lunes, 4 de abril de 2016

3 - LA ROMÁNTICA LUNA (poemas 21 a 30).





277 - Sé que estás mal, luna

Sé que estás mal, luna
Allá tan lejos perdida
Entre planetas que no te comprenden
Ni van a quererte nunca
Desengáñate, tu luz nadie la comprende
Porque nadie excepto tú la tiene
Y tu belleza tampoco
Porque todos creen tenerla menos tú
Entre los planetas vives
Es tu mundo, está claro
Tu lugar es ése
Lejos de mí, elevada y ausente
Bella, imposible, infeliz
Solo en mí te encontrarías al fin
Pero eres la luna y eres así
Amorosa pese a todo
Presente siempre en mi recuerdo
Un recuerdo redondo
Como el agujero por el que el universo se pierde
Se escapa lejos de mí
Un recuerdo como una perspectiva de gozo, de amor
Como una flecha que vuela lejos, como un cometa
Una línea, un reactor
Un recuerdo con el que matar mis días
Que en mis noches contemplo
Como una luz que me ilumina inmensa
Y me niega ante ti
Como si iluminándome no me vieras
Un recuerdo que me da vida
Y me mantiene quieto en un éxtasis de contemplación
Un recuerdo, tu recuerdo
Extraño, único, entre todos los recuerdos
Un recuerdo inverosímil de ti


278 - Tu mirada

Hay algo perfecto en ti 
En tu mirada
Que se me escapa siempre
Como un pájaro que vuela
Y se pierde en el cielo
Lejos
Entre las nubes
Es tu mirada que no me quiere ver
Que no me ve nunca
Que se escabulle de mí
Y se eleva hasta las alturas del éter
Es tu mirada que se me escapa siempre
Y en su vuelo me aprisiona aún más
Dejando mi alma perdida
Perdida siempre de tu amor

  
279 - Éxtasis

Elevada cumbre de la despedida
Cénit final
Acuérdate de mí más allá de mí
Aurora de mis sentimientos
Que parten lejos de ti
Al infinito
Me quedaré sin ti por siempre
Perenne aún por siempre
En este éxtasis de dicha eterna
En este silente tumulto
Encrucijada de mi vida
Que sigue hoy por siempre
Ya lejos de ti


280 - Despertar 

Creí que venía al paraíso pero me equivocaba
Me engañaba
Anoche soñé con la luz, con la vida, con el amor
Alguien me sonreía, me quería
Alguien me miraba, me besaba, me susurraba bellas palabras
Pero aquello sólo era un sueño
Luego desperté y nada era igual
La vida había pasado
Se había marchado de mí
Yo ya no era joven
Estaba solo, no tenía amor
Nadie me amaba, a nadie amaba
Las personas queridas, mis padres, se habían marchado ya
Pero anoche soñé con la luz, con la vida, con el amor
Y pasaba por delante de mí todo sin yo poder atraparlo
Se iba lejos de mí la luz, el mundo, el planeta
Todo se iba alejando como en un tránsito 
Que no tenía fin pero que para mí se acababa
Y desperté aún sin haber querido despertar ya nunca
Anoche soñé que era libre, feliz, eterno


281 - Noche de luna llena

Tal vez no seas lo que yo esperaba
Tal vez se pierda en tu brillante luz
El cénit de mi dicha tan desgraciada
Tal vez ni siquiera llegues a comprenderme nunca
Luna, seguramente nunca conseguiré que seas mía
Como si ser mía fuera tu destino
Tú que eres de todos
Como si ser tuyo fuera mi destino
Yo que no soy de nadie
Sobre tu divina aureola vuela mi alma hacia ti
Como un duende que sólo quiere tocar tu belleza
Un duende preso de tu eterno imposible amor
Me desesperas a veces luna, sobre todo cuando no apareces
Tan acostumbrado estoy a ti, a tu desamor
Que sin él mi vida me parece vacía
Pendiente como estoy siempre de que tú la llenes algún día
Luna, ¿me escuchas?
¿Me comprendes tal vez?
Más allá de las brumas de la noche
Te contemplo, te imagino, te adoro
Entre las frías aguas reflejada
Toda tu luz espectral me hace desaparecer
Cada noche entre los brazos tenues de tu amor


282 - La casa

Conozco todas tus heridas casa
Todos tus rincones en los que me escondía
Todas tus penumbras, tus aburridas tardes de sábado
Tus reuniones familiares que se fueron
Tus silencios, tus estrépitos, tus temores
Conozco todo de ti casa, eso creo
Tus amores, mis amores, tus luchas, mis luchas
Tus devastaciones, aniquilamientos
Tus desoladas alegrías
Tus alegres tristezas
Para siempre casa seremos tú y yo uno
Habita en mí tu recuerdo
Habito en ti en mis sueños
Casa, maldita casa, vorágine de vida
Epicentro del terremoto de mi vida
Que se va terminando en ti
Día a día, hora a hora, segundo a segundo
Sin que pueda detenerlo
Nunca



