.

Con un proabortista haría lo mismo, haría que fuera concebido y gestado durante un tiempo, que fuera creándose poco a poco como ser vivo, que fuera concibiendo la ilusión de vivir, de nacer, de ver la luz, de conocer a su madre, de conocer la vida, vivirla, la ilusión de poder ser feliz tal vez algún día, de conocer el amor..., y entonces, cuando estuviera en el cúlmen de sus ilusiones, le abortaría, por supuesto haría lo mismo que con el protaurino, le volvería a la vida, soy también más compasivo que ellos, y le entrevistaría, a ver qué pensaba de la experiencia, seguro que a partir de entonces se ponía más en la piel del feto.

Esto no quita para que pueda comprender a las mujeres que abortan, siempre hay circunstancias que pueden llevarlas a ello, por ejemplo en el pasado la represión de una sociedad mojigata e injusta que marginaba a las madres solteras.

Con lo estupendo que debe ser el ser madre soltera, no tener que aguantar a ningún pesado.

Yo de ser mujer hubiera sido madre soltera y con inseminación de un banco de semen, además hubiera tenido varios hijos de esta manera, siento no tener esa posibilidad siendo hombre, me encantan los niños, soy muy padrazo.

No podría ser amigo de un proabortista ni de un protaurino, lo siento, para mí son como el anticristo, cuando los oigo hablar en la tele me chirrían los oídos, y si son políticos para mí quedan descartados.

(entrada en construcción)

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