martes, 14 de enero de 2020

Las sirenas de los barcos.




Los libros los compraba por la tarde en una estupenda librería en la Plaza de Vara de Rey, deliciosa selección de lecturas como a la medida de mis deseos y luego me iba al puerto a ver zarpar los grandes barcos de pasaje que melancólicos hacían sonar sus sirenas como despidiéndose de la tarde, de la isla, de la vida, una escena muy viscontiniana, teñida de esa luz violeta de la que se impregna el aire como una acuarela cuando la luz del sol desaparece definitivamente y todo se envuelve como en un papel de celofán tan frágil que se diría que los sonidos, los colores, el aire, la luz, todo se va a romper de lo delicado que es, como si la vida fuera también a romperse a base de pura melancolía, ensoñación, añoranzas y belleza.

El paseante 

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