En mi pueblo están encantados de que pinte sus paisajes y rincones, que uno de fuera se dedique a pintar lo suyo les resulta emocionante, nuevo, sorprendente, como si diera valor a sus cosas por otro lado tan apreciadas por ellos, y con razón porque el lugar tiene algo mágico, como irreal, como fuera del mundo.
Parece una aldea de cuento de hadas, el jardín del Edén, un valle fértil regado por un pequeño río que corre debajo de las montañas entre huertas de árboles frutales y olmos centenarios, impresiona el lugar la primera vez que lo ves, y el pueblo sorprende en su pureza, es como si el tiempo no hubiera pasado por él, medio medieval aún, como escondido en la ladera de la montaña, al resguardo de los vientos que soplan en invierno en el valle y de las nieves.
Cuando los lugareños me ven caballete en ristre pintando sus perspectivas se paran a hablar, me dicen que a ver cómo pinto su casa, que les gusta mucho el cuadro, que hace mucho calor (pinto en verano), me dan cebollas que traen de las huertas, tomates, pepinos, me regalan flores, dulces, cestos de mimbre, cualquier cosa en agradecimiento a mi interés por su pueblo, porque les emociona que me guste su pueblo, como a ellos les gusta tanto.
Y es que el pueblo es de una belleza sin igual, hay un pintor en el pueblo que ya está casi ciego, cuando me ve pintando se acerca a hablar conmigo, me dice que envidia que yo pueda pintar, que él ya no puede, que no ve bien, se sienta a mi lado y me mira, sólo me mira, a través de mí parece poder volver a pintar con la imaginación, y yo en esos momentos siento como si fuera él quién tomara mi mano y guiará el pincel, mezclando los colores, trazando las figuras, me emociona tenerle junto a mí, como si fuéramos una sola persona, pasado y presente, hecho pintor para siempre, porque en él me miro igual que él se mira en mí, y sabemos que al mirarnos vemos mucho más allá de nosotros, y que a través de nosotros estamos contemplando en realidad a Dios.



La buhardilla linda con el universo, por encima de ella sólo está el cosmos, el sol, la luna, los planetas, las estrellas, las constelaciones, cometas, asteroides, por encima de la buhardilla pasan lejanos los aviones dejando una estela blanca, como una marca de tiza en la pizarra azul del cielo.
Calienta sus tejas el sol, y de noche las ilumina la luz de la luna reflejo del sol, se posan los pájaros, corretean los gatos en el tejado, canta el búho al
anochecer encaramado en su cornisa.
La buhardilla vista desde dentro es como una membrana, un esqueleto de un animal prehistórico, como el vientre de la ballena en el cual quedó preso Jonás, en sus vigas de madera, en su veteada superficie, hay jeroglíficos imposibles de descifrar escritos desde hace miles de años por la naturaleza, que indescifrables para el hombre serán por siempre.
Me tumbo en la cama y miro las vetas de la madera, caen sobre mi cabeza las vigas amenazantes pero firmemente sujetas, no hay peligro, toco, acaricio la rugosidad de estos troncos cortados y apenas pulidos, puestos encima de mí por alguien hace siglos y que otros antes que yo habrán contemplado, y me voy quedando dormido dentro de ese bosque ordenado, pulido, trabado, que es el artesonado del techo, huele a resina, se ve aún alguna corteza de árbol, la mueca el hacha, el agujero de la termita, la señal de la rama cortada.
¿De dónde vendría esta madera? ¿De qué bosque?
Como Jonás, respiro dentro del vientre de la ballena que es la buhardilla, y a veces salgo a respirar al mirador que se abre sobre el valle como la lengua extendida de un cetáceo en cuyo extremo me detengo a ver el mundo, un mundo como un océano, como una profundidad de corales, estrellas de mar, peces multicolores, temibles tiburones, rocas llenas de erizos, algas ondulantes, un mar cuya superficie última es el final del cielo, en el cual quiero nadar, al cual quiero saltar como desde un trampolín para escapar lejos, volando o nadando, buceando hasta la luz de la superficie, buzo de la luz, para desde arriba, desde el cénit del cielo contemplar toda esa belleza y ver desde lejos al fin el tejado de la buhardilla, jaula de oro de mis noches y de mis días, punto de meditación de mi existencia, refugio seguro de este ladrón de sueños del universo.


285 - El amor existe

El amor existe, yo lo he sentido
Es precioso, duele decirlo
Recuerdo sentirme renacer
Ser niño
Mirar el universo por primera vez
Llorar de emoción
Venimos a este mundo a través del amor
El amor nos alimenta
A veces nos envenena
Ponzoñosa pócima que sabe a hiel
Y parece dulce
Extraño elixir que da la vida matando
Deseo inalcanzable que te roba la vida
Dulce caricia, suave beso, delicada emoción
Se entreabren mis labios recordando el amor
Se humedecen mis ojos
Se vuelve mi pulso débil
Como un oleaje perdido en un confín del mundo
Donde apenas llega el impulso del mar
Que ola tras ola mece en mí
La suave añoranza de la felicidad


286 - Te perdiste

No logré entenderte nunca
O tal vez te entendía sin querer entenderte
Comprometías en mí tu vida
En mí que ni compromiso quiero con la mía
Febril, desesperado, vital
Dónde acabarás me pregunto
Dónde acabaré me respondo
Sin planes, ya no volveremos más
A caminar juntos por aquellas orillas del mundo
Que sobre un océano lleno de amor solíamos contemplar
Te perdiste lejos, más allá de cualquier océano
En algún rincón donde no te encontraré jamás
Escondido yo de ti
Tú de mí
Ardientes, febriles, desesperados
Vitales
Recuerdo tu amor que como un ave
Parece llamarme con un canto de pena
Que no logra extinguirse
Como un eco que aún pervive
Pese a no existir ya

La romántica luna (poemas 21 a 30)
José Ramón Carballo


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