miércoles, 5 de octubre de 2011

El más potente narcótico.


No hay narcótico más potente ni droga más dura, el pensamiento debería prohibirse, los totalitarismos es lo primero que prohiben porque a través de él el hombre es libre, el pensamiento es además la única obra del hombre que perdura siempre, que se transmite con facilidad, se acrecienta, y que pasa de generación en generación, hoy podemos conocer el pensamiento de los antiguos griegos y el pensamiento del vecino de al lado igualmente, y algo universal tiene el pensamiento, el sentido común, un acerbo de pensamiento depurado que ayuda a que el hombre viva mejor en el día a día.

Soy adicto al pensamiento, siempre que puedo me chuto una dósis, el pensamiento me eleva a un plano superior, me saca de la realidad, me distrae de los problemas, con el divago, me voy del presente, huyo de todo y me refugio en él, en sus altas esferas me siento a resguardo de las inclemencias de la vida...

Continuación:

El mundo del pensamiento es mucho más gratificante que el de la realidad, en el mundo de las ideas todo funciona, eres como un dios, es tu obra, la puedes controlar a tu gusto, hasta su posible descontrol depende de ti si te lo propones, sin embargo la realidad es tan desagradecida, tan imprevisible, incoherente y cruel en ocasiones, que asuta verse metido en ella, y siempre tenemos el mundo propio del pensamiento en reserva, modelable a nuestro antojo, sin embargo sobre la realidad con frecuencia no tenemos capacidad de influencia.

El pensamiento es nuestra obra y la realidad es la obra de todos, algo así está claro que difícilmente puede llegar a satisfacernos, me quedo con el pensamiento...

El paseante.

